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Ejemplos de oraciones con la palabra civil

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra civil en el contexto de una oración.

Término civil: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "civil" aquí tienes una selección de 48 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra civil para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Entierro civil.
  • Había sido guardia civil.
  • Ni nombre, ni estado civil, ni nada.
  • Vamos a cambiar de destino y de estado civil.
  • En una ocasión llegó a decirle al Gobernador civil.
  • La Guardia Civil, las uvas de albillo y el Museo del Prado.
  • Hasta se decía que había estado en Cuba como guardia civil.
  • Le esperaban en el Gobierno civil para una junta de ganaderos.
  • Por la otra puerta entró un coronel viejo de la Guardia Civil.
  • De cogerte y mandarte para acá por tránsitos de la Guardia civil.
  • Por aquella brecha penetraban perros y gatos en el cementerio civil.
  • Ramoncita pensaba seriamente en que debía llamarse a la Guardia Civil.
  • Mi estado civil no está claro, no podría fácilmente identificar mi personalidad.
  • El Marquesito, licenciado en derecho civil y canónico se hizo explicar la palabreja.
  • El derecho civil también les encantaba en lo que atañe al parentesco y a la herencia.
  • Añadamos también las poderosas trabas de la amortización, tanto civil como eclesiástica.
  • Y no sólo se hablaba de asuntos políticos y de la guerra civil, sino de cosas del comercio.
  • Todo aquello era una contradicción, pero Vetusta no estaba preparada para un verdadero entierro civil.
  • ¿Para qué necesitaba un hombre jueces ni Guardia civil, teniendo buen ojo y una escopeta en su barraca?
  • Como todo esto que cuento se refiere al año 74, natural es que en el café se hablara principalmente de la guerra civil.
  • Más de una vez la guardia civil tuvo que visitarla y cada poco tiempo iba a la cabeza del partido a declarar en causa por lesiones o hurto.
  • En el Santuario de la Virgen del Camino se maneja mucha plata el día que se abre el tesoro de la Virgen, en presencia de la Autoridad civil.
  • Y parejas de la Guardia civil fueron á correr la huerta, á apostarse en los caminos, á sorprender gestos y conversaciones, siempre sin éxito.
  • Pero así como la lista civil le dolía lo mismo que si la pagase él entera, de las mangas y capirotes que hacían con sus bienes le importaba poco.
  • Nosotros navegábamos confiados, porque ni de perros herejes moros se teme la traición, cuantimás de un inglés que es civil y al modo de cristiano.
  • Pues era don Saturnino Bermúdez, doctor en teología, en ambos derechos, civil y canónico, licenciado en filosofía y letras y bachiller en ciencias.
  • Ya no pensaba en la existencia de la Guardia civil y acogía con gusto la posibilidad de un encuentro con Pimentó, que no debía andar lejos de la taberna.
  • ¡Bastante tenía él sobre su alma con el entierro civil de Barinaga y la consiguiente ojeriza que gran parte del pueblo había tomado al señor Magistral!
  • En los últimos años de la Revolución, Don Manuel Pez diole un destinillo en el Gobierno civil, y él lo aceptó como ayuda hasta que vinieran tiempos mejores.
  • El gobierno dispone de mucha fuerza, ¡qué diantre!, y cuando ve la cosa mal parada recurre a la coacción, haciendo las elecciones por medio de la Guardia Civil.
  • A los individuos de Orden Público o de la Guardia Civil que iba encontrando, les miraba ya como subalternos, y por poco les manda prender a su tía y a Torquemada.
  • A la mañana siguiente, Martín y Bautista dejaron a Amezqueta y por un sendero llegaron a Ataun, lugar en donde Dorronsoro, el jefe civil carlista, había sido escribano.
  • Subía el Magistral por las primeras calles de la Encimada, pasó por la puerta del Gobierno civil y allá dentro, en medio del patio, vio un pozo que él sabía que estaba ciego.
  • Indudablemente era Pimentó el autor de la agresión, el que impedía que los campos fuesen cultivados, y la Guardia civil prendió al jaque de la huerta, llevándolo á la cárcel.
