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Ejemplos de oraciones con la palabra basilio

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra basilio en el contexto de una oración.

Término basilio: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "basilio" aquí tienes una selección de 56 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra basilio para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Este Don Basilio.
  • Don Basilio, no se atrevía a responder.
  • Ha venido a decírmelo ahora mismo Don Basilio.
  • Don Basilio se ponía colorado y después palidecía.
  • Don Basilio descendía siempre a menudencias de personal.
  • La señora de Don Basilio repitió la visita el segundo día.
  • Pero me ha dicho Don Basilio que a todos los presos de anoche.
  • Don Basilio, por su gusto, se habría metido debajo de la mesa.
  • A poco llegó don Basilio diciendo que Maxi no venía a almorzar.
  • Don Basilio y el Procurador alternaban en el cuidado de desplumarle.
  • Don Basilio pegó la hebra con los curas de tropa y con Nicolás Rubín.
  • Si quiere Don Basilio, pasaremos revista a todos los personajes del alfonsismo.
  • Basilio Méndez, empleado del Ayuntamiento, es el mejor espada de los presentes.
  • Pero la señora de Don Basilio había traído el ramo y no se la podía desairar.
  • Don Basilio aseguraba que el mayorazguete no jugaba con toda la limpieza necesaria.
  • Don Basilio tiró de los faldones a Rubín y por poco se queda con ellos en la mano.
  • Pues abrirle la cabeza a Don Basilio y sacarle toda la paja que hay dentro para venderla.
  • Pero no por serlo, dejaban de cautivar a Don Basilio, a Leopoldo Montes y al mismo Feijoo.
  • En cambio, Don Basilio Andrés de la Caña, que era vulgo, se sentaba siempre en el diván.
  • Pero en esta deserción, ya no le acompañaron ni Don Basilio Andrés de la Caña, ni Montes.
  • Don Basilio me tiene que dar unos datos que necesito sobre la recaudación de la provincia de X.
  • A Don Basilio le parecía esto incompatible con las luces del siglo, y lo mismo creía doña Lupe.
  • Pues yo decía Don Basilio, cuando estaba en mi ramo, llegué a veinticuatro por mis pasos contados.
  • Don Basilio era de los que sinceramente se alegraban del golpe de suerte que había tenido Juan Pablo.
  • Arguyó al fin Don Basilio, viendo una salida favorable de la confusión en que su contrincante le metía.
  • Don Basilio, inclinándose de aquel lado, apoyado en el codo, les revelaba secretos con muchísima reserva.
  • De los antiguos cofrades sólo iban a Madrid Don Basilio, insufrible con su ministerialismo, Leopoldo Montes y el Pater.
  • Si se hubiera tratado de la dirección económica de una provincia, Don Basilio habría sentido tristeza del bien ajeno.
  • Don Basilio era su único amigo, porque también allí ponía el paño al púlpito para anunciar la venida del Príncipe.
  • Don Basilio estuvo vacilando entre su conciencia, que le exigía callar, y el deseo de satisfacer la curiosidad de sus amigos.
  • El círculo de cabezas volvió a formarse, y en él echó Don Basilio su aliento, como los saludadores, antes de echar sus palabras.
  • Durante el periodo revolucionario, pasó el pobre Don Basilio una trinquetada horrible, porque no quiso venderse ni abdicar sus ideas.
  • Al otro día fue Paquita Morejón, esposa de Don Basilio Andrés de la Caña, y ambas parecieron a Fortunata impertinentes y entrometidas.
  • Como el gran principio de la propiedad individual no tenía en aquella desigual contienda más defensor que Don Basilio, quedó maltrecho.
  • A poco entró Don Basilio presuroso, de levita nueva, el palillo entre los dientes, y se dirigió al mostrador con ademanes gubernamentales.
  • Completaba el buen ver de la prenda un sombrero de moda, y el gran Don Basilio parecía un sol, porque su cara echaba lumbre de satisfacción.
  • Si no se trata aquí de que yo eche pelo ni de que no eche pelo manifestó Don Basilio incomodándose un poco y mostrando el palillo deshilachado.
  • A la segunda noche fue Leopoldo Montes, y a la tercera Don Basilio, que les encontró discutiendo de qué café se posesionarían definitivamente.
