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Ejemplos de oraciones con la palabra armas

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra armas en el contexto de una oración.

Término armas: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "armas" aquí tienes una selección de 55 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra armas para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Contrabando de armas.
  • Son las armas de él.
  • Sacaba las armas del débil.
  • Si prefieres las armas de fuego.
  • Haráse a las armas, y no se reirá.
  • A fe, Pablos, que os hacéis a las armas.
  • Estaban allí las armas y la indumentaria.
  • Un león por armas tengo, y Benavides se llama.
  • Nunca había habido en Vetusta una sala de armas.
  • Los lobos del escudo de armas no se han amansado.
  • ¿Es verdad que tenéis armas escondidas cerca de Urdax?
  • Pero no podía encontrar las armas, es decir, las palabras.
  • El orgulloso francés llevaba dos barcos bien pertrechados de armas.
  • No tuvimos tiempo de hacer uso de nuestras armas, y quedamos prisioneros.
  • Debajo del cuarto del capitán se encontraba la sala de armas y la Santa Bárbara.
  • Aquella noche anduvieron todos los patios reconociendo las caras y mirando las armas.
  • Ello es, que si armas arriba una escena de honor ultrajado, en seguida hay otra de entierro.
  • Lo único que en el castillo recordaba los Pazos actuales era el majestuoso escudo de armas.
  • No parecían armas, se había hablado del sable primero, pero no parecían sables de desafío.
  • Pues nada menos que esto se proponían aquellas devotas de armas tomar, militantes como coraceros.
  • Pero envainó su mentira, como el hombre prudente que reserva para los casos graves el uso de las armas.
  • Rubín, lleno de despecho, resobaba sus libritos de a treinta céntimos para buscar armas contra la Iglesia.
  • Briones mandó a los tiradores de la vanguardia preparasen sus armas y fueran avanzando despacio en guerrilla.
  • Muchas veces habían dejado en manos de jóvenes carlistas, disfrazados de boyerizos, barricas llenas de armas.
  • Muchachos cerriles que aspiraban á ser mancebos en las barberías de la ciudad hacían allí sus primeras armas.
  • Contaba hechos de armas y aventuras de cuartel con una gracia burda y una sinceridad zafia que levantaban ampolla.
  • Empuñó las armas, se agregó a un cuerpo de ejército, y a los primeros disparos, los prusianos le dejaron seco.
  • Porque este viejo va de una parte a otra, por los pueblos, repartiendo sus cartelas con las armas de los apellidos.
  • Segunda, que cuando se le antojase pasarse con armas y bagajes al campo opuesto, conseguiría siempre hundir a Trampeta.
  • El alguacil les recogía las varas y cayados, considerándolos armas ofensivas, incompatibles con el respeto al tribunal.
  • A un lado se dice que estas armas consisten según van dibujadas en un león y un lobo que sostienen una filacteria en que se lee.
  • Los yanquis, que eran todos vendedores de tocino, al ver a los primeros soldados españoles, dejarían las armas y echarían a correr.
  • Ninguno de los hombres llevaba armas, pero a garrotazos mataron tres de aquellos furiosos animales, Zalacaín dos y el de Larrau otro.
  • A estos se llegaban otros cuatro hombres, rapantes como leones de armas, todos agrillados, gente de azotes y galeras, chilindrón legítimo.
  • Mostraba entre las peñas y matorrales cuevas en donde, según la tradición popular se guardaban armas cuando la guerra de la Independencia.
  • La fila de troncos de árbol que había en el camino indicaba que por allí se habían hecho desembarcos de armas o de contrabando en otras épocas.
  • Creíale más valiente que el Cid, más diestro en las armas que el Zuavo, su figura le parecía un figurín intachable, aquella ropa el eterno modelo de la ropa.
  • En seguida el piloto nos mandó encender la linterna de la Santa Bárbara, bajamos al pañol de las armas y de la pólvora y tomamos cada uno nuestro rifle y cartuchos en abundancia.
  • Gran parte de sus rentas la empleaba en servicio de la Iglesia, y especialmente en dotar monjas, levantar conventos y proteger la causa de Don Carlos, mientras estuvo en armas el partido.
  • ¡Oh, qué maravillosamente lo ha hecho vuestra reverencia! Justó muy ruinmente el señor don Fulano, y dio el sayete de armas al truhán, porque le loaba de haber llevado muy buenas lanzas.
  • Pasaron ratos muy dichosos visitando las soberbias fábricas de Batlló y de Sert, y admirando sin cesar, de taller en taller, las maravillosas armas que ha discurrido el hombre para someter a la Naturaleza.
