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Ejemplos de oraciones con la palabra dragón

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra dragón en el contexto de una oración.

Término dragón: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "dragón" aquí tienes una selección de 55 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra dragón para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • El Dragón.
  • El piloto de El Dragón.
  • Cuando huíamos, El Dragón se hundió.
  • Se ató la rueda del gobernalle de El Dragón.
  • Los viajes de El Dragón tomaban un nuevo aspecto.
  • Era un monstruo, una furia, un dragón mitológico.
  • De pronto, El Dragón se detuvo y se puso a oscilar.
  • Una vez, en Liverpool, en la taberna del Dragón Rojo.
  • El Dragón siguió navegando, hundiéndose lentamente.
  • Desde que entró en El Dragón no hicimos un viaje feliz.
  • En El Dragón no se verificaban operaciones con el sextante.
  • Se llamaba El Dragón, nombre que trascendía a barco pirata.
  • Su amistad me hacía más llevadera mi estancia en El Dragón.
  • Aparecimos en el banquillo todos los tripulantes de El Dragón.
  • El Dragón era, como he dicho, una urca, una urca coquetona y elegante.
  • El Viejo así lo creía, y hablaba con su Dragón más que con su gente.
  • No me cabía ninguna duda de que mi tío Aguirre había navegado en El Dragón.
  • Sostenido sobre la flecha del tajamar ostentaba un dragón chino, blanco y dorado.
  • Las velas fueron desapareciendo majestuosamente y no quedó ni rastro de El Dragón.
  • Entre los cuarenta tripulantes que íbamos en El Dragón, los había de todas clases.
  • Al día siguiente el vómito negro se desarrolló en El Dragón con una gran violencia.
  • Pero, al fin, se pudieron arreglar estas diferencias y yo me encargué del mando de El Dragón.
  • A este muchacho se lo habían encontrado en El Dragón un día a bordo, al pasar por Santa Elena.
  • El Dragón no era de aquellos clásicos negreros que podían considerarse como ataúdes flotantes.
  • Entregar El Dragón a los ingleses, que, con cualquier pretexto, nos ahorcarían, era un disparate.
  • Sí, ahí lo tiene usted, mírelo abierto ya, con su boca negra, más fea que la boca de un dragón.
  • Quería que cambiásemos de nombre a El Dragón y nos dedicáramos a la piratería por el Pacífico.
  • Le llevaron de Liverpool a Amsterdam, y Zaldumbide lo rescató, pagando sus deudas y embarcándole en El Dragón.
  • Sin embargo, y a pesar de que todos protestábamos interiormente, se hizo la maniobra, y El Dragón quedó inmóvil.
  • Ilustración V LOS DOS TRISTANES Llevaba ya varios años en El Dragón, pensando algunas veces abandonar aquella vida.
  • Dejé salir La Maríbeles, y unos días después iba a Batavia y entraba en El Dragón con una absoluta inconsciencia.
  • El Dragón entraba en el río despacio, navegando sólo con las velas triangulares del foque y alguna del palo de proa.
  • Y si tú quieres entrar en El Dragón como piloto y con mi nombre, ahora mismo le escribo al capitán, que es un paisano.
  • Me preguntó dónde había navegado, y me expuso con gran claridad todos los peligros que corría al entrar en El Dragón.
  • Unas masas verdes de vegetación que allí flotan en el mar se habían acumulado en la proa y no dejaban avanzar a El Dragón.
  • Estábamos haciendo nuestras señales, cuando en un bote se acercaron a El Dragón dos individuos de la policía de aquella isla.
  • El Dragón era un buen barco, un barco seguro, en el que uno se podía confiar, con una arboladura gallarda y muchas velas de cuchillo.
  • El capitán nos daba algún dinero, que gastábamos alegremente, y cuando no nos quedaba un cuarto, íbamos todos volviendo a El Dragón.
  • El Dragón, como asombrado, dió un bote terrible, se inclinó hasta hundir la proa en el agua, se tendió al viento y se lanzó a la carrera.
  • Íbamos remolcados por El Dragón y protegidos por él, cuando el capitán cortó la amarra y comenzamos a alejarnos del barco a fuerza de remos.
  • El Dragón era de una Sociedad franco holandesa para la trata de negros, que tenía sus principales accionistas en Amsterdam, Saint Malô y Nantes.
  • ¡Andar así, llevados en las alas del tren, que algo tiene siempre, para las almas jóvenes, de dragón de fábula, era tan dulce, tan entretenido.
  • A la altura de San Vicente, un barco de guerra inglés nos dió caza dos veces, y a la última nos destrozó la arboladura de El Dragón a cañonazos.
  • El Dragón estaba autorizado, según decían, para usar cañones, y tenía tres de a seis pulgadas en la toldilla de popa y dos sobre el castillo de proa.
  • Dirigía a los holandeses Ryp, el cocinero de El Dragón, un hombre que tenía todo el cuerpo tatuado con la figura de los barcos en donde había servido.
  • Ilustración Por lo que dijo Allen, los dos blancos eran, uno, Ryp Timmermans, el cocinero de El Dragón, y el otro, un marinero holandés llamado van Stein.
  • EL DRAGÓN I EL CAPITÁN DE LA DAMA ZURI De la Compañía de vapores de Bilbao a Liverpool, pasé a otra de tras atlánticos de la línea de Burdeos a Buenos Aires.
  • Iriberri me dijo que la urca en donde navegó mi tío se llamaba El Dragón y que era de una Sociedad franco holandesa, y me dió tales detalles, que quedé convencido.
  • Habían pasado por allí varios de los antiguos tripulantes de El Dragón, habían hecho excavaciones en todos los montículos de la orilla del río, sin encontrar los cofres de Zaldumbide.
  • Ilustración IV DE OTRAS PERSONAS DISTINGUIDAS QUE FORMABAN LA TRIPULACIÓN DE EL DRAGÓN Como barco cuya tripulación la formaban gentes perseguidas y fuera de la ley, había allá mucho tipo extraño.
  • Al ponerse a tiro nuestro perseguidor, izó la bandera inglesa, y, sin más preámbulos, nos soltó una andanada, que hizo caer sobre la cubierta de El Dragón una verdadera lluvia de pedazos de madera, de poleas y de cuerdas.
  • ¡qué caballo de espadas! No era sino San Jorge en persona, el valeroso caballero andante de las celestiales milicias, con su dragón debajo, un dragón que parecía araña, en cuya tenazuda boca hundía la lanza con denuedo.
  • Tristán de Ugarte era el nombre con que el médico de Elguea había extendido la partida de defunción de mi tío, y El Dragón el nombre del barco en donde había navegado Juan de Aguirre, según me contó Francisco Iriberri.
  • Para cerciorarme de la verdad de lo dicho por el viejo de Burdeos, encargué al abogado de la Compañía, por cuenta de la cual yo navegaba, que se enterase en Londres de si entre las presas hechas hacía unos treinta años aparecía la de la ballenera de El Dragón.
  • Allí, en vez de las historias del buen truhán Fernando de Amezqueta, tuvieron que oir, contada por una vieja, la historia de don Teodosio de Goñi, un caballero navarro que, después de haber matado a su padre y a su madre, engañado por el Diablo, se fué de penitencia al monte con una cadena al pie, hasta que, pasados muchos años y siendo don Teodosio viejo, se le presentó un dragón, y ya iba a devorarle, cuando apareció el arcángel San Miguel y mató al dragón y rompió las cadenas al caballero.