Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "caballos" aquí tienes una selección de 75 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra caballos para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- ¿Pueden subir caballos?
- Los caballos del coche estaban cansados.
- Tenía un coche sin caballos a la puerta.
- El aliento fogoso de los caballos cansados.
- El tronco de caballos negros era digno del rey.
- Es que los caballos son muy malos contestó Martín.
- Uno con dos caballos y otro con cuatro con cascabeles.
- El coche siguió adelante al trote lento de los caballos.
- A la puerta aguardaba un coche tirado por cuatro caballos.
- Bigotes buidos a lo cuerno, y barbas turcas, como caballos.
- Y Martín, riendo, llevaba los caballos hasta la misma presa.
- Desenganchó Martín los caballos y fué con ellos a la venta.
- ¡Anchusa! ¡Luschía! Desenganchad los caballos gritó el Cura.
- Bautista, agazapado en el pescante, llevaba los caballos al galope.
- Vendiendo burros y caballos, después conspirando y armando barricadas.
- La carretela no llevaba cascabeles, pero los caballos de la Góndola sí.
- Bautista azotó los caballos y el coche tomó una una carrera vertiginosa.
- Doscientos metros antes detuvo Bautista los caballos y saltó del pescante.
- Éste se metió temblando en el coche que partió, llevado al galope por los caballos.
- Supe dónde se alquilaban caballos y espetéme en uno el primer día, y no hallé lacayo.
- Arcale era un hombre grueso y activo, excosechero, extratante de caballos y contrabandista.
- ¡Alto! Anchusa y Luschía se agarraron a la cabezada de los caballos y el coche se detuvo.
- Al principio marcha despacio, para no cansar a los caballos, porque luego habrá que correr.
- Caballos tristes, cuyo pellejo parecía agujerearse con lo anguloso de la descarnada osamenta.
- Condenado a muerte durante una sedición, se evadió y tomó el oficio de domador de caballos.
- Una capa de arcilla humedecida cubría el camino, por el cual los caballos y los hombres se resbalaban.
- Relinchos de caballos, mugidos de vacas, cloquear de gallinas, balidos de corderos, ronquidos de cerdos.
- Los buscaron, firmaron las letras, compraron los viajeros dos caballos, se agenciaron un salvo conducto.
- Después de las mujeres venales, el Marquesito adoraba los animales mansos, sobre todo perros y caballos.
- Comenzó el carruaje a marchar despacio, pero, al poco tiempo, volvieron a oirse como pisadas de caballos.
- Y se ha dispuesto, por quien debe hacerlo, que el entierro sea de primera, coche de lujo con seis caballos.
- Pero sus miradas iban inconscientemente a detenerse en aquellos caballos que pasaban a pocos pasos de ellas.
- Las olas rompían en lluvia de espuma, y avanzaban como manadas de caballos salvajes, con las crines al aire.
- Los demás se acomodaron en un coche antiguo de viaje, sólido, pero de mala facha, tirado por cuatro caballos.
- El coche pasaba con la rapidez de una exhalación, y pronto dejó de oirse detrás el ruido de pisadas de caballos.
- ¡a un lado! Juanito saltó hacia atrás instintivamente, al sentir en su rostro el bufido ardoroso de dos caballos.
- Martín pagó al posadero y quedó con él de acuerdo en el sitio en donde tenía que dejar los caballos en Logroño.
- ¿Ve usted cómo rompen los jinetes del Circo de Price los papeles que les ponen delante cuando saltan sobre los caballos?
- Vienen a lo lejos las olas como manadas de caballos salvajes, adornados con crines de plata, empujándose, atropellándose.
- Y se ponía nerviosa de ansiedad, que crecía según se acercaban los bultos y se aclaraban las figuras de caballos y jinetes.
- La muchacha guardó el duro en el delantal, y ella misma sacó dos caballos de la cuadra y fué con ellos cantando alegremente.
- Después de mucho pasear vio el faetón de Santa Cruz, guiado por el lacayo, despacio, como para que no se enfriaran los caballos.
- Tellagorri hacía que su nieto entrara en el río cuando llevaban a bañar los caballos de la diligencia, montado en uno de ellos.
- Efectivamente, comenzaron a marchar más despacio, pero al cabo de un cuarto de hora se oyó a lo lejos como un galope de caballos.
- Su ocupación principal era el comercio de caballos y de mulas que compraba en Dax y pasaba de contrabando por los Alduides o por Roncesvalles.
- Montaron en sus jamelgos, y al echar a andar vieron que de una casa próxima al puente de Iraeta salía un coche arrastrado por cuatro caballos.
- Anchusa y Luschía llevaron los caballos y no quedaron con el cura más que unos ocho hombres, contando con Bautista, Zalacaín y Joshé Cracasch.
- Zalacaín y Briones bajaron de sus caballos y tomaron por una senda, y durante un par de horas fueron rodeando el monte, marchando entre helechos.
- Después de comer trajeron los caballos del coche, les obligaron a montar en ellos, y custodiados por toda compañía tomaron el camino de Logroño.
- Entonces Martín cargó el fusil y, sacando el cuerpo por la ventanilla, comenzó a hacer disparos atendiendo al ruido de las pisadas de los caballos.
- Contaba cómo su padre hacía sus misteriosas curas, lo mismo en las personas que en los caballos, y hablaba de cómo había averiguado su poder curativo.
- Se asomó a ver quiénes eran los jinetes y reconoció a don Álvaro y a Paco que pasaron al galope de dos hermosos caballos blancos, de pura raza española.
