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Ejemplos de oraciones con la palabra admiraba

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra admiraba en el contexto de una oración.

Término admiraba: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "admiraba" aquí tienes una selección de 38 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra admiraba para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Tanto le admiraba.
  • Admiraba a su amiguita, elogiaba su hermosura y su virtud.
  • Uno de los hombres que menos admiraba Plácido era Guttenberg.
  • Era un desfile brillante de autoridades y uniformes, que admiraba a los papanatas.
  • El populacho religioso admiraba sin peros ni distingos la humildad de aquella señora.
  • En la casa todo el mundo le admiraba, y el buen señor, que era muy ingenuo, me decía.
  • Bismarck, detrás de la Wamba, no veía del canónigo más que los bajos y los admiraba.
  • Y admiraba no menos el desdén con que se veía y oía todo aquello desde palcos y butacas.
  • ¡Oh! ¡oh! ¡ya! ¡ya! exclamó Infanzón que hacía mucho admiraba de lejos al señor Magistral.
  • Apuró de nuevo el vaso, y el otro José admiraba igualmente su facundia y su receptividad de bebedor.
  • El señor Cuadros, después de soltar esta barbaridad, miró a su mujer, que, como siempre, le admiraba.
  • Carraspique, único testigo de la escena, temblaba y admiraba con terror el poder del Magistral y su energía.
  • Ana le admiraba, le cuidaba, estaba por decir que le adoraba, de tal suerte, que el peligro cada día era mayor.
  • Guimarán con los brazos cruzados también, entre la alcoba y la sala, admiraba lo que él llamaba la muerte del justo.
  • Obdulia admiraba sinceramente las formas y el cutis de Ana, y allá en el fondo del corazón, le envidiaba la piel de tigre.
  • Lo que más me chocaba y admiraba de toda la sala era una pareja de chinitos, metidos cada uno en un fanal, que movían la cabeza.
  • Jamás había leído a Voltaire, pero le admiraba tanto como le aborrecía Glocester, el Arcediano, que no lo había leído tampoco.
  • Tras el palio, la gente admiraba un nuevo grupo de capas de oro, sobre las cuales sobresalía la puntiaguda mitra y el brillante báculo.
  • Paco admiraba en silencio la hermosura de Ana, cuya cabeza hundida en la blancura blanda de las almohadas le parecía una joya en su estuche.
  • No tenía más compañía que la de Papitos, que se escapaba de la cocina para ponerse al lado de la señorita, cuya hermosura admiraba tanto.
  • Conociendo perfectamente su valer moral, admiraba en ella las virtudes que él no tenía y que según su criterio, tampoco le hacían mucha falta.
  • El zapato que admiraba Bismarck, el delantero, y el solideo que brillaba como un sol negro, ocupaban los respectivos extremos del importante personaje.
  • La persuasión de la victoria estaba tan arraigada en mi ánimo, que me inspiraban cierta lástima los ingleses, y les admiraba al verles buscar con tanto afán una muerte segura.
  • Pensando la Regenta en aquella niña que había sido ella, la admiraba y le parecía que su vida se había partido en dos, una era la de aquel angelillo que se le antojaba muerto.
  • Muchacho, muchacho, que te resbalas advirtió el padre del deslenguado, que estaba presente y admiraba la desfachatez de su hijo, adquirida positivamente en Madrid, y muy a su costa.
  • El beneficiado admiraba al Magistral, creía en su porvenir, se le figuraba obispo, cardenal, favorito en la corte, influyente en los ministerios, en los salones, mimado por damas y magnates.
  • Entre tanto, Ana pensaba que tal vez no había entre aquella muchedumbre que admiraba su hermosura otro más digno de poseerla que aquel don Víctor, a pesar de sus cuarenta y pico, pico misterioso.
  • Creyó el gran perdis que su amigo estaba loco, y en el fondo de su alma le compadecía, aunque admiraba el atrevimiento de Rubín para hacer la más grande y escandalosa calaverada que se podía imaginar.
  • Y hacía una relación de periódico de modas ante sus hermanas, que prestaban oído sin dejar de engullir, y la mamá, que admiraba el talento de observación de su hijo y la gracia con que se burlaba de los defectos.
  • Todo lo que imaginaba le parecía excelente, y al contemplar la belleza que acababa de crear, la admiraba tanto que lloraba enternecida, lloraba lo mismo que cuando pensaba en el amor del Niño Jesús y de su Santa Madre.
  • Después se hizo diputado provincial para venir a jugar al tresillo también, y por fin se hizo vecino de Vetusta para no separarse nunca de aquellos espadas a quien admiraba, de camino que les hacía ricos sin sospecharlo.
  • Su pobre tío, don Primitivo, el sacerdote ingenuo que las había criado a las dos hermanas y les enseñó el catecismo de la doctrina cristiana explicado según el Mazo, sintió siempre un profundo respeto por la inteligencia de su sobrina Tula, a la que admiraba.
  • De los libros de Balmes sólo admiraba El Criterio y ¡quien se lo hubiera dicho al señor Carraspique! en las novelas, prohibidas tal vez, de autores contemporáneos, estudiaba costumbres, temperamentos, buscaba observaciones, comparando su experiencia con la ajena.
  • ¡Cuánto me alegro de verla! Y con esto se agotó el repertorio de frases de la buena mujer, que se sentía cohibida en presencia de la señora, hablando poco por temor a decir disparates y atraerse el enojo del esposo, a quien admiraba como modelo de finura y bien decir.
  • Yo, puesto en el lugar donde creía estorbar menos, no cesaba de contemplar al comandante, que mandaba desde el alcázar con serenidad heroica, y me admiraba de ver a mi amo con menos calma, pero con más entusiasmo, alentando a oficiales y marineros con su ronca vocecilla.
  • Y después del triunfo de su hijo sobre la impiedad representada en don Pompeyo Guimarán, después de aquella conversión gloriosa, su madre le admiraba con nuevo fervor y procuraba ayudarle en la satisfacción de sus deseos íntimos, guardando siempre los miramientos que exigía lo que ella reputaba decencia.
  • , y cuando pienso en que esa tunanta me aborrece y se va de mejor gana con cualquier gañán de los que acuden descalzos a alquilarse para majar el centeno, ¡tengo mientes de aplastarle los sesos como a una culebra! Julián oía estupefacto aquellas miserias de la vida pecadora, y se admiraba de lo bien que teje el diablo sus redes.
  • Mientras Estupiñá admiraba, de mostrador adentro, las grandes novedades de aquel Museo universal de comestibles, dando su opinión pericial sobre todo, probando ya una galleta de almendra y coco, que parecía talmente mazapán de Toledo, ya apreciando por el olor la superioridad del té o de las especias, la dama se tomaba por su cuenta a uno de los dependientes, que era un Samaniego, y.