Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra arrogante

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra arrogante en el contexto de una oración.

Término arrogante: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "arrogante" aquí tienes una selección de 29 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra arrogante para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Su estatura era alta, mas no arrogante.
  • Tenía también una arrogante presencia.
  • José Izquierdo representaba cincuenta años, y era de arrogante estatura.
  • En todas partes parecía hermoso, dominaba a todos con su arrogante figura.
  • Aquel don Álvaro era otro buen mozo, listo también, arrogante, hombre de mundo.
  • Arrogante en su humildad, que más quería parecer cortesía que virtud cristiana.
  • Gritó Juan Pablo, alzando arrogante la voz, que a mí no se me manda callar, ¿estamos?
  • Pero estaba bella en rigor de verdad, y más arrogante, varonil y napoleónica que nunca.
  • Había que ver a Pedernero transfigurado, hecho un orador ardiente y lleno de arrogante facundia.
  • Así es que se quedaron voladas al encontrarse con un arrogante mozo, que les decía campechanamente.
  • Te lo devolveré pronto dijo la arrogante señora abrazando a Juanito y mojándole el rostro con sus lágrimas.
  • Ana vio aparecer en el púlpito de la izquierda del altar la figura de Glocester, siempre torcida pero arrogante.
  • Vestía con el arrogante lujo de ciertos personajes de provincia que quieren revelar en su porte su buena posición social.
  • Fuerte era como un roble Paula, pero Francisco había sido el más arrogante mozo de nuestro ejército, y tenía músculos de oso.
  • La salud había vuelto, purificada con cierta unción de idealidad, al cuerpo de arrogante transtiberina de aquel modelo de madona.
  • Mesía, dejando detrás de sí a su amigo, ocupó el medio del balcón, arrogante y desafiando las miradas de los clérigos que pasaban debajo de él.
  • Y sin embargo, despedía su arrogante persona cierto tufillo bravío y montaraz, y lo duro de su mirada contrastaba con lo afable y llano de su acogida.
  • Pero hacía esfuerzos para sonreir, y á cada excitación de venganza contestaba con un gesto arrogante, afirmando que corría de su cuenta el castigar al enemigo.
  • ¡Canallas! Y ahí vimos a ese arrogante don Carlos, con sus terribles batallones, echando granadas y granadas, para tener luego que escaparse corriendo hacia Vera.
  • ¡qué arrogante primer galán en comedia de costumbres haría el dignísimo don Álvaro! Pero ya que las tablas no le llamasen ¿por qué no se hacía diputado a Cortes?
  • En el balcón al obscurecer, en cuantas ocasiones podía, se acercaba, se apretaba contra su víctima, la llenaba de deseos de él, de su arrogante belleza varonil y simpática.
  • Era una especie de resurrección del ánimo, de la imaginación y del sentimiento la aparición de aquella arrogante figura de caballo y caballero en una pieza, inquietos, ruidosos, llenando la plaza de repente.
  • El Magistral, con la boca abierta, sin sonreír ya, con las agujas de las pupilas erizadas, devoraba a miradas aquella arrogante amazona de la religión, que labraba con arte la naturaleza, por fuera, y él por dentro, por el alma.
  • ¡Soberbio vaso en verdad para encerrar un Moscoso legítimo, magnífico patrón donde injertar el heredero, el continuador del nombre! El marqués presentía en tan arrogante hembra, no el placer de los sentidos, sino la numerosa y masculina prole que debía rendir.
  • Ana vio aparecer debajo del arco de la calle del Pan, que une la plaza de este nombre con la Nueva, la arrogante figura de don Álvaro Mesía, jinete en soberbio caballo blanco, de reluciente piel, crin abundante y ondeada, cuello grueso, poderosa cerviz, cola larga y espesa.
  • Oh, si le fuera lícito vestir su traje de cazador, su zamarra ceñida, su pantalón fuerte y apretado al muslo, sus botas de montar, su chambergo, entonces sí, iría de paisano, y la vanidad le decía que en tal caso no tendría que temer el parangón con el arrogante mozo a quien aborrecía.
  • Doña Lupe tenía una falda de diario con muchos y grandes remiendos admirablemente puestos, delantal azul de cuadros, toquilla oscura envolviendo el arrogante busto, pañuelo negro en la cabeza, mitones colorados y borceguíes de fieltro gruesos y blandos, tan blandos que sus pasos eran como los de un gato.
  • Pero era tan arrogante y bien plantada, unía a su elevada estatura tal opulencia de formas, que todavía causaba cierta ilusión, especialmente a los adolescentes, que con la extravagancia del deseo hambriento sienten ante los desbordamientos e hinchazones de la hermosura en decadencia la admiración que niegan a la frescura esbelta y juvenil.
  • Las hachas de los acólitos dejaron a Anita ver a una claridad temblona y amarillenta la figura arrogante del Magistral al mismo tiempo que la esbelta y graciosa de don Álvaro, que con los ojos medio cerrados, semi dormido, con la cabeza inclinada, y cogido a la verja que separaba las capillas, parecía atender a los oficios divinos con el recogimiento propio de un sincero cristiano.