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Ejemplos de oraciones con la palabra canas

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra canas en el contexto de una oración.

Término canas: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "canas" aquí tienes una selección de 27 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra canas para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Pero sus canas no le dijeron nada.
  • Y se clavaba las uñas en la cabeza, mesándose las canas.
  • Sociedades con barbas, en una palabra, y también con algunas canas.
  • De la pelusa que tiene le van a salir más canas, y se va a poner como un alambre de flaca.
  • No se teñía las canas, era sencillo, aunque en el lenguaje algo declamador y altisonante.
  • , mi cabeza se está llenando de canas desde que veo estas ignominias sin poderlas remediar.
  • Tenía las cejas canas, y, de perfil, le sobresalían, como también las cerdas de un lunar.
  • Los humildes nabos de color de tierra, erizados todavía de sutiles raíces semejantes a canas.
  • La desgracia al herirle de repente le desteñía, como un chubasco, todas las canas del espíritu.
  • Y en el pelo rubio, de un color de mazorca tierna, aparecían ya las canas á puñados antes de los treinta años.
  • ¡Oiga usted, señor don Pompeyo, que a mí las canas no me asustan! y si usted se burla, yo hago la cuestión personal.
  • Hubo fama que reedificaba doncellas, resuscitaba cabellos encubriendo canas, empreñaba piernas con pantorrillas postizas.
  • Antes que usted naciera, estaba yo cansado de ser ateo, y si lo que usted se propone es insultar mis canas, y mi consecuencia.
  • De la pena que le causa su esterilidad, se ha desmejorado, ha enflaquecido, y hace algún tiempo que se está llenando de canas.
  • No olvidará, no, la escena terrible, por muchos años que pesen sobre sus hombros y por muchas canas que le enfríen las sienes.
  • Detúvose asustado, a la manera del ladrón que siente ruido, y se volvió a poner la mano sobre la cabeza, como invocando sus canas.
  • Ya tenían canas las cabezas de uno y otro, y Don Baldomero decía a todo el que quisiera oírle que amaba a su mujer como el primer día.
  • Esto le cayó muy en gracia, porque traía él una sotana con canas, de puro vieja, y con tantas cazcarrias que para enterrarle no era menester más de estregársela encima.
  • Parecía pelo empolvado a estilo Pompadour, y como lo tenía tan rizoso y tan bien partido sobre la frente, muchos sostenían que ni allí había canas ni Cristo que lo fundó.
  • Sospechábase en el pueblo que no era cristiana vieja, aun viéndola con canas y rota, aunque ella, por los nombres y sobrenombres de sus pasados, quiso esforzar que era descendiente de la gloria.
  • Andando el tiempo aquella gracia había de ser severidad, y a las oscuras trenzas sucederían las canas de plata, sin que en la pura frente imprimiese jamás una mancha el delito ni una arruga el remordimiento.
  • Antonio Lamela, así se llamaba el rezagado, era gallego, un tipo flaco, nervioso, de cara escuálida, nariz afilada, una zalea de pelos negros en la barba ya con algunas canas, y la boca sin dientes, de hombre débil.
  • La Marquesa, de azul y oro, luciendo asomos de encantos que fueron, hoy mustios collados, con las canas teñidas de negro y el tinte empolvado de blanco, entraba en el comedor de la Regenta abriendo puertas con estrépito.
  • Los viernes solía inviar unos güevos, con tantas barbas fuerza de pelos y canas suyas que pudieran pretender corregimiento u abogacía Pues meter el badil por el cucharón y inviar una escudilla de caldo empedrada era ordinario.
  • Sea lo que quiera, al venturoso hijo de Don Baldomero Santa Cruz y de doña Bárbara Arnaiz le llamaban Juanito, y Juanito le dicen y le dirán quizá hasta que las canas de él y la muerte de los que le conocieron niño vayan alterando poco a poco la campechana costumbre.
  • ¡Bien, bien! gritaron don Víctor y Edelmira, que cogidos del brazo y a los acordes de la marcha real (decía el ex regente), que tocaba allá dentro Visitación en un piano desafinado, se dirigieron los primeros a la huerta, seguidos de Paco, empeñado en ceñir las canas de don Víctor con una corona de azahar.
  • Los de fuera y los de dentro trataban con respeto, casi con veneración, a la ilustre señora, que era como una figurita de nacimiento, menuda y agraciada, la cabellera con bastantes canas, aunque no tantas como la de Barbarita, las mejillas sonrosadas, la boca risueña, el habla tranquila y graciosa, y el vestido humildísimo.