  • Al oírlas, un relámpago glacial le corría por todo el espinazo, y sentía que las insinuaciones de su compañera concordaban con sentimientos que ella tenía muy guardados, como se guardan las armas peligrosas.
  • Raro era el día que no echaban los periódicos un extraordinario anunciando batallas, desembarcos de armas, movimientos de tropas, cambios de generales y otras cosas que por lo común daban pie a inacabables comentarios.
  • Vino la justicia, comenzó a hacer información, prendió a berceras y muchachos mirando a todos qué armas tenían y quitándoselas, porque habían sacado algunos dagas de las que traían por gala y otros espadas pequeñas.
  • Mas como la gente al gran ruido cargase y la casa estuviese llena della, viendo que no podían afrentarse con las armas, decíanse palabras injuriosas, entre las cuales el alguacil dijo a mi amo que era falsario y las bulas que predicaba que eran falsas.
  • Las armas de la casa, trazadas con mirto en el suelo, eran ahora intrincado matorral de bojes, donde ni la vista más lince distinguiría rastro de los lobos, pinos, torres almenadas, roeles y otros emblemas que campeaban en el preclaro blasón de los Ulloas.
  • Llegó a mí, y viendo que no tenía ningunas, porque me las habían quitado y metídolas en una casa a secar con la capa y sombrero, pidióme, como digo, las armas, al cual respondí, todo sucio, que si no eran ofensivas contra las narices, que yo no tenía otras.
  • Se me representan los barcos, no como ciegas máquinas de guerra, obedientes al hombre, sino como verdaderos gigantes, seres vivos y monstruosos que luchaban por sí, poniendo en acción, como ágiles miembros, su velamen, y cual terribles armas, la poderosa artillería de sus costados.
  • Cuando se quedaron solos los Delfines, Jacinta se despachó a su gusto con su marido, y tan cargada de razón estaba y tan firme y valerosa, que apenas pudo él contestarle, y sus triquiñuelas fueron armas impotentes y risibles contra la verdad que afluía de los labios de la ofendida consorte.
  • XXII Tuvo, pues, que salir al romper el alba, dando diente con diente, caballero en la mansa pollinita, y siendo blanco de las bromas de los cazadores, porque iba vestido de modo asaz impropio para la ocasión, sin zamarra, ni polainas de cuero, ni sombrerazo, ni armas ofensivas o defensivas de ninguna especie.
  • Como vos sabedes yo so contado aquí por el mas esforzado ome y ardite en el fecho de las armas en toda esta tierra y paresce que los d Ohando a vos han traído por la mejor lanza de Navarra por vengar la muertte de mi suegro que foe en la pelea peleada con lealtad en el Somo é como el cuibdaba matar a mi, yo a el.
  • Martín y Capistun, además de mulas y de caballos, habían llevado a diferentes puntos de Guipúzcoa y de Navarra, armas y materias necesarias para la fabricación de pólvora, cartuchos y proyectiles, y hasta llegaron a pasar por la frontera un cañón, de desecho de la guerra franco prusiana, vendido por el Estado francés.
  • únicamente cuando los cómicos hacen mucho ruido, bien con armas de fuego, o con una de esas anagnórisis en que todos resultan padres e hijos de todos y enamorados de sus parientes más cercanos, con los consiguientes alaridos, sólo entonces vuelve la cabeza la buena dama de Vetusta, para ver si ha ocurrido allá dentro alguna catástrofe de verdad.
  • Creados por una época positivista, y adecuados a la ciencia náutico militar de estos tiempos, que mediante el vapor ha anulado las maniobras, fiando el éxito del combate al poder y empuje de los navíos, los barcos de hoy son simples máquinas de guerra, mientras los de aquel tiempo eran el guerrero mismo, armado de todas armas de ataque y defensa, pero confiando principalmente en su destreza y valor.
  • Figúrense ustedes, señores míos, un hombre viejo, más bien alto que bajo, con una pierna de palo, el brazo izquierdo cortado a cercén más abajo del codo, un ojo menos, la cara garabateada por multitud de chirlos en todas direcciones y con desorden trazados por armas enemigas de diferentes clases, con la tez morena y curtida como la de todos los marinos viejos, con una voz ronca, hueca y perezosa que no se parecía a la de ningún habitante racional de tierra firme, y podrán formarse idea de este personaje, cuyo recuerdo me hace deplorar la sequedad de mi paleta, pues a fe que merece ser pintado por un diestro retratista.