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Ejemplos de oraciones con la palabra cansada

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra cansada en el contexto de una oración.

Término cansada: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "cansada" aquí tienes una selección de 22 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra cansada para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Estoy cansada.
  • Y cansada de estar en pie, se sentó en el más alto escalón del tramo.
  • Sentose un momento en una banqueta que le ofrecieron, porque estaba cansada.
  • Estarás muy cansada, siéntate decía doña Casta a su hija, armando el corrillo.
  • Ir a guarecerse a Guetaria, con la gente cansada y anhelante, me parecía peligroso.
  • Cansada de inútiles esfuerzos, la joven se calló, mirando a su amigo con hondísima pena.
  • Ella misma, la Regenta, estaba bien cansada de aquella sombra en que había vivido siempre.
  • Cansada la hoz de encontrar obstáculos, había derribado de un solo golpe una de las manos crispadas.
  • Y la pobre vieja, cansada de molestar con sus enfermedades, marchó al Hospital, muriendo al poco tiempo.
  • A la de Páez se le ocurrió después, cansada de no tener en el corazón más que trapos, hacerse devota.
  • Pero pronto se declaró cansada y opuso una resistencia pasiva que no pudieron vencer Don Víctor y la del Banco.
  • Tan pronto se sentía capaz de estar derecha una barbaridad de tiempo, como se encontraba tan cansada, que el menor esfuerzo la rendía.
  • Por la puerta abierta y lóbrega llegaba como un lejano susurro la respiración cansada de la familia, todos caídos, como muertos de la batalla con el dolor.
  • Sólo que todo aquello ¡qué le importaba a él que era un compromisario! La digna esposa de Infanzón también estaba cansada, aburrida, despeada, pero no aturdida.
  • Y a los pocos días la cocinera, cansada de aldea, se despidió con malos modos, y Sabel quedó en su sitio, sin que mediasen más fórmulas para el reemplazo que asir el mango de la sartén cuando la otra lo soltó.
  • Cansada del trabajo, sostenía en un brazo la pesada cesta y un chicuelo mofletudo que se agitaba con nerviosa alegría, mientras tiraba con la otra mano de un galopín de cinco años que se obstinaba en no andar por habérsele desatado el zapato.
  • Yo presumí por sus últimas palabras que mi amo había perdido el seso, y viéndole rezar me hice cargo de la debilidad de su espíritu, que en vano se había esforzado por sobreponerse a la edad cansada, y no pudiendo sostener la lucha, se dirigía a Dios en busca de misericordia.
  • En alguna de aquellas casas de prostitución distinguidas encontraba señoritos de la alta sociedad, y era un contraste interesante ver estas mujeres de cara cansada, llena de polvos de arroz, pintadas, dando muestras de una alegría ficticia, al lado de gomosos fuertes, de vida higiénica, rojos, membrudos por el sport.
  • Pero este alejamiento no podía prolongarse para los novios impacientes, y un domingo por la tarde, Roseta, inactiva, cansada de pasear frente á la puerta de su barraca y creyendo ver á Tonet en todos los que pasaban por las sendas lejanas, agarró un cántaro barnizado de verde, y dijo á su madre que iba á traer agua de la fuente de la Reina.
  • Cansada de su inútil escrutinio y guardando las llaves, que formaban apretado racimo, digno del arsenal de una compañía de ladrones, doña Lupe se sentó a meditar, y poniéndose una mano sobre el pecho de algodón y acariciándoselo, se rascó con los dedos de la otra la frente, allí donde principia el cabello, como quien estimula la generación de una idea, y dijo.
  • Sabe que el fantasma que acaba de cruzar al alcance de sus perdigones es la hembra, la Dulcinea perseguida y recuestada por innumerables galanes en la época del celo, a quien el pudor obliga a ocultarse de día en su gazapera, que sale de noche, hambrienta y cansada, a descabezar cogollos de pino, y tras de la cual, desalados y hechos almíbar, corren por lo menos tres o cuatro machos, deseosos de románticas aventuras.
  • Reparaba las siluetas de árboles, gallinas, patos, cerdos, y se fijaba en las líneas que pedían el lápiz, veía más matices en los colores, descubría grupos artísticos, combinaciones de composición sabia y armónica, y, en suma, se le revelaba la naturaleza como poeta y pintor en todo lo que veía y oía, en la respuesta aguda de una aldeana o de un zafio gañán, en los episodios de la vida del corral, en los grupos de las nubes, en la melancolía de una mula cansada y cubierta de polvo, en la sombra de un árbol, en los reflejos de un charco, y sobre todo en el ritmo recóndito de los fenómenos, divisibles a lo infinito, sucediéndose, coincidiendo, formando la trama dramática del tiempo con una armonía superior a nuestras facultades perceptivas, que más se adivina que de ella se da testimonio.