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Ejemplos de oraciones con la palabra casada

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra casada en el contexto de una oración.

Término casada: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "casada" aquí tienes una selección de 59 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra casada para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Casada, no.
  • Estaba casada.
  • Usted está casada.
  • Debe de ser casada.
  • Encontrémela casada.
  • Y ahora estaba casada.
  • ¿está casada esa chica?
  • ¡Casada! Sí, con un simple.
  • Aquella casada no era como otras.
  • ¡Sabel casada, alejada de allí.
  • ¿Pero es verdad que estoy casada yo?
  • ¿Le conoció usted después de casada?
  • Ser honrada, ser casada, señora de Tal.
  • ¡Bah! No hay mujer casada que no peque.
  • Se trataba de una mujer casada, es verdad.
  • Usted está casada y no quiere a su marido.
  • Jacinta, yo te quisiera ver casada con este.
  • Hacía muy buena casada, en opinión de las gentes.
  • Además, la mujer casada la pierna quebrada y en casa.
  • En efecto, don Saturno se enamoró de una señora casada.
  • En Vetusta, decir la Regenta era decir la perfecta casada.
  • Ya lo sé, una mujer honrada y buena, casada con un idiota.
  • ¡Casada!, ¡honrada o en disposición de serlo! Se reconocía otra.
  • Y no digan que eres casada y que tu hijo se tiene que llamar Rubín.
  • Y al año de casada, más aún a los dos años, deseaba ardientemente lo que no tenía.
  • Las cortinas estaban torcidas, las guardamalletas mal colocadas, la alfombra mal casada.
  • Una mujer casada, peca menos que una soltera cometiendo una falta, porque, es claro, la casada.
  • Está casada con uno que fue de la ronda secreta, y ahora tu señor me le ha colocado en el tren.
  • Para mayor contrasentido, Candelaria, que estaba casada con un pobre, había tenido dos de un vientre.
  • Porque fray Luis de León me enseñó en su Perfecta casada que en cada estado la obligación es diferente.
  • Hasta recordaba textos de Fray Luis de León en la Perfecta Casada, que, según ella, condenaban lo que estaba haciendo.
  • Hízole, pues, la pregunta que ingenuamente se le salía siempre de los labios cuando se encontraba delante de una casada.
  • Al año de casada, Catalina tuvo un hijo, al que llamaron José Miguel, recordando Martín la recomendación del viejo Tellagorri.
  • Francamente, hija, esto nos ha parecido muy extraño, porque usted es casada, y vive en paz con su marido, al menos así lo parece.
  • Después tuvo esto por un disparate y se fijó en una amiga suya, casada con Moreno Vallejo, tendero de novedades de muy reducido capital.
  • ¡Perfectamente! Pero usted olvida que es casada y que Dios le manda querer a su marido, y si no le quiere, serle fiel de cuerpo y de pensamiento.
  • Vivió en esa obscuridad psicológica normal entre la gente del campo, y pasó de soltera a casada y de casada a viuda con absoluta inconsciencia.
  • Eso me pesa a mí replicó, y si no fuera por ser tarde, y voy con prisa a comer, me detuviera más, porque me aguarda una hermana casada y su marido.
  • Padeció grandes trabajos recién casada, y aun después, porque malas lenguas daban en decir que mi padre metía el dos de bastos para sacar el as de oros.
  • Albert murió el 55, dejando una gran fortuna, que heredó su hija casada con el sucesor de Muñoz, el de la inmemorial ferretería de la calle de Tintoreros.
  • Que ella lo había hecho por afición a una persona, que no había por qué ocultarlo, y por lástima de otra, casada con un viejo chocho, inútil y chiflao que era una compasión.
  • Si es soltera se decía, ¡malo! Hay que vigilarla para que no vuelva al novio o acaso a otro cualquiera, y si es casada, malo también, y peor aún si dejó al hijo propio para criar el ajeno.
  • No sabemos a qué época fija se referirían estos párrafos sueltos que al vuelo cogía Barbarita cuando, ya casada, entraba en la tienda a descansar un ratito, de vuelta de paseo o de compras.
