Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "bola" aquí tienes una selección de 35 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra bola para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- ¡Dale, bola!
- Y ruede la bola.
- Dijo guardando la bola.
- Buena bola os daría yo.
- Es como una bola que se me forma allí.
- No hagamos cosas malas, y ruede la bola.
- Allá están los cesantes mirando caer la bola.
- Nada, en cuanto yo me descuido, ya no das pie con bola.
- Lo que él quería era meterte mano a la bola aquella tan bonita.
- Había llegado ya a tal punto su azoramiento, que no daba pie con bola.
- Dejar que su capital, volteando por la Bolsa, se agrandase como una bola de nieve.
- Y la virgen y confesora llegó a tal grado de confusión, que no daba ya pie con bola.
- Pero don Santos si no bebía no daba pie con bola, no entendía palabra de lugares teológicos.
- Poníase echado boca arriba en su puesto, y con la potra defuera, tan grande como una bola de puente, y decía.
- Es maravilloso dijo mi amo, quien, conociendo la magnitud de la bola, no quiso, sin embargo, desmentir a su amigo.
- Destrozaste mi alma, ¿y ahora quieres que yo me trague esa bola de que me querías entonces y sigues queriéndome?
- Uno de los motivos porque le pegué fue el haber dicho eso, el haberme encajado la bola de que Jacinta era como nosotras.
- ¡Sabría Dios cuántas serían ya! Aquel Glocester y su don Custodio habrían tenido buen cuidado de hacer rodar la bola.
- ¿Pues qué se ha creído el muy majadero, que nos tragábamos la bola de que el Pituso es hijo del esposo de esta señora?
- Petra se detuvo y se volvió para ver a don Fermín que hacía el ademán de arrojar una bola de roble por la cóncava bolera adelante.
- Para éstos se establecía turno pacífico, pues nadie renunciaba a soltar su correspondiente bola, y crecían en magnitud conforme se enredaba la plática.
- Y un tercero se le había subido a un hombro y allí seguía con vivaracha atención los brincos de la bola del bilboquet, marcándolos con la pata en el aire.
- En un lado san Cristóbal sonreía con boca encarnada de una cuarta, partida por un plomo, al Niño de la Bola, que mantenía un mundo verde sobre su mano amarilla.
- Será penitencia tal vez replicó la viuda en aquel tono de convicción ingenua que tomaba cuando quería jugar con la credulidad de su sobrino, como el gato con la bola de papel.
- Gastaba una bata de color de almagre, y como su figura era casi esférica, no parecía persona que anda, sino un enorme queso de bola que iba rodando por las habitaciones y pasillos.
- Muchas personas que no hacen más que disparates, poseen esta perspicacia del consejo y de la dirección de los demás, y no dando pie con bola en los destinos propios, ven claro en los del prójimo.
- Y como prodigio de juegos malabares, en una punta de caliza se mantenía, cual imantada, una bola grande de bronce dorado, y encima otra más pequeña, y sobre esta una cruz de hierro que acababa en pararrayos.
- Cuando entró Fortunata, el juego del hilo y de la pelota estaba suspendido, por ley de variedad, y Don Evaristo tenía en la mano su bilboquet, saltando la bola, y acertando muy raras veces a clavarla en el palo.
- Según las indicaciones que iban haciendo los marineros, junto a quienes estaba yo, pasábamos frente al banco de Marrajotes, de Hazte Afuera, de Juan Bola, frente al Torregorda, y, por último, frente al castillo de Cádiz.
- El cuadrado sombrero sobre las cejas, flotante el paleto, que no abandonaba ni aun en el verano, y bajo el brazo el bastón de su juventud, una caña vieja y resquebrajada, con puño redondo de marfil que casi era una bola de billar.
- Cuidadosamente colocados en una vitrina, todo limpio, todo de plata, relucen una imagen de la Virgen aragonesa, un servicio de afeitar con su palangana de collete, su jarro, su bola para jabón, seis macerinas y una bandeja cuadrada.
- Sintió una bola extraña que se le atascaba en la garganta, y en un instante pasaron por su imaginación, como relámpagos lívidos, todas las escenas de novela que había leído, con sus terribles descubrimientos y sorpresas aplastantes.
- / Arròs y tartana, casaca a la moda, ¡ y ròde la bola a la valensiana ! / Y como si la cancioncilla del tío fuese la señal para que comenzase la música de las niñas, éstas atronaron el salón con el tecleo del piano y los gorjeos esforzados.
- Y como si el despejo de su inteligencia no hubiera tenido más objeto que permitirle aquella importante advertencia, en cuanto la hizo, la nube invadió otra vez toda la caja del cerebro, volvió a la risa infantil, y a preocuparse más de que la bola del bilboquet se pinchase en el palito que de todo lo que a su desgraciada amiga pudiera referirse.
- Mientras los novios, sentados en los pendientes ribazos, con los cañares a la espalda, hablaban del porvenir, acariciándose castamente, y en pleno idilio daban fin al puñado de altramuces, Micaela permanecía inmóvil, con la mirada mate fija en el sol, que, como una bola candente, resbalaba por la inmensa seda del cielo sin quemarla, y al acercarse en su descenso majestuoso al límite del horizonte, se sumergía en un lago de sangre.