Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "caras" aquí tienes una selección de 52 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra caras para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- Leo en las caras.
- Ansiedad en todas las caras.
- Pero a la noche nos veremos las caras.
- La calle, donde se ven desfilar caras amigas.
- Todo se vuelve caras nuevas, que después no son nuevas.
- Sí, era cierto que don Restituto disfrutaba de dos caras.
- Todos los días vemos las mismas caras y el mismo paisaje.
- Caras de esqueletos con las fosas nasales hundidas y repugnantes.
- Para mí toda dijo él, y las dos caras se estrujaron una contra otra.
- Tenían caras de porcelana muy expresivas y estaban muy elegantes y peripuestos.
- Aquella noche anduvieron todos los patios reconociendo las caras y mirando las armas.
- Miraba con ojos de rabia todas las caras conocidas y burlonas que se agolpaban en la verja.
- Que no pueda una ni siquiera estar triste, porque a la señora esta le incomodan las caras afligidas.
- No veían por allí caras de amigos, hasta que una noche se apareció en el local una pareja conocida.
- Tenía una ballena por mujer y dos hijas del diablo, feas y necias, y de la vida, a pesar de sus caras.
- El pensamiento, recorriendo todas las caras del tema, iba de las cosas más sutiles a las más triviales.
- Luego seguían todos mis compañeros, en los overos de echar agua, sin sombreros y las caras descubiertas.
- Don Eugenio, saludaba al paso aquellas caras que veía todas las tardes, sin interrumpir por esto la conversación.
- Buenos días dijo la Rubín, deteniéndose un instante y recorriendo con mirada fugaz todas las caras que delante tenía.
- De esta heterogeneidad de las tres caras vino sin duda la maliciosa versión de que los tales eran hijos de diferentes padres.
- Más allá sonaba el convulsivo tiquitique de una máquina de coser, y acudían a las ventanas bustos y caras de mujeres curiosas.
- Quiso Dios que llegaron a la tienda dos de las que piden prestado sobre sus caras, tapadas de medio ojo, con su vieja y pajecillo.
- Una de las caras que forman la plaza es grande, con pórtico espacioso, alero avanzado y varias ventanas cubiertas por persianas verdes.
- Con aquella sonrisa, que parecía la que les queda a algunas caras después que se han muerto, contestaba Don Evaristo mejor que con palabras.
- En los periódicos satíricos que compraba Rafael había visto aquellas caras convencionales, destrozadas por él lápiz de los caricaturistas.
- Halló caras conocidas y amigas, caras desconocidas y repugnantes, y a todas pidió noticias, buscando remedio al tifus de curiosidad que le consumía.
- La puerta nueva y pintada de azul, parecía madre de todas las ventanillas, que asomaban por los huecos de las paredes sus cuadradas caras del mismo color.
- Pasaron junto a las dos damas figuras andrajosas, ciegos que iban dando palos en el suelo, lisiados con montera de pelo, pantalón de soldado, horribles caras.
- Vímonos las caras, y lo primero que nos fue notificado fue dar para la limpieza, como si en una noche lo hubiera yo ensuciado todo, so pena de culebrazo fino.
- Allí lucía una lámpara con pantalla verde, y alrededor de ella pasaban bultos, sombras, borrosas imágenes de personas, cuyas caras no se podían distinguir.
- Pues tratada en materia de afeites, cuervos entraban y les corregía las caras de manera que al entrar en sus casas, de puro blancas no las conocían sus maridos.
- Porque, eso sí, a doña Lupe no se le apagaría en el cuerpo la bomba, y aquella misma noche o al día siguiente por la mañana, Maximiliano y ella se verían las caras.
- Por las caras conocidas que fue viendo mientras el fúnebre séquito pasaba, vino a comprender que el entierro era el de Arnaiz el Gordo, que se había muerto el día antes.
- Saber más de que las Bautistas todas enronquecieron adrede, y sacaron tales voces, que en vez de cantar la misa la gimieron, no se lavaron las caras y se vistieron de viejo.
- Los carreteros, tostados por el sol, con las caras brillantes por el sudor, cantaban tendidos sobre pellejos de aceite o de vino, y las mulas marchaban en fila medio dormidas.
- Otro motivo del terror que el teatro y los sitios públicos le inspiraban era encontrar caras conocidas, y este recelo la tenía como azorada y sobre ascuas durante la función.
