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Ejemplos de oraciones con la palabra cárcel

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra cárcel en el contexto de una oración.

Término cárcel: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "cárcel" aquí tienes una selección de 67 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra cárcel para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • A la cárcel.
  • Salí de la cárcel.
  • ¡Hala! ¡Hala! A la cárcel.
  • Si me llevan a la cárcel, no sé.
  • Al lado de la libertad la cárcel.
  • Pues cogerte y mandarte a la cárcel.
  • A la cárcel gritaba ronca doña Casta.
  • Y si replica usted, va usted a la cárcel.
  • ¡A la cárcel! Padre, señor, por compasión de su hija.
  • Orden, orden y el primero que meta ruido, va a la cárcel.
  • Oiga usted, mujerzuela, ahora mismo va usted a la cárcel.
  • Murió el angelico de unos azotes que le dieron en la cárcel.
  • Me he callado, y sin más ni más, me han traído a la cárcel.
  • No, a la cárcel no dijo la víctima, haciendo gala de generosidad.
  • Después pensó dejar un recuerdo alegre y divertido en la cárcel.
  • En que prosigue la misma materia, hasta dar con todos en la cárcel.
  • Y si salgo de la cárcel yo le haré desdecir cien veces al bellaco.
  • ¡Si le parece a usted poco estar en la cárcel! Eso no deshonra a nadie.
  • Salió de la cárcel con la cabeza más aturullada y los ánimos más encendidos.
  • Si se escapa me puede usted servir mejor desde fuera de la cárcel que de dentro.
  • ¡Silencio digo! silencio y obediencia o duerme usted en la cárcel de la corona.
  • ¿Conque la has hecho salir de su cárcel, donde estaba encerrada por orden mía?
  • Se hizo que un empleado de la cárcel, amigo suyo, le emborrachara y le sonsacara.
  • Las enfermedades, la cárcel, el hospital, el alcohol, va mermando esos ejércitos.
  • A muchos que mangonean ahora, les he de llevar codo con codo a la cárcel de partido.
  • El juez, después del interrogatorio, envió al tío Garrota incomunicado a la cárcel.
  • Me querían llevar a la cárcel, y estuvieron cerca de una hora si me llevan o no me llevan.
  • Que vus estéis quietos, que vus estéis callados, que si no, vus llevará a todos a la cárcel.
  • Se había prometido no salir de casa, y la casa empezaba a parecerle una cárcel demasiado estrecha.
  • La malva, el polichinela, el borrego será un tigre, y del Provisorato te echa a la cárcel de corona.
  • Pero entre tanto Vetusta era su cárcel, la necia rutina, un mar de hielo que la tenía sujeta, inmóvil.
  • Dejóla el alguacil en la cárcel y vino a casa, y halló en ella a todos mis compañeros y a mí con ellos.
  • A la cárcel van atados codo con codo, si no se portan hoy como es debido, hoy que viene a honrar esta casa el.
  • En que trata los sucesos de la cárcel, hasta salir la vieja azotada, los compañeros a la vergüenza y él en fiado.
  • Estos artistas de verso también paran a veces en la cárcel, según el gobierno que rige los destinos de la Nación.
  • Esperar aquí a que me suelten es exponerme a cárcel perpetua, por lo menos a estar preso hasta que la guerra termine.
  • El labrador salió de la cárcel hecho una momia, y fué conducido al presidio de Ceuta, para morir allá á los pocos años.
  • Desde allí se veía casi todo Estella, y los montes que le rodean, abajo el tejado de la cárcel y en un alto la ermita del Puy.
  • CAPÍTULO XI CÓMO LOS ACONTECIMIENTOS SE ENREDARON, HASTA EL PUNTO DE QUE MARTÍN DURMIÓ EL TERCER DÍA DE ESTELLA EN LA CÁRCEL.
  • Llegó en su maldad hasta esconder unos cubiertos en el jardín y acusar a un criado de ladrón y hacer que lo llevaran a la cárcel.
  • Por respeto a las ordenanzas del señor de Quevedo, seguía en la cama, pero ya no aguantaría aquella cárcel enojosa dos días más.
  • El juez, por la tarde, fué a ver al tío Garrota a la cárcel, y dijo que empezaba a creer que el prendero no había matado a su mujer.
  • Si sólo se tratara de tenerle unos días en la cárcel, hasta me alegraría, para que escarmiente y no vuelva a meterse donde no le llaman.
  • Pero, volviendo al alguacil, quísome llevar a la cárcel, y no me llevó porque no hallaba por donde asirme (tal me había puesto del lodo).
  • Traía media docena de corchetes, verdugos de a pie, y dio con todo el colegio buscón en la cárcel, adonde se vio en gran peligro la caballería.
  • Zalacaín vió que buscaban un pretexto para encerrarle y aguantó los empellones que le dieron, y en medio de los dos serenos entró en la cárcel.
  • Toda la noche estuvo dando vueltas de un lado para otro, queriendo levantarse, y renegando de que le tuvieran prisionero en la cárcel de aquellas malditas sábanas.