  • El que descansa en este momento, porque acaba de repartir las cartas, y juegan cuatro, es la gallina de los huevos de oro del Procurador y de don Basilio.
  • ¡Qué fuerte está el señor capellán! dijo Feijoo sonriendo, y no dijo más porque entró Don Basilio y en tono de gran misterio se expresó de este modo.
  • Don Basilio solía llevar en la boca un palillo de dientes, y tomándolo entre los dedos lo mostraba, accionando con él, como si formara parte del argumento.
  • Pues, amigo mío replicó Don Basilio en el tono de un hombre superior que no quiere incomodarse, si usted no quiere ver la tostada, ¿yo qué le voy a hacer?
  • Total, que si por desgracia llegaba a faltar Don Basilio del Ministerio de Hacienda, este se venía abajo de golpe como un edificio al cual falta el cimiento.
  • El amigo Rubín dijo, en ausencia de él Don Basilio Andrés de la Caña, que era uno de los puntos fijos en la mesa, me parece a mí que no juega limpio con nosotros.
  • Pero no se puede pasar en silencio la etapa aquella de la Puerta del Sol, en que Rubín tenía por tertulios y amigos a Don Evaristo González Feijoo, a don Basilio Andrés de la Caña.
  • Pero en orden de chisteras, la más notable era la de Don Basilio Andrés de la Caña, que lo menos era de catorce modas atrasadas, y databa del tiempo en que Bravo Murillo le hizo ordenador de pagos.
  • Era anguloso y puntiagudo, usaba sombrero de teja de los antiguos, largo y estrecho, de alas muy recogidas, a lo don Basilio, y como lo echaba hacia el cogote, parecía que llevaba en la cabeza un telescopio.
  • Con gran estupefacción de Don Basilio Andrés de la Caña, que volvió a la tertulia, embistió contra la propiedad individual, haciendo creer al propio sujeto y a otros tales que se había dado un atracón de lecturas prudhonianas.
  • Pegaron la hebra Don Basilio y Nicolás sobre el carlismo, la guerra y su solución probable, y se armó una gran tremolina, porque intervinieron los farmacéuticos, que eran atrozmente liberales, y por poco se tiran los platos a la cabeza.
  • Y don Basilio, que tenía ciertas marrullerías de asno viejo, sacaba partido de su fisonomía engañosa y de aquel aire de hombre conspicuo que le daban su calva de calabaza, su frente abovedada, sus anteojos y su nariz chiquita y prismática.
  • Al Papa le deshizo, y la tiara quedó pateada bajo la mesa, con los pedazos de periódico, los salivazos y el palillo deshilachado de Don Basilio, quien al fin, en el barullo de la derrota, arrojó lejos de sí aquel marcador de sus argumentos.
  • En esto llegó La Correspondencia, y a las primeras ojeadas conspicuas que arrojó sobre las columnas de ella el buen Don Basilio, tropezó con la combinación de gobernadores, y lanzando un berrido de sorpresa, se restregó los ojos creyendo que leía mal.
  • Que me lleven el café a la oficina dijo en voz alta, mirando el reloj y haciendo un gesto, por el cual los circunstantes podrían comprender, sin necesidad de más explicaciones, el cataclismo que iba a ocurrir en la Hacienda si Don Basilio se retrasaba un minuto más.
  • Pero de todas las mejoras de ropa que publicaban en los círculos políticos y en las calles de Madrid el cambio de instituciones, ninguna tan digna de pasar a la historia como el estreno de levita de paño fino que transformó a don Basilio Andrés de la Caña a los seis días de colocado.
  • Después de expresar con un gran suspiro la lástima que tenía de este pobre país, seguía tomando su café con indolencia, pero con apetito, porque para Don Basilio era verdadero alimento, y lo tomaba colmado, en vaso, y dejando rebosar todo lo posible en el plato para trasegarlo después frío al vaso.
  • La mesa de mármol, en torno de la cual formaban animado círculo las caras de los combatientes, estaba a última hora llena de cadáveres, revueltos con las cucharillas, con los vasos que aún tenían heces de café y leche, con la ceniza de cigarro, los periódicos y los platillos de metal blanco, en los cuales la mano afanadora de Don Basilio no había dejado más que polvo de azúcar.