Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra largas

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra largas en el contexto de una oración.

Término largas: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "largas" aquí tienes una selección de 75 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra largas para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Como no te decidías y dabas largas.
  • Mira, chiquilla, si no te largas, verás.
  • ¡Si no te largas, de la patada que te doy.
  • Eran ridículas unas relaciones muy largas.
  • Se oyen, a lo lejos, dos campanadas largas.
  • Es fiera y las hambres largas le ponen furioso.
  • Este punto le debatió largas horas en la soledad.
  • Justamente don Álvaro tenía las piernas muy largas.
  • Que pasa allí largas horas de la tarde y de la noche.
  • Como tres horas largas estuvo doña Lupe fuera de su casa.
  • Pero aquellas más largas ausencias del hogar no le engañaron.
  • Señorita, ahí está un hombre con barbas largas, muy aseñorado.
  • Penden de largas estacas, ringladas en los muros, enjalmas y ataharres.
  • Rosita, durante la convalecencia, tuvo largas conversaciones con Martín.
  • Pasan labriegos con sus largas cabazas amarillentas, de cogulla a la espalda.
  • Y de pronto suenan lentas las campanas, en unas vibraciones largas y pausadas.
  • El cuerpo fornido, las manos largas, negras y poco familiarizadas con el jabón.
  • Los ojos, pequeños, grises y vivos, debajo de unas cejas largas y amarillentas.
  • Mirado de medio abajo parecía tenedor o compás, con dos piernas largas y flacas.
  • Fuera de las dos calles largas, solo tiene callejones húmedos y estrechos y la plaza.
  • Esta muchacha tiene la cara ovalada, largas las pestañas, los ojos dulcemente atristados.
  • Hay una gran bodega, con sus cubos, sus prensas, sus conos, sus largas ringleras de toneles.
  • El cielo se cubre de nubes plomizas, y llueve de cuando en cuando en largas cortinas de agua.
  • El médico de la sala, amigo de Julio, era un vejete ridículo, con unas largas patillas blancas.
  • El Magistral mordía yerbas largas y ásperas y meditaba con una sonrisa amarga entre los labios.
  • Sillas largas, mecedoras, marquesitas, confidentes, taburetes, todo era una conjuración de la pereza.
  • Visten de somonte y usan greñas largas, cortadas sobre la frente a la manera de los antiguos siervos.
  • Hay graneros oscuros, sosegados, silenciosos, con largas filas de alhorines hechos de delgadas citaras.
  • Pero una noche, después de largas ausencias, llegó Feijoo al café, y sentándose los dos aparte, le dijo.
  • Ha soltado también Azorín en la caja una tejenaria, o sea una de esas arañas domésticas de largas patas.
  • En los pueblos sobran las horas, que son más largas que en ninguna otra parte, y, sin embargo, siempre es tarde.
  • Pasan por las calles largas procesiones de penitentes, Cristos lacios y sanguinosos, Vírgenes con espadas de plata.
  • Sonaban, unas largas, otras breves, las campanadas del Angelus, y ella ha rezado sus habituales oraciones a la Virgen.
  • El labriego, el artesano, el pequeño propietario, que pierden sus cosechas o las perciben escasas tras largas penalidades.
  • A un lado estaba la taberna, con mesas de pino largas que podían levantarse y sujetarse a la pared, y en el fondo la cocina.
  • Hasta aquellas chimeneas delgadas, largas, como monumentos de una idolatría, parecían parodias de las agujas de las iglesias.
  • Este personaje decorativo gastaba patillas largas y blancas, abdomen abultado, pantalón obscuro y una chaquetilla blanca, de dril.
  • Y todo quedó en silencio, y los párpados de Mauricia se abatieron, proyectando sobre las ojeras la sombra de sus largas pestañas.
  • ¡Cállate, zángano! Y zángano tenía para ella, como lo había tenido para la Tía, un sentido de largas y profundas resonancias.
  • Y determinó consagrar algunas horas de las largas noches de invierno a enseñar al chiquillo el abecedario, la doctrina y los números.
  • El gozo, algunas noches, no la dejaba dormir, y se pasaba largas horas jugando con su idea ya realizada, saltándola como Feijoo saltaba el bilboquet.