  • Del Magistral se apoderó el Marqués que le llevó al salón donde estaban la Marquesa, la gobernadora civil, la Baronesa y su hija mayor, que no quería correr con aquellos locos.
  • Doña Anuncia y doña Águeda habían quedado en el estrado, casi a obscuras, suspirando, rodeadas de algunos amigos y amigas, quizá los mismos que les dieran en otra ocasión aquel pésame por la muerte civil de don Carlos.
  • Señores, lo que sostengo aquí y en todos los terrenos, es que si proclamamos la libertad de cultos y el matrimonio civil, pronto volveremos a la idolatría, y seremos como los antiguos egipcios, adoradores de Isis y Busilis.
  • La buena mujer abría los ojos con expresión de espanto, suspiraba pensando en el peligro arrostrado por su marido y lanzaba miradas inquietas á la cerrada puerta de la barraca, como si por ella fuese á filtrarse la Guardia civil.
  • Fueron en tiempo remoto grandes hacendados y fundadores de capellanías, luego algunos reveses de fortuna y la guerra civil, amenguaron sus rentas y la llegada de otras familias ricas les quitó la preponderancia absoluta que habían tenido.
  • Las señoritas de la clase media (y cuenta que en Vetusta el gobernador civil y familia entraban en la aristocracia) se vengaban de aquel desdén mal disimulado contándoles los huesos de la pechuga a las del barón y a otras jóvenes aristócratas.
  • Y como el Magistral arrugase el ceño, Peláez mudó de conversación y habló con falso aturdimiento de las últimas elecciones y hasta aludió a las hazañas de cierto cura de la montaña que conocía él, que había metido el resuello en el cuerpo a una pareja de la guardia civil.
  • Pero el asesino vagó como un loco por la huerta, huyendo de las gentes, tendiéndose detrás de los ribazos, agazapándose bajo los puentecillos, escapando á través de los campos, asustado por el ladrido de los perros, hasta que al día siguiente lo sorprendió la Guardia civil durmiendo en un pajar.
  • Estas tres personas formaban grupo en el balcón de galería, y desde el gabinete, sentados aquí y allá, y algunos en pie, oían a Glocester tres canónigos más, el capellán de la casa, don Aniceto, tres damas nobles, la gobernadora civil, Joaquinito Orgaz, y otros dos pollos vetustenses, de los que estudiaban en la Corte.
  • Nada, nada, señores, ya lo oyen ustedes dijo el Provisor en voz alta, para que se enterasen todos los presentes y no le aburrieran más en las oficinas del gobierno civil dicen que se resolverán los expedientes uno a uno, porque no hay criterio general aplicable, es decir, que no se resolverán nunca los expedientes dichosos.
  • Las dos familias, sufriendo los codazos de la muchedumbre, salieron de la plaza por entre los jinetes de la Guardia Civil que mantenían el turno en el desfile de los coches, fueron en busca de los suyos, teniendo las mamas y las niñas que recoger sus faldas de seda, y manchándose las medias con el barro de la carretera recién regada.
  • En frente del Casino, en los balcones de la Real Audiencia, otro palacio churrigueresco de piedra obscura, estaban, detrás de colgaduras carmesí y oro, la gobernadora civil, la militar, la presidenta, la Marquesa, Visitación, Obdulia, las del barón y otras muchas damas de la llamada aristocracia por la humilde y envidiosa clase media.
  • ¡Si no hubiera Guardia civil! Y como los náufragos agonizantes de hambre y de sed, que en sus delirios sólo ven mesas de festín y clarísimos manantiales, Batiste contempló imaginariamente campos de trigo con los tallos verdes y erguidos y el agua entrando á borbotones por las bocas de los ribazos, extendiéndose con un temblor luminoso, como si riera suavemente al sentir las cosquillas de la tierra sedienta.
  • ¡Se gana! Mientras el secretario cabildeaba con la primera autoridad civil de la provincia, Barbacana daba audiencia al Arcipreste de Loiro, que había querido ir en persona a tomar noticias de cómo andaban los negocios por Cebre, y se arrellanaba en el despacho del abogado, sorbiendo, por fusique de plata, polvos de un rapé Macuba, que acaso nadie gastaba ya sino él en toda Galicia, y que le traían de contrabando, con gran misterio y cobrándole un dineral.