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Ejemplos de oraciones con la palabra millones

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra millones en el contexto de una oración.

Término millones: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "millones" aquí tienes una selección de 44 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra millones para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Nada de buscar millones.
  • No digo yo por diez millones.
  • Se distinguía por sus millones.
  • Esa manera de pagar los cinco mil millones.
  • Tiene millones escondidos en el Banco y en el Monte.
  • Únicamente los que tienen millones pueden ser rumbosos.
  • Menchaca le impulsó a los negocios y los dos ganaron millones.
  • Mi novia, sus hermanos, la familia entera no veía más que millones por todas partes.
  • Le suponían poseedor de millones, y era el banquero de todos los mercaderes menesterosos.
  • En este baile de máscaras, en donde bailan millones de figuras abigarradas, tú me dices.
  • El muy tacaño, a pesar de sus millones, se había contentado con media docena de pasteles.
  • Y entonces gastaré un millón, dos millones, seis millones, en construir un asilo benéfico.
  • Don Frutos se volvió a Matanzas, prometiendo volver vengado, es decir, con muchos más millones.
  • Maissonnave quería que la Diputación le subvencionase un ferrocarril de Alicante a Alcoy con varios millones.
  • Cientos de papas, docenas de concilios, miles de pueblos, millones de piedras de catedrales y cruces y conventos.
  • Y decían esto con desdén olímpico, como si tuviesen a mano todos los millones del Banco de España en calderilla.
  • Comerciantes que no podían pagar una letra de veinticinco pesetas jugaban millones, dándose una vida de príncipes.
  • Ingresaría en el batallón audaz que, guiado por Morte, marchaba de jugada en jugada a la conquista de los millones.
  • Vaya, muchacho, debes tener más alma o retirarte del negocio, ¿Crees tú que se pescan millones sin correr peligro?
  • ¡Había callado tanto tiempo! ¿Que había mil preocupaciones, millones de obstáculos que se oponían a su felicidad?
  • Su tío Don Cayetano Villuendas estaba casado con Eulalia hermana del marqués de Casa Muñoz, y poseía muchos millones.
  • El nuevo pretendiente era el americano deseado y temido, don Frutos Redondo, procedente de Matanzas con cargamento de millones.
  • Entre el pueblo bajo corría la historia de las aras, de la ruina de don Santos, de los millones del Magistral depositados en el Banco.
  • Que Dorregaray andaba en tratos con Moriones para rendirse, que Moriones le había ofrecido diez millones de reales, en fin, mil indecencias.
  • Mas no por esto se hallaba menos decidido a seguir a su grande hombre, sosteniéndose a la baja, como medio seguro de conquistar los soñados millones.
  • Su casamiento, su marido, las Micaelas, todo esto se había alejado y puéstose a millones de leguas, en punto donde ni aun el pensamiento lo podía seguir.
  • Para don Fermín aquella muchacha delgada, fría, seca, no era más que el camino que conducía a don Francisco, que empleaba sus millones en comprar influencia.
  • Unos decían que era un farsante que había huido para comerse en el extranjero los millones robados a sus clientes con la hipócrita comedia de su sencillez y su filantropía.
  • Y hablaba sonriendo maliciosamente, golpeándose las manos con expresión satisfecha, como si le bastara un simple guiño para que las dos mil pesetas se multiplicaran en millones.
  • Pero no sólo del terror nació mi piedad, que ahora creo que va de veras, sino también de amor de Dios, y de un deseo vehemente de seguir a millones de millones de leguas a mi modelo inmortal.
  • La señorita Jacinta fue quien primero llevó los parabienes a la cocina, y la pincha perdió el conocimiento por figurarse que con los tristes cinco reales le habían caído lo menos tres millones.
  • Por junto, si no me engaño, eran cosa de cinco millones de pesos, como quien no dice nada, y además traíamos pieles de lobo, lana de vicuña, cascarilla, barras de estaño y cobre y maderas finas.
  • A este le gustaba el verso, el verso y tente tieso como él decía, y se declaraba a sí mismo, con la autoridad de sus millones de pesos, inteligente de primera fuerza, en achaques de comedias y dramas.
  • Pero él con tanta energía solicitó nuestra cooperación, que para aplacarle, tuvo el Rey que convenir en dar a Francia un subsidio de cien millones de reales, lo que equivalía a comprar a peso de oro la neutralidad.
  • Andrés recordaba el caso frecuente de muchachos imbéciles, hijos de familias ricas, y demostraba que un hombre con un arca llena de oro y un par de millones del Banco de Inglaterra, en una isla desierta, no podría hacer nada.
  • Pero carta va, carta viene entre Londres y Madrid, lo cierto es que se quedaron con el dinero, y me parece que cuando a mí me nazca otra pierna, entonces el Rey de España les verá la punta del pelo a los cinco millones de pesos.
  • Vivía inquieto, nervioso, y en sus palabras y ademanes notábase cierto tono de grandeza, sin duda por la costumbre adquirida de hablar de millones y más millones con tanto desprecio como si fuesen pañuelos de dos pesetas docena.
  • Veinte siglos de religión, millones de espíritus ciegos, perezosos, que no veían el absurdo porque no les dolía a ellos, que llamaban grandeza, abnegación, virtud a lo que era suplicio injusto, bárbaro, necio, y sobre todo cruel.
  • Aquellos millones fantásticos, saliendo de la boca de Juanito, rodaban sobre el pobre tapete de la mesa, parecían infundir por la mísera habitación un ambiente de aplastante opulencia, algo semejante a la sonora vibración de montones de oro.
  • ¡Afortunado mortal! Desde entonces, su nombre pareció llenar la habitación, y las dos mujeres le aposentaron en su memoria, imaginándolo como un ser poderoso, todo bondad, que peloteaba los millones y se divertía haciendo ricos a los pobres.
  • ¡Lástima que tantos y tantos millones de hombres como viven en las tinieblas de la idolatría, de la herejía, etc., no tuviesen el talento natural de los vetustenses apiñados en el crucero de la catedral, alrededor del público! La salvación del mundo sería un hecho.
  • Y él, puesto ya en el camino de la suerte, aseguraba a su dependiente que antes de un año tendría millones, sí señor, millones no nominales ni de mentirijillas como los que compraba y vendía en la Bolsa, sino reales y efectivos, prontos a convertirse en fincas o en acciones.
  • Algunos millones más tenía don Frutos, pero al Vespucio de las Águilas ni don Frutos ni San Frutos ni nadie le ponía el pie delante tocante al rumbo y él era el único vetustense que hacía visitas en coche y tenía lacayos de librea con galones a diario, si bien a estos lacayos jamás conseguía hacerles vestirse con la pulcritud, corrección y severidad que él había observado en los congéneres de la Corte.
  • Don Baldomero II, que así es forzoso llamarle para distinguirle del fundador de la dinastía, heredó en 1848 el copioso almacén, el sólido crédito y la respetabilísima firma de Don Baldomero I, y continuando las tradiciones de la casa por espacio de veinte años más, retirose de los negocios con un capital sano y limpio de quince millones de reales, después de traspasar la casa a dos muchachos que servían en ella, el uno pariente suyo y el otro de su mujer.