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Ejemplos de oraciones con la palabra balcones

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra balcones en el contexto de una oración.

Término balcones: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "balcones" aquí tienes una selección de 100 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra balcones para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Los balcones están cerrados.
  • Era cosa de alquilar balcones.
  • Desde la calle miró a los balcones.
  • Volaban los tricornios a los balcones.
  • La casa tenía balcones a tres fachadas.
  • Cesaron los comentarios en los balcones.
  • Estos eran los comentarios en los balcones.
  • Tenían un salón algo anticuado, con tres balcones.
  • Se deshacen en laminillas los herrajes de los balcones.
  • Tiene viejas casas de piedra con escudos y balcones voladizos.
  • La historia que Estupiñá sabía estaba escrita en los balcones.
  • El edificio consta de dos pisos, con balcones de piedra torneada.
  • Los balcones de casa del Marqués estaban también ahora abiertos.
  • Dos balcones en el piso primero, tres ventanas en el piso segundo.
  • Por la mañana dos muchachitas aparecían en unos balcones lejanos.
  • Por los grandes balcones no se dejaba pasar más que un rayo de luz.
  • Los balcones se abrían y cerraban, cuajados de cabezas de curiosos.
  • Los balcones, ribeteados por líquenes verdes, se alargan en lo alto.
  • Por los balcones entraba muy debilitada la luz de los faroles de la calle.
  • Te digo que si esto es verdad, habrá que alquilar balcones para verla morir.
  • Dijo el sereno, señalando los balcones de una casa que brillaban iluminados.
  • Un día de San Francisco no puso colgaduras en los balcones del Casino el conserje.
  • Y en el salón daba gritos, mientras los mozos colgaban los tapices de los balcones.
  • En los balcones centrales encima del portón, pintado de azul, brillaban los geranios.
  • ¡Pero qué verdes están las uvas, qué verdes! Los balcones tan tristes como siempre.
  • Tenía los balcones llenos de macetas y se pasaba buena parte de la mañana cuidándolas.
  • A uno y otro lado se alzan los negros caserones con sus rejas gruesas y balcones volados.
  • Todos los convidados, menos los dos miedosos, se acercaron a los balcones para ver llover.
  • Al anochecer se retiraba a su casa, echaba una mirada a sus tiestos y cerraba los balcones.
  • Y entre los dos balcones hay un gran cuadro de azulejos resguardado con un estrecho colgadizo.
  • El niño rompía el pescuezo mirando para los balcones, y usted atormentándole con su ausencia.
  • Ronzal, que era ya de la Junta, quiso arrojar por uno de aquellos balcones al mísero dependiente.
  • Las maderas de los balcones entornados dejaban pasar rayos estrechos de la luz del día moribundo.
  • Además, por los balcones entraba el sol y soplaba un aire cargado de perfume irritante del verano.
  • En la plazuela, los balcones estaban repletos de gente, como si esperase el paso de una procesión.
  • , o bien que dejaban los balcones y las puertas abiertas para que entrase un aire colado y le partiese.
  • Ocupaban los dueños el principal, que era inmenso, con doce balcones a la calle y mucha comodidad interior.
  • El general se levantó de la silla en donde estaba sentado y se acercó con Zalacaín a uno de los balcones.
  • Por los balcones abiertos penetraba el hálito caliginoso de las neones de verano, cargado de enervantes perfumes.
  • Más de un millar de cabezas que pasaban por debajo de los balcones con la raya partida y el pelo aceitoso o rizado.
  • Era una casa grande, pintada de azul, con cuatro balcones, muy separados unos de otros, y ventanas cuadradas encima.
  • XIII El sol entraba en el salón amarillo y en el gabinete de la Marquesa por los anchos balcones abiertos de par en par.
  • Todas las líneas horizontales de la arquitectura y el herraje de los balcones perfilados con purísimas líneas de nieve.
  • El color negro, el tejado muy saliente, una fila de balcones muy espaciados, con los hierros llenos de florones y adornos.
  • Muchos vecinos ya esperaban con curiosidad maliciosa la hora del alboroto y salían a los balcones a presenciar la escena.
  • Sólo algunas fajas y tiras de pañuelos obscuros pendían de los balcones, balanceándolas el aire como sogas de ahorcado.
  • Eligió un segundo de la finca inmediata, y sus balcones caían al lado de los de su amiga Casta Moreno, viuda de Samaniego.
  • Por los balcones entraba el resplandor rojizo de la puesta del sol, que se ensanchaba en el horizonte como un lago de sangre.
  • Detrás iban los enanos, con sus enormes cabezas de cartón, que miraban a los balcones con los ojos mortecinos y sin brillo.
  • Se destaca por su magnitud, con las ventanas y balcones atestados de ropas puestas a secar, de aparejos con corchos y anzuelos.
  • Hay casas viejas con balcones de madera tosca, y casas modernas con aéreos balcones que descansan en tableros de rojo mármol.