  • Don Martín quedó indignado cuando vió que el Tribunal, aceptando una serie de circunstancias atenuantes, no condenó al muchacho más que a unos meses de cárcel.
  • Era una calle porque la llamaban así, pero consistía en un camino maltrecho, de piso desigual y fangoso entre dos paredones, uno de la Cárcel y otro de la huerta de los Ozores.
  • Indudablemente era Pimentó el autor de la agresión, el que impedía que los campos fuesen cultivados, y la Guardia civil prendió al jaque de la huerta, llevándolo á la cárcel.
  • Poco a poco las hechuras de Barbacana iban cayendo, y estancos, alguacilatos, guardianía de la cárcel, peones camineros, toda la plantilla oficial de Cebre, quedando a gusto de Trampeta.
  • La mala alimentación, la humedad, el frío, todas las molestias naturales en una cárcel de aquel género, le tenían fuera de sí, y sus protestas no le servían más que para estar encadenado y en el calabozo.
  • Los domingos iban como en peregrinación hombres y mujeres á la cárcel de Valencia para contemplar á través de los barrotes al pobre libertador, cada vez más enjuto, con los ojos hundidos y la mirada inquieta.
  • Y Sor Marcela pasó repetidas veces por delante de la cárcel, volviendo de registrar los nidos de las gallinas, por ver si tenían huevos, o de regar los pensamientos y francesillas que cultivaba en un rincón de la huerta.
  • Quien va a ir a la cárcel es esa chilló la agresora, frenética, revertida otra vez bruscamente a las condiciones de su origen, mujer del pueblo, con toda la pasión y la grosería que el trato social había disimulado en ella.
  • Pusieron las mesas, y por una soguilla, en un sombrero, como suben la limosna los de la cárcel, subían la comida de un bodegón que estaba a las espaldas de la casa, en unos mendrugos de platos y retacillos de cántaros y tinajas.
  • Sucedió, pues, que a mi autor (que siempre paran en esto), sabiendo que en Toledo le había ido bien, le ejecutaron no sé por qué deudas y le pusieron en la cárcel, con lo cual nos desmembramos todos y echó cada uno por su parte.
  • Estremecíase éste con las burbujas acuáticas surgidas incesantemente del fondo de arena, donde crecían manojos de plantas gelatinosas, verdes cabelleras ondeantes, moviéndose en su cárcel de cristal líquido á impulsos de la corriente.
  • Falta, para dejar completa la plantilla, consignar que el alcaide de Cárcel cobra maravedís 12.000, que el fiel ejecutor disfruta de un sueldo de 6.000, y que cada regidor y no olvidemos que son diez y siete percibe por sus respectivas barbas, 600.
  • Al llegar a la plazoleta donde comienza la Rua Mayor del pueblo viejo, Martín se detuvo frente al palacio del duque de Granada, convertido en cárcel, a contemplar una fuente con un león tenante en medio, en cuyas garras sujeta un escudo de Navarra.
  • Es lástima que Nicolás se haya ido a Toledo hace dos días, pues si estuviera aquí, él daría pasos por su hermano, y con seguridad le sacaría hoy mismo de la cárcel, porque los curas son los que más conspiran y los que más pueden con el Gobierno.
  • Dejo de contar la risa tan grande que en la cárcel y por las calles había con nosotros, porque como nos traían atados y a empellones, unos sin capas y otros con ellas arrastrando, eran de ver unos cuerpos pías remendados y otros aloques de tinto y blanco.
  • La meditación era mucho más honda y eficaz si la señora tenía metida toda la mano izquierda, hasta más arriba de la muñeca, dentro de una media, y si las claraboyas de esta eran bastante anchas para poder tener sobre ellas enrejados como los de una cárcel.
  • ¡Anda, tinaja, cuba, mosquito! ¡Toma, toma, para que vuelvas otra vez, pellejo, odre! ¡Ve a dormir la mona, cuero! ¡A la taberna con tus huesos, larpán, tonel de mosto! ¡A la cárcel, borrachos, a vomitar lo que tenéis en esas tripas! Limpia estaba la calle.
  • ¡Una vida! Tenían que pasar primaveras, veranos e inviernos en aquella cárcel flotante, siempre a la vista de un mar gris, de unos pantanos llenos de fango, sin más comunicación con el mundo exterior que el ruido de las olas y el grito áspero de las gaviotas y de los patos salvajes.
  • Yo había soñado que ya no era Vetusta para mí cárcel fría, ni semillero de envidias que se convierten en culebras, sino el lugar en que habitaba un espíritu noble, puro y delicado, que al buscarme para caminar en la vía santa de salvación, sin saberlo, me guiaba también por esa vía.
  • El vicario mayor de Montiel, otro vicario, un notario, un alguacil fiscal, un gobernador, un teniente del gobernador, un alguacil mayor, un escribano de gobernación, un alcaide de la Cárcel, diez y siete regidores, un fiel ejecutor, un depositario general, un mayordomo y procurador del Concejo, un escribano del Concejo.