- Juan la hacía rabiar, descomponiéndole la casa de muñecas, ¡anda!, y Jacinta se vengaba arrojando en su barreño de agua los caballos de Juan para que se ahogaran.
- A todo galope de los briosos caballos bajaban carretelas y berlinas, y por las aceras del paseo desfilaban lentamente, con paso de procesión, las familias endomingadas.
- Vendió el carruaje y los caballos, y doña Manuela, que tan exigente se mostraba en materia de ostentación con su primer esposo, acató servil y gustosa las órdenes del segundo.
- Colgando de las traseras de los carromatos balanceábanse racimos de chicuelos, que al menor vaivén caían en la arena, saliendo milagrosamente de entre las patas de los caballos.
- Bastaba decir que las sirenas, los unicornios navales y los caballos de mar andaban como moscas, y que un gigante, con los ojos encarnados, tenía en la cueva su misteriosa morada.
- Al llegar a Madrid, y ver la gente de capa, las mujeres con mantones, las calles mal adoquinadas, y los caballos de los coches como esqueletos, no veo la hora de volverme a marchar.
- A lo lejos, empequeñecida por la distancia, apareció la primera roca, en torno de la cual, como jinetes liliputienses, hacían caracolear sus caballos los soldados encargados de abrir paso.
- La víctima no daba acuerdo de sí, y aprovechando aquel momento el bárbaro señorito, que vio pasar su coche, lo detuvo, montose en él de un salto y ¡hala!, partieron los caballos a escape.
- Una porción de comerciantes se había descolgado por allí, como cuervos al olor de la carne muerta, y compraban hermosos caballos por diez o doce duros, espadas, fusiles y ropas a precios ínfimos.
- Se abrió la gran puerta de la cerca vieja, y los caballos arrancaron chispas del piso empedrado de la quintana vieja, despertando con el ruido resonancias en el silencio del palación cerrado y vacío.
- Ana al divisar allá lejos, en el extremo de la cinta larga y estrecha de carretera las siluetas de los dos poderosos caballos blancos de Mesía y Vegallana, sentía un placer que se le antojaba infantil.
- Siempre había en las cuadras caballos o mulas forasteras, masticando abundante pienso, y en los anchos salones se oía crujir incesante de botas altas, pisadas de fuertes zapatos, cuando no pateo de zuecos.
- CAPÍTULO VI DE CÓMO LLEGARON UNOS TITIRITEROS Y DE LO QUE SUCEDIÓ DESPUÉS Un día de Mayo, al anochecer, se presentaron en el camino real tres carros, tirados por caballos flacos, llenos de mataduras y de esparavanes.
- , porque el uno llevaba un hábito en los pechos, y el otro una cadena de diamantes (que era hábito y encomienda todo junto), dije yo que andaba en busca de buenos caballos para mí y a otro primo mío, que entrábamos en unas fiestas.
- Le compré la cajita azul más bonita que había en la tienda de abajo, y se le llevó al cementerio en un carro de lujo con dos caballos empenachados, sin más compañía que la del hombre de Fortunata y el marido, o lo que fuera, de la patrona.
- Piafaban los caballos con la boca llena de espuma, esparciendo en torno el pajizo olor de las cuadras, y de vez en cuando un relincho contagiaba a toda la línea de brutos briosos, que parecían contestar con nerviosos pataleos a este llamamiento de libertad.
- Rugía con creciente ira el viento, y la tronada se había situado sobre los Pazos, oyéndose su estruendo lo mismo que si corriese por el tejado un escuadrón de caballos a galope o si un gigante se entretuviese en arrastrar un peñasco y llevarlo a tumbos por encima de las tejas.
- Caballos de labor, fuertes pero tristes, cual siervos condenados á eterna fatiga, mirando con sus ojos vidriosos á todos los que pasaban, como si adivinasen al nuevo tirano, y pequeñas y vivarachas jacas, hiriendo el polvo con sus cascos, tirando del ronzal que las mantenía atadas al muro.
- Martín y Bautista, por ese sentimiento de fraternidad que se siente en las carreteras solitarias, quisieron acercarse al coche y ponerse al habla con el cochero, pero sin duda el cochero tenía razones para no querer compañía, porque, al notar que le seguían, puso los caballos al trote largo y luego los hizo galopar.
- No lejos de estos, un grupo de empleados en la Contaduría central se ocupaba con gran calor de pozos artesianos, y dos jueces de primera instancia, unidos a un actor retirado, a un empresario de caballos para la Plaza de Toros y a un oficial de la Armada, discutían si eran más bonitas las mujeres con polisón o sin él.
- Martín y Capistun, además de mulas y de caballos, habían llevado a diferentes puntos de Guipúzcoa y de Navarra, armas y materias necesarias para la fabricación de pólvora, cartuchos y proyectiles, y hasta llegaron a pasar por la frontera un cañón, de desecho de la guerra franco prusiana, vendido por el Estado francés.
- Mi viuda madre, como sin marido y sin abrigo se viese, determinó arrimarse a los buenos por ser uno dellos, y vínose a vivir a la ciudad, y alquiló una casilla, y metióse a guisar de comer a ciertos estudiantes, y lavaba la ropa a ciertos mozos de caballos del Comendador de la Magdalena, de manera que fue frecuentando las caballerizas.
- ¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mesmos! Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y hecha pesquisa, hallóse que la mitad por medio de la cebada, que para las bestias le daban, hurtaba, y salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los caballos hacía perdidas, y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi hermanico.