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Ejemplos de oraciones con la palabra presidente

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra presidente en el contexto de una oración.

Término presidente: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "presidente" aquí tienes una selección de 45 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra presidente para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • No distinguía al presidente.
  • Yo me opuse, y cuando el presidente dijo.
  • ¡Cuatre sòus de multa! 9 dijo el presidente.
  • Yo sé que es el presidente del Círculo Industrial de Madrid.
  • Yo, Presidente del Consejo de Ministros, arreglo eso de una plumada.
  • Mi conciencia como presidente de la Comisión me obligaba a oponerme.
  • ¿no ve usted que es el amo del cotarro, el presidente de las Paulinas?
  • La verdad es dijo el presidente, Mesía que nos exponemos a un desaire.
  • El diputado por Pernueces tenía soberana envidia al Presidente del Casino.
  • Ronzal se opuso, pero el Presidente se impuso y se votó aquella abstención.
  • Esta última sociedad me honró con el cargo de presidente de la sección de Derecho.
  • Ante su fantasía el Presidente del Casino era todo un hombre de novela y hasta de poema.
  • Ya empezaba a usarse el nombre de Presidente y pronto habría nombre distinto para cada cual.
  • La Libre Hermandad se hubiera muerto de consunción sin el valeroso sacrificio de su Presidente.
  • Lo cierto es continuó el ex alcalde que nos exponemos a un desaire, como dice muy bien el presidente.
  • El presidente del Casino apreciaba el progreso de la cultura por la lentitud o rapidez en esta clase de asuntos.
  • Que entre un magistrado, que no es Presidente de Sala siquiera, y el Salvador del mundo, había mucha diferencia.
  • Iba a Granada en calidad de Presidente de Sala y quería llevarse a su esposa, si su ardiente deseo era cumplido.
  • Quince días después, a mediados de Julio, entraba una tarde el Presidente del Casino en el caserón de los Ozores.
  • XX Don Pompeyo Guimarán, presidente dimisionario de la Libre Hermandad, natural de Vetusta, era de familia portuguesa.
  • Y aunque el presidente del Casino fingiera defender al canónigo, a Foja le constaba que no le quería bien ni mucho menos.
  • El presidente del Casino en tanto, acariciando con el deseo aquel tesoro de belleza material que tenía en los brazos, pensaba.
  • Los diputados y el presidente abandonaron el salón por la puerta del reloj y aguardaron en la biblioteca a que les dejaran salir.
  • Y a todo esto don Pompeyo Guimarán olvidaba su exordio, interesado a su pesar en las aventuras eróticas del frívolo Presidente del Casino.
  • La blanca alpargata del presidente hirió una baldosa de la acera, conjurando el chaparrón de protestas y faltas de respeto que veía en lontananza.
  • Ganada la votación, para contentar a la minoría, el presidente del Casino declaró imparcialmente que el verdadero pecado del Provisor era la simonía.
  • ¡Pobre don Álvaro, que no sabe ni la cuarta parte de lo que tanto le importa! El presidente del Casino de Vetusta no tuvo inconveniente en engañar a la Regenta.
  • Había estado, mientras pasaba hojas y hojas, pensando, sin saber cómo, en don Álvaro Mesía, presidente del casino de Vetusta y jefe del partido liberal dinástico.
  • Pero según iba alejándose, estallaban á su espalda insolentes risas, y hasta oyó la voz de un mozalbete que, remedando el grave tono del presidente del tribunal, gritaba.
  • No era Mesía de la casa, tenía allí una exigua minoría, y desde el portero al Presidente todos se le quitaban el sombrero, y don Álvaro para aquí, y don Álvaro para allá.
  • Visitación suponía a don Álvaro enterado de lo que era aquella otra ¡y no había comparación! Quien ahora tragaba saliva era el Presidente del Casino, colorado como una amapola.
  • Después del Presidente del Casino ningún ser de la tierra le parecía más digno de adoración que su dócil Ana, su Ana frenética de amor, como él había esperado siempre aun en los días de mayor apartamiento.