  • En los obscuros balcones distinguíanse, entre los tiestos de flores y el botijo puesto al fresco, confusas siluetas ligeras de ropa.
  • De allí teníamos que saltar a la galería redonda del coronamiento de popa, adonde daban los balcones de la cámara del comandante.
  • Y a poco cerraba los ojos, metido en su lecho, por no ver la claridad acusadora que entraba por las rendijas de los balcones cerrados.
  • Tampoco había mirado para los balcones de la casa, como es natural mire el chasqueado expugnador de una plaza, al retirarse de sus muros.
  • Me refiero a la falta de maderas en los balcones y ventanas, por lo cual entra la luz desde que Dios amanece, y no puede usted pegar los ojos.
  • La temperatura bajaba, el incendio iba achicándose, la frescura de la noche penetraba en la plazuela, y balcones y puertas volvían a abrirse.
  • Parecíame que participaban del general contento por mi llegada, remedando en sus balcones y ventanas las facciones de un semblante alborozado.
  • En casa de Cuadros, las señoras, cansadas de permanecer tanto tiempo de pie en los balcones, iban en busca de los mullidos asientos de las salas.
  • Los balcones y puertas estaban adornados con centenares de banderitas rojas y amarillas, que daban a la plazuela el aspecto de un buque empavesado.
  • En la ciudad, los vidrios de los altos balcones y de las esbeltas torrecillas destacábanse sobre la masa obscura de los edificios como placas de fuego.
  • Si los diez y siete chiquillos hubieran vivido, habría sido preciso ponerlos en los balcones como los tiestos, o colgados en jaulas de machos de perdiz.
  • En el piso principal radicaba una casa de préstamos con farolón a la calle, y en ciertos días había en los balcones ventilación de capas empeñadas.
  • En los balcones, las señoritas cubríanse el rostro con el abanico, temerosas al par que satisfechas de que las acribillasen con tan brutales obsequios.
  • Llegó al extremo de proponer en la Junta del Casino que no se celebrara en adelante ninguna fiesta de orden religioso colgando e iluminando los balcones.
  • Diríase que eran las ideas, que cansadas de la oscuridad del cerebro se asomaban por los balcones de la nariz y de las orejas a ver lo que pasaba en el mundo.
  • A los diez minutos de haber salido el cuerpo, entró Severiana con los ojos hinchados, y abrió todas las puertas, ventanas y balcones para que se ventilara la casa.
  • Veía a Dios con evidencia tal, que a veces sentía deseos vehementes de levantarse, correr a los balcones y predicar al mundo, mostrándole la verdad que ella palpaba.
  • El coche tomó por una calle ancha de casas bajas, luego cruzó varias encrucijadas y se detuvo en una plaza delante de un caserón blanco, en uno de cuyos balcones se leía.
  • ¡Adiós el invierno! La primavera se acercaba con sus tibias caricias, y en los balcones sonreían las muchachas, mirando de soslayo a los que se detenían para contemplarlas.
  • En esos obradores de sastrería que al pasar se ven por los balcones bajos y en que un viejo maestro, con su calva, se inclina sobre la mesa, y cuatro o seis mozuelas canturrean.
  • Había casas de pescadores con balcones, ventanas y galerías de madera, adornados por colgaduras formadas por camisetas encarnadas, medias azules, sudestes amarillentos, aparejos y corchos.
  • En el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones.
  • Por los grandes balcones abiertos entra como una calma densa y profunda que se exhala del pueblo dormido, de la oscuridad que en la calle silenciosa ahoga los anchos cuadros de luz de las ventanas.
  • Mientras tanto, las niñas de Pajares, las de López el famoso bolsista y otras amiguitas posesionábanse de los balcones, convirtiéndolos en pajareras con su charla graciosa y sus ruidosas risas.
  • En los cristales de las tiendas cerradas y de algunos balcones, se reflejaban las llamas movibles, subían y bajaban en contorsiones fantásticas, como sombras lucientes, en confusión de aquelarre.
  • Las paredes pintadas de blanco brillante, con medias cañas a cuadros doradas y estrechas, reflejaban los torrentes de luz que entraban por los balcones abiertos de par en par a toda aquella alegría.
  • En el fondo, cogiendo un lado, se yergue un caserón disforme, a medias destruido, con saledizos balcones recios, firmes los anchos sillares de los muros, afiligranado el blasón que campea sobre la puerta.
  • Por la plazuela de las de Pajares desfilaron los de Medicina y Derecho, y en torno de la enhiesta bandera amarilla o roja, las músicas rompieron a tocar alegres valses, que rápidamente poblaban los balcones.
  • En aquella época en que vivía mi abuela, solía verse Aguirreche casi siempre cerrada, lo que producía una impresión de tristeza, mitigada un tanto por las muchas flores que resplandecían en los balcones.