  • Todas las señoras menos una, alta, gruesa y vestida con hábito del Carmen (una señora que parecía un fraile) sostenían que tiene más mérito la buena casada del siglo que la esposa de Jesús.
  • Los años y el frecuente trato no habían podido borrar el recuerdo de la época en que Teresa era criada en aquella tienda y el escándalo de los señores al verla casada con el dependiente principal.
  • Lo malo que tiene usted siguió diciendo Andrés es que está usted casada con un hombre que es un idiota, un imbécil petulante, que le hace sufrir a usted, y a quien yo como usted le engañaría con cualquiera.
  • Pepeta, la pobre bestia de trabajo, muerta para la maternidad y casada sin la esperanza de ser madre, perdió su calma á la vista de aquella cabecita de marfil orlada por la revuelta cabellera como un nimbo de oro.
  • Doña Manolita era señora en regla, puesto que era casada, ayudaba a las monjas en las clases de lectura y escritura, y ponía un empeño particular en enseñar a Fortunata, de lo que principalmente vino su amistad.
  • Por muy perfecta casada que hiciese Nucha, su condición y virtudes la llamaban a otro estado más meritorio todavía, más parecido al de los ángeles, en que la mujer conserva como preciado tesoro su virginal limpieza.
  • Y Ana, encendida la mejilla, cerca de la cual hablaba el presidente del Casino, no pensaba en tal instante ni en que ella era casada, ni en que había sido mística, ni siquiera en que había maridos y Magistrales en el mundo.
  • Petra discurría perfectamente en estas materias, porque leía folletines, la colección de Las Novedades, que dejara en un desván doña Anuncia, y sabía quién desafía a quién, llegado el caso de descubrirse los amores de una señora casada.
  • En el camino mi capitán me explicó en vascuence que la visita la hacíamos principalmente a la señora de Cepeda, una vascongada, paisana nuestra, casada primero con Fermín Menchaca y después con don Matías Cepeda, un almacenista, socio del primer marido.
  • Y por la actual criada del señorito, de su hijo, sabía que en el ánimo de Fermín, Petra era la persona destinada a sustituir a Teresa el día, próximo ya, en que esta alcanzara el premio consabido de salir de allí casada para administrar ciertos bienes de los Provisores.
  • Si los primeros días renegaba del miedo, de la ignorancia y de los escrúpulos ( absurdos en una mujer casada de treinta años, según la filosofía del Presidente del Casino), pronto vio tan colmada la medida de sus deseos, que llegó a inquietarle otro aspecto de sus amores.
  • Teresina, a quien esperaba para muy pronto una colocación de señorona allá en cierta administración de bienes del amo, casada con un buen mozo, Teresina la había enterado de lo que ella no había podido observar y adivinar, le había abierto los ojos y llenado la boca de agua.
  • Y como la hija única del contramaestre se hallase casada con un antiguo criado de la casa, resultando de esta unión un nieto, Medio hombre se decidió a echar para siempre el ancla, como un viejo pontón inútil para la guerra, y hasta llegó a hacerse la ilusión de que le gustaba la paz.
  • En su narración tuvo que alterar la verdad histórica, porque a la Regenta no se le podía hablar francamente de amores con una mujer casada ( tan atrasada estaba aquella señora ), pero vino a dar a entender, como pudo, que él había despreciado la pasión de una mujer codiciada por muchos.
  • Pero volvió la idea a presentarse tentadora, y como en las novelas que saboreaba sucedía casi siempre que eran casadas las heroínas, pecadoras sí, pero al fin redimidas por el amor y la mucha fe, vino en averiguar y dar por evidente que se podía querer a una casada y hasta decírselo, si el amor se contenía en los límites del más acendrado idealismo.
  • Aunque Nucha no pecaba de burlona, no pudo menos de hacerle gracia el atavío de la jueza, que pasaba por el figurín vivo de Cebre, y a hurtadillas sonrió a Julián mostrándole con imperceptible guiño los collares, dijes y broches que lucía en el cuello la señora, mientras ésta a su vez devoraba e inventariaba el sencillo adorno de la recién casada santiaguesa.