  • Aunque pasaba la vida propalando los rumores maliciosos que corrían acerca del origen de la regular fortuna que se atribuía al Presidente, él, Ronzal, no creía que ni un solo céntimo hubiese adquirido de mala fe.
  • Y sin saber cómo, sin querer se le apareció el Teatro Real de Madrid y vio a don Álvaro Mesía, el presidente del Casino, ni más ni menos, envuelto en una capa de embozos grana, cantando bajo los balcones de Rosina.
  • Y Ana, encendida la mejilla, cerca de la cual hablaba el presidente del Casino, no pensaba en tal instante ni en que ella era casada, ni en que había sido mística, ni siquiera en que había maridos y Magistrales en el mundo.
  • Si era un individuo de la Junta se levantaban de su silla cosa de medio palmo, si era Ronzal se levantaban un palmo entero y si pasaba don Álvaro Mesía, presidente de la sociedad, se ponían de pie y se cuadraban como reclutas.
  • Gran conflicto habían creado al Gobierno, en opinión de todos los del corro, el alcalde presidente del Ayuntamiento y la viuda del marqués de Corujedo exigiendo el mismo estanquillo, el importante estanquillo del Espolón para sus respectivos recomendados.
  • Cuarenta años y alguno más contaba el presidente del Casino, de veinticinco a veintiséis el futuro Marqués y a pesar de esta diferencia en la edad congeniaban, tenían los mismos gustos, las mismas ideas, porque Vegallana procuraba imitar en ideas y gustos a su ídolo.
  • Y, en efecto, en los saludos que las señoras que todavía paseaban en el Espolón dedicaban a los tres buenos mozos del Cabildo, a las tres torres davídicas, creía ver el Presidente del Casino ocultos deseos, declaraciones inconscientes de la lascivia refinada y contrahecha.
  • Si los primeros días renegaba del miedo, de la ignorancia y de los escrúpulos ( absurdos en una mujer casada de treinta años, según la filosofía del Presidente del Casino), pronto vio tan colmada la medida de sus deseos, que llegó a inquietarle otro aspecto de sus amores.
  • Cuando, ya cerca de la noche, mientras subían cuestas que el ganado tomaba al paso, el nuevo Presidente de Sala le preguntaba si era él por su ventura el primer hombre a quien había querido, Ana inclinaba la cabeza y decía con una melancolía que le sonaba al marido a voluptuoso abandono.
  • Por otra, continuaba al frente de mi despacho de abogado, que tenía abierto en Petrel, primero, y en Alicante después, el cual despacho llegó a adquirir tal prestigio que me fue preciso tener en él dos compañeros que me ayudasen, uno de ellos don José Maestre y Vera, presidente que ha sido de la Diputación y gobernador de Vizcaya.
  • En tal sociedad había una junta de caballeros y otra agregada de damas protectrices (gramática del Presidente del círculo.) La Libre Hermandad se había fundado con ciertos aires de institución independiente de todo yugo religioso, y su primer presidente fue el señor don Pompeyo Guimarán, que de milagro no estaba excomulgado y que no comulgaba jamás.
  • A esto hubiera objetado don Pompeyo, si no despreciara tales hablillas, abroquelado en el santuario de su conciencia, hubiera contestado que don Leandro Lobezno, el obispo de levita, el Preste Juan de Vetusta, el seráfico presidente de la Juventud Católica, era millonario gracias a los bienes nacionales que había comprado cierto tío a quien heredara el don Leandro.
  • Pero como hubiera tenido el honor años atrás de ser elegido presidente de un Ateneo de infantería, y vístose en la necesidad de estudiar y pronunciar un discurso, se encontró con gran sorpresa excelente orador en su opinión y la de los jefes, y de una en otra vino a parar en hombre de letras, hasta el punto de jurarse solemnemente y con la energía que tan bien sienta en los defensores de la patria, ser un erudito.