  • En casa de doña Manuela, las señoras, despojadas de sus sombreros y mantillas, y los hombres fumando con la confianza del que está en su propio domicilio, contemplaban desde los balcones la alegría popular.
  • Desde el camino real, Urbia aparece como una agrupación de casas decrépitas, leprosas, inclinadas, con balcones corridos de madera y miradores que asoman por encima de la negra pared de piedra que las circunda.
  • Y sin saber cómo, sin querer se le apareció el Teatro Real de Madrid y vio a don Álvaro Mesía, el presidente del Casino, ni más ni menos, envuelto en una capa de embozos grana, cantando bajo los balcones de Rosina.
  • En la pared de la casa de enfrente la luz que salía por los balcones interrumpía con grandes rectángulos la sombra, y por aquella claridad descarada y chillona pasaban figuras negras, como dibujos de linterna mágica.
  • Cuando pasaba bajo los balcones el cuerpo inerte de Mauricia la Dura, cargado por los de Orden Público y escoltado por el gentío, Fortunata se quitó del balcón, porque le faltaba ánimo para presenciar tal espectáculo.
  • Fuese doña Lupe con sus amigas, y Fortunata y Maxi estuvieron solos hasta media noche en la sala, a oscuras, con los balcones abiertos, a causa del calor que reinaba, hablando de cosas enteramente apartadas de la realidad.
  • Y la señora y su cochero, empujados rudamente por la corriente humana, atravesaron una profunda portada semejante a un túnel, viéndose en el Clòt, en la plaza Redonda, que parecía un circo con su doble fila de balcones.
  • El tío Miserias, el personaje más importante del barrio, vivía en una casa suya de la calle de la Verónica, una casa pequeña, de un piso solo, como de pueblo, con dos balcones llenos de tiestos y una reja en el piso bajo.
  • Cuando ya la procesión había salido de la plaza y la escolta de caballería conmovía el adoquinado con su sordo pataleo, los señores de Cuadros y sus amigos abandonaron los balcones, entrando en el salón, profusamente iluminado.
  • Antes de llegar la procesión a una calle, ya se sabía en ella, por las apretadas filas de las aceras, por la muchedumbre asomada a ventanas y balcones que la Regenta venía guapísima, pálida, como la Virgen a cuyos pies caminaba.
  • Entre las banderolas nacionales de los balcones asomaban una docena de airosos cuerpos y graciosas cabezas, elegante escuadrón de muchachas, que, cogiéndose de la cintura, jugueteando o riendo, miraban al gentío que rebullía abajo.
  • El desaliento las tuvo hasta bien entrada la noche clavadas en sus asientos del salón, silenciosas, sin otra luz que el escaso resplandor de los reverberos públicos que entraba por los balcones abiertos, produciendo una débil penumbra.
  • Hablaban de las modas del verano, de lo que iba a llevarse, mientras los hombres, formando grupo cerca de los balcones, daban en su conversación eternas vueltas en torno del cuatro por ciento interior y de los billetes hipotecarios de Cuba.
  • En los balcones abríanse, como flores gigantescas, sombrillas de brillantes colores, agitábanse grandes abanicos con aleteo de pájaro, y abajo la muchedumbre removíase inquieta, chocando con las apretadas filas de sillas que orlaban el arroyo.
  • Como en la Audiencia, en todos los balcones de la carrera, después de pasar la procesión y haber contemplado y admirado la hermosura y la valentía de la Regenta, se murmuraba ya y se encontraba inconvenientes graves en aquel rasgo de inaudito atrevimiento.
  • Algunos chuscos arrojaban en la hoguera manojos de cohetes, que salían como rayos, culebreando su rabo de chispas, arrastrándose de una pared a otra y remontándose en caprichosas curvas hasta la altura de los balcones, para estallar con estampido de trabucazo.
  • Por esto habían valido poco las amonestaciones de don Fermín para que Fortunato se abstuviese de adornar los balcones con jaulas pobres, pero alegres, en que saltaban y alborotaban aturdiendo al mundo, jilgueros y canarios, que en honor de la verdad, parecían locos.
  • ¡La procesión! ¡Ya está ahí la procesión! A este grito, las señoras mayores abandonaron las butacas de la sala, para apelotonarse en los balcones, teniendo a sus espaldas a los caballeros, que de vez en cuando se alzaban sobre las puntas de los pies para ver mejor.
  • Cuando entraron en la plazuela donde vivían, la vista de su casa, que con el portalón entornado, los balcones cerrados y la fachada obscurecida por la última luz de la tarde tenía cierto aspecto fúnebre, hizo revivir en la memoria de las tres el recuerdo del caballo.
  • Arriba, en los balcones, la curiosidad señalaba con el dedo a los personajes conocidos que se mostraban a la luz de los cirios, y las cabezas erguidas de algunos invitados cruzaban saludos con las señoras, sin perder por esto el gesto de gravedad propio de las circunstancias.