- Las puertas de los palcos abríanse con estrépito, y aparecían en las barandillas, cubiertas con los colores nacionales, las mantillas blancas, las caras risueñas, los peinados con flores.
- Estando en esto, y yo con lo bebido atolondrado, entraron cuatro de ellos, con cuatro zapatos de gotoso por caras, andando a lo columpio, no cubiertos con las capas sino fajados por los lomos.
- Yo, con esto, me comencé a afligir, y más me susté cuando advertí que todos los que vivían en el pupilaje de antes estaban como leznas, con unas caras que parecía se afeitaban con diaquilón.
- Pensaban involuntariamente en los verdes campos, en el paseo exuberante de gentío, en el placer de andar lentamente bajo las ladeadas sombrillas, viendo caras nuevas y contestando al saludo de los amigos.
- Los compradores codeábanse con el centinela, y los dos oficiales de la guardia, con las manos metidas en el capote y las piernas golpeadas por el inquieto sable, paseaban por entre el gentío buscando caras bonitas.
- Caminando junto a la carretera polvorienta, sin ver otras caras que las de los carreteros que marchaban perezosamente tras sus vehículos, o las de los guardias de Consumos sentados ante sus garitas, Juanito se encontraba mejor.
- Tenemos caras de muertas, se decían todas las mañanas al mirarse al espejo, y martirizaban su fresca y jugosa piel con los polvos cargados de plomo, el bermellón que teñía levemente las mejillas y los lóbulos de las orejas.
- Y la cocinera, las pinchas y otras personas de la servidumbre se atrevían a quebrantar la etiqueta, llegándose a la puerta del comedor y asomando sus caras regocijadas para oír cantar al señor la cifra de aquellos dineros que les caían.
- Hallábase en lo más entretenido de aquella crítica literaria, tan propia de su oficio, cuando vio que hacia él iban tres individuos de calzón ajustado, botas de caña, chaqueta corta, gorra, el pelo echadito palante, caras de poca vergüenza.
- Salía cuando quería, bajaba a la tienda algunas veces, como quien va a un lugar de entretenimiento, a distraerse viendo gentes y caras nuevas, y era dueña absoluta de todo el dinero de la casa, con gran descontento de don Eugenio y del avaro Fraile.
- Tuvo que emigrar don Carlos, y Ana quedó en poder de doña Camila, que por imprudencia imperdonable de Ozores se vio disponiendo a su antojo de la mayor parte de las rentas de su amo, cada vez más flacas, pues las conspiraciones cuestan caras al que las paga.
- Los cocheros, enfundados en sus blancos levitones, exhibían desde lo alto de los pescantes, sus caras afeitadas y carrilludas de cómicos obesos o párrocos bien conservados, y miraban con cierto desprecio a toda aquella muchedumbre que les obligaba a pasar unas cuantas horas de tedio.
- Y se embebecía contemplando aquellas figuras tan monas, que no le parecían personas, sino chinos, con las caras redondas y tersas como hojitas de rosa, todos ellos risueños y estúpidos, pero muy lindos, lo mismo que aquellas casas abiertas por todos lados y aquellos árboles que parecían matitas de albahaca.
- Allí permanecía confundido en el grupo de curiosos que atisbaban las caras hermosas, y lo mismo abrían paso a las señoritas que volvían de misa con el devocionario en la mano, que echaban piropos a las criadas emperejiladas, que, doblándose al peso de las cestas, metíanse entre la varonil barrera para comprar un mazo de flores.
- En el camino huía de todas ellas como de un tropel de furias, y únicamente sentíase tranquila al verse dentro de la fábrica, un caserón antiguo cerca del Mercado, cuya fachada, pintada al fresco en el siglo XVIII, todavía conservaba entre desconchaduras y grietas ciertos grupos de piernas de color rosa y caras de perfil bronceado, restos de medallones y pinturas mitológicas.
- La mesa de mármol, en torno de la cual formaban animado círculo las caras de los combatientes, estaba a última hora llena de cadáveres, revueltos con las cucharillas, con los vasos que aún tenían heces de café y leche, con la ceniza de cigarro, los periódicos y los platillos de metal blanco, en los cuales la mano afanadora de Don Basilio no había dejado más que polvo de azúcar.