  • Con largas cañas colgadas del techo, de las que en otoño penden colgajos de uvas, melones reverendos, gualdos membrillos, manojos de hierbas olorosas.
  • Idénticas largas trenzas negras, idéntico rostro pálido, pero más mate, más moreno, de óvalo más puro, de ojos más luminosos y mirada más firme.
  • Durante aquellas largas horas de cama, con la debilidad que sucedió a la calentura vinieron accesos de melancolía, y meditaciones filosófico religiosas.
  • Poco a poco iban siendo menos los ratos de extravío, y se pasaba largas horas completamente despejado y tratando de cualquier asunto con discreta naturalidad.
  • Para hacerle comprender mejor que con largas explicaciones algo de lo que ocurría, sacó la inscripción, que llevaba dentro de un sobre y este envuelto en un papel.
  • Y como allí se repara todo, se observó también que, además de las acostumbradas estaciones en las tabernas, Primitivo se pasaba largas horas en casa de Barbacana.
  • Las largas filas de hachas encendidas, se perdían a lo lejos hacia arriba, mostrando la luz amarillenta de los pábilos, como un rosario de cuenta, doradas, roto a trechos.
  • Yo creo añadía Joaquinito, y Paco cree lo mismo, que esto es inverosímil y que Frígilis quiere dar largas al asunto a ver si convence a Mesía y lo hace marcharse de Vetusta.
  • Cerca, en la casa de al lado, hay un taller de modistas, y a ratos estas simples mujeres cantan largas tonadas melancólicas, tal vez acompañadas por la guitarra de un visitador galante.
  • Los gatos de casa de Andrés salían por la ventana y hacían largas excursiones por estas tejavanas y saledizos, robaban de las cocinas, y un día, uno de ellos se presentó con una perdiz en la boca.
  • Ganaba mi hombre todo lo que necesitaba, y era venturoso, y la sujeción del día la compensaba con las largas expansiones de charla y copas que se daba de noche en algún café, convidando a los amigos.
  • Juan Pablo no era de estos, y se ponía gustoso, con respecto a su generoso inglés, en ese estado de subordinación moral, propio del insolvente a quien se le dan todas las largas que él quiere tomarse.
  • La concurrencia crecía cada año, y era forzoso apelar al reclamo, recibir y expedir viajantes, mimar al público, contemporizar y abrir cuentas largas a los parroquianos, y singularmente a las parroquianas.
  • Hacía algún tiempo que a esta se le había despertado vivo entusiasmo por las empresas de la Pacheco, y a más de reservarle todo el dinero que podía, se picaba los dedos cosiendo para ella durante largas horas.
  • En cuanto la dejaban sola, y eran largas sus soledades, los ojos se agarraban a las páginas místicas de la Santa de Ávila, y a no ser lágrimas de ternura ya nada turbaba aquel coloquio de dos almas a través de tres siglos.
  • Mi compañero suspira, levanta los ojos al cielo, se pasa la mano por la ancha frente como para disipar una pesadilla terrible, cruza los brazos en las largas esperas de plato a plato como pidiendo a sí mismo serenidad y calma.
  • De un salto se puso sobre una pipa medio podrida que estaba allá arrinconada, y haciendo escala de unos restos de palos de espaldar clavados entre la piedra, llegó, gracias a unas piernas muy largas, a verse a caballo sobre el muro.
  • Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, Antonio Cuadros, sucesor de García y Peña, colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños.
  • El rapaz respondió que no, y al punto destacose del grupo la niña de las zancas largas, de las greñas sueltas y de los zapatos de orillo, apartando a manotadas a todos los demás muchachos que se enracimaban ya en derredor de las señoras.
  • En el coche, la mortecina luz de la lamparilla cae sobre los cuadros, rojos, azules, negros, de una manta, resbala sobre la uniformidad parda de la pañosa castellana, se desliza, medrosa, entre las largas y argentadas hebras de la barba del anciano.
  • Los gitanos, secos, bronceados, de zancas largas y arqueadas, zamarra con remiendos y gorra de pelo, bajo la cual brillaban sus ojos con resplandor de fiebre, hablaban sin cesar, echando su aliento á la cara del comprador como si quisieran hipnotizarle.
