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Ejemplos de oraciones con la palabra ataúd

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra ataúd en el contexto de una oración.

Término ataúd: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "ataúd" aquí tienes una selección de 17 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra ataúd para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Había que mandar construir un ataúd en Lúzaro.
  • Se perdió el ataúd entre el oleaje de seda y percal obscuro.
  • Ella iría á la ciudad con dos compañeras, para comprar la mortaja y el ataúd.
  • Nada les afectaba el peligro que corría la nave, porque ésta no era ya más que su ataúd.
  • Pero la paz ajustada espontáneamente ante el blanco ataúd del pequeño no llegaba á turbarse.
  • Enviamos a un hombre a que encargara el ataúd al carpintero, y Urbistondo y yo nos quedamos en la casa.
  • La ropa que cuelgo me representa siempre hombres ahorcados, o difuntos que salen del ataúd con la mortaja puesta.
  • Cuando Guillermina y Fortunata salieron, ya el ataúd era bajado en hombros de dos jayanes para ponerlo en el carro humilde que esperaba en la calle.
  • Encima tendió una colcha de almidonadas randas, y puso sobre ella el pequeño ataúd traído de Valencia, una monada, que admiraban todas las vecinas.
  • Pasó por el lugar donde había encontrado el fúnebre cortejo, y no pensó ya en aquel ataúd blanco que le obsesionaba con la más amarga de las seducciones.
  • Ésta comenzaba á ondular por el camino grande, marcándose el ataúd y su catafalco como una enorme paloma blanca entre el desfile de ropas negras y ramos verdes.
  • Por un resquicio de la puerta que comunicaba la sala primera con la cámara mortuoria, vio Fortunata los pies de la Dura en el ataúd, y no tuvo ánimo para acercarse a ver más.
  • Olvidaba las ilusiones de futura felicidad que se había forjado momentos antes, y el ataúd coquetón, aquel féretro de raso blanco y bordados de oro, parecía brillar ante él, como un astro que le iluminase con su camino.
  • Después, rompiendo el gentío, aparecieron las cuatro doncellas sosteniendo el blanco y ligero altar sobre el cual iba el pobre albaet, acostado en su ataúd, moviendo la cabeza con ligero vaivén, como si se despidiese de la barraca.
  • Y pugnaba con la madre por apartarla del ataúd, por obligarla á que entrase en el estudi y no presenciase el terrible momento de la salida, cuando el albat, levantado en hombros, alzase el vuelo con las blancas alas de su mortaja para no volver más.
  • Doña Josefa, con un vestido algo raído de lana y gran mantilla de un negro ya amarillento, entró solemnemente en la barraca, y después de algunas frases vistosas pilladas al vuelo á su marido, aposentó su robusta humanidad en un sillón de cuerda y allí se quedó, muda y como soñolienta, contemplando el ataúd.
  • ¡Adiós amistades recientes, respetos nacidos junto al ataúd de un pobre niño! Toda la consideración creada por la desgracia veníase abajo como torre de naipes, desvanecíase como tenue nube, reapareciendo de golpe el antiguo odio, la solidaridad de toda la huerta, que al combatir al intruso defendía su propia existencia.