  • Al día siguiente de llegar allí, paseaba por los muelles, contemplando la punta del Cuervo y la de los Españoles, la embocadura del río Elhorn, y en el puerto las fragatas, los bricks, los vapores y las largas chalupas de cincuenta remos, tripuladas por los forzados.
  • Maximiliano permanecía largas horas en su despacho o en la alcoba, sin salir ni siquiera a los pasillos, sumergido en una meditación que más bien parecía somnolencia, por lo común echado en el sofá, la vista fija en un punto del techo, al modo de penitente visionario.
  • Llegaba a su gabinete y también allí se apretaba contra los vidrios y miraba con ojos distraídos, muy abiertos y fijos, las ramas desnudas de los castaños de Indias, y los soberbios eucaliptos, cubiertos de hojas largas, metálicas, de un verde mate, temblorosas y resonantes.
  • Y al día siguiente volvía á la fábrica, para sufrir los mismos temores al regreso, animada únicamente por la esperanza de que pronto vendría la primavera, con sus tardes más largas y los crepúsculos luminosos, que la permitirían volver á la barraca antes que obscureciese.
  • Y una noche, reparando al cenar que Paula era mal formada, angulosa, sintió una lascivia de salvaje, irresistible, ciega, excitada por aquellos ángulos de carne y hueso, por aquellas caderas desairadas, por aquellas piernas largas, fuertes, que debían de ser como las de un hombre.
  • Y tan agradecido era el buen hombre al comercio español, que enviaba a los de acá su retrato y los de sus catorce mujeres, unas señoras tiesas y pálidas como las que se ven pintadas en las tazas, con los pies increíbles por lo chicos y las uñas increíbles también por lo largas.
  • Las largas filas de rosales, los macizos de plantas, toda esa jardinería mutilada y corregida por las tijeras del hortelano, reverdecía con el soplo cálido de la tarde y se cubría de flores, uniendo sus simples perfumes a la estela de esencias que dejaban las señoras tras su paso.
  • La alegría del campo, al verse libres de la mirada interrogante y severa de las mamas, convertíalas en niñas revoltosas, y a pesar de sus altos peinados, de sus faldas largas y ajustadas, correteaban, enseñando sus lindos pies y aleteando con sus enaguas como una bandada de pájaros.
  • La torre de la catedral allá arriba, como en la cúspide de un monumento, encaje de piedra obscura sobre fondo de naranja y de violeta de un cielo suave, listado, de nubes largas, estrechas, ondeadas, quietas sobre el abismo, como esperando a que se acostara el sol para cerrar el horizonte.
  • Lo malo era que en aquellas largas horas, a veces aburridas, que pasaba de rodillas ante el Sacramento, la faz envuelta en un gran velo al modo de mosquitero, la pecadora solía fijarse más en la custodia, marco y continente de la sagrada forma, que en la forma misma, por las asociaciones de ideas que aquella joya despertaba en su mente.
  • ¡Cuánto más hermosa, aunque estuviera fuera de toda idea de belleza tradicional, la función de un motor eléctrico, que no este trabajo muscular, rudo, bárbaro y mal aprovechado! VI TIPOS DE CASINO AL llegar el invierno, las noches largas y frías hicieron a Hurtado buscar un refugio fuera de casa, donde distraerse y pasar el tiempo.
  • Quiso resarcirse del breve paréntisis en su vida de amante, y esperó a Tónica en las calles, sosteniendo con ella largas pláticas que la hacían llegar tarde a casa de las parroquianas, enterándose con minuciosidad de las tardes que había pasado en melancólica calma leyendo novelas sentimentales, mientras Micaela, la fiel amiga, cocinaba, preparando la modesta merienda.
  • Y no contento con las largas conversaciones que allí sostenía con su novia, todavía por las mañanas, a la hora en que Amparo estaba en el tocador, las criadas en el Mercado y la mamá en la cama, subía la escalera, y en el rellano, ante la puerta entreabierta de la habitación, hablaba más de una hora con Conchita, hasta que se levantaba doña Manuela y comenzaba el movimiento de la casa.