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Ejemplos de oraciones con la palabra cuesta

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra cuesta en el contexto de una oración.

Término cuesta: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "cuesta" aquí tienes una selección de 56 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra cuesta para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • El abono cuesta dinero.
  • Se me hace cuesta arriba.
  • Este parto me cuesta la vida.
  • Se subía la cuesta a buen paso.
  • La entrada no cuesta más que un real.
  • ¿Qué te cuesta abrir la boca un segundo?
  • Si a mí esto no me cuesta ningún trabajo.
  • En una calle en cuesta, interceptando el paso.
  • La cuesta era ardua, el camino como de cabras.
  • El esfuerzo que exigía la cuesta la excitaba.
  • El bollo del labrador cuesta cahizada de trigo.
  • Y pensó, recordando la alegoría de la cuesta.
  • Caro cuesta, pero al fin se tocan los resultados.
  • Este Villasús vivía en la Cuesta de Santo Domingo.
  • No me cuesta ningún trabajo estar en vela toda la noche.
  • Crea usted que me cuesta mucho desprenderme de ese dinero.
  • Se detuvo solo, completamente solo, en lo alto de la cuesta.
  • Este sendero se llamaba Cuesta de los Perros (Chacur aldapa).
  • Siento tal debilidad que a veces me cuesta trabajo mover un dedo.
  • Y empezó a subir con buen ánimo la cuesta arriba de la oración.
  • De Bargas a Madrid, ida y vuelta, les cuesta el billete 14 reales.
  • No se le hacía cuesta arriba la disciplina en el terreno espiritual.
  • Si no fuera por vergüenza hubiera echado a correr por la cuesta arriba.
  • Las dos calles principales de Urbia son estrechas, tortuosas y en cuesta.
  • Cuidaré sobre todo de esta última, ¡pobrecilla!, la que te cuesta la vida.
  • Subía con una ansiedad apasionada, como si fuera camino del cielo por la cuesta arriba.
  • Fueron después a la Cuesta de Santo Domingo, y se detuvieron delante de una casa grande.
  • Se necesitan dos personas, porque cuando le dan convulsiones, cuesta Dios y ayuda sujetarla.
  • No tuvo inconveniente en emprender por la cuesta abajo un trote ligero, con el paraguas debajo del brazo.
  • La subida por la Cuesta de los Perros era bastante fatigosa, y el viejo se detuvo varias veces a descansar.
  • Añadió con marcada indecisión no sé hasta qué punto convendrá a ustedes exponer un dinero que tanto les cuesta.
  • ¡Cuánto cuesta ganarlo! ¡Y cuán malos hace á los hombres! En una barraca brillaba una luz pálida, amarillenta, triste.
  • Atravesó la Ronda, el Mundo Nuevo y entró en la calle de Mira el Río baja, cuya cuesta se echó a pechos sin tomar aliento.
  • Además de esto, las casas importadoras de Cádiz, Cuesta y Rubio, anunciaban dos remesas considerables que estaban ya en camino.
  • Me cuesta mucha pena porque sé que habría llegado a quererte y, sobre todo, porque sé lo que me quieres y lo que sufrirás con esto.
  • De Pas, como si su voluntad dependiese de la máquina del reloj, se decidió de repente y tomó por la calle de la derecha, cuesta abajo.
  • ¡Ay, Dios! ¡Cuánto cuesta criar a los hijos y sostener el rango de una familia! Tú, hijo mío, sólo tú puedes sacar a tu madre de apuros.
  • Trabajillo cuesta el desprenderse de esta sarna moral, heredada, con la cual nace uno y con la cual vive hasta que llega la hora de la liberación.
  • Tiró el jinete del ramal para detener a su cabalgadura, y ésta, que se había dejado en la cuesta abajo las ganas de trotar, paró inmediatamente.
  • Pero a fe que se habrá divertido bastante en este mundo con las mozas guapas, y si buenos azotes le cuesta ahora, buenas ínsulas se habrá calzado.
  • Había que hacerla subir la cuesta de la penitencia sin que ella lo notase al principio, por una pendiente imperceptible, que pareciese camino llano.
  • Subieron juntos la cuesta de la calle de Alcalá, y al llegar a la esquina de la de Peligros, Montaner insistió para que entraran en el café de Fornos.
  • Luego, cuando ya estoy saturado de espumas, de olas, de gemidos del viento, subo por la Cuesta de los Perros hasta lo alto de las dunas, y avanzo por entre los maizales.
  • ¡Pues no falta más sino que esos señores con sus manos lavadas se fueran a llevar lo poco que tenemos! ¡Bonitos están los tiempos! Ahora cuesta todo un ojo de la cara.
  • El entierro dejó atrás la calle principal de la Colonia, que estaba convertida en un lodazal de un kilómetro de largo, y empezó a subir la cuesta que terminaba en el cementerio.
  • Aún me cuesta trabajo creer que ha muerto Churruca, y a pesar de que todos lo dan como cosa cierta, yo tengo la creencia de que aquel hombre divino ha de estar vivo en alguna parte.
  • La barriada vieja, la calle, como se le llama por antonomasia en vascuence, está formada, principalmente, por dos callejuelas estrechas, sinuosas y en cuesta que se unen en la plaza.
  • Iv Echose mi hombre a la calle, y tiró por la de Mira el Río baja, cuya cuesta es tan empinada que se necesita hacer algo de volatines para no ir rodando de cabeza por aquellos pedernales.
  • ¡Malo, malo! Juanito temblaba viendo aproximarse la afligida demanda, el sablazo maternal, acompañado con lágrimas y conmovedoras lamentaciones sobre lo mucho que cuesta la educación de los hijos.
  • LIBRO PRIMERO La infancia de Zalacaín CAPÍTULO PRIMERO CÓMO VIVIÓ Y SE EDUCÓ MARTÍN ZALACAÍN Un camino en cuesta baja de la Ciudadela pasa por encima del cementerio y atraviesa el portal de Francia.
  • Desde que Singapore apareció en la geografía práctica, el género de Cantón y Shangai dejó de venir en aquellas pesadas fragatonas de los armadores de Cádiz, los Fernández de Castro, los Cuesta, los Rubio.
  • Pregunté al boyero por dónde se subía más de prisa a Bisusalde, y me mostró el camino, que, al principio, más que camino, era una escalera formada por tres o cuatro tramos hechos con vigas y que terminaba en una cuesta en zig zag.
  • CAPÍTULO III DE ALGUNOS HOMBRES DECIDIDOS QUE FORMABAN LA PARTIDA DEL CURA Concluída la paliza, Luschía dió la orden de marcha, y los quince o veinte hombres tomaron hacia Oyarzun, por el camino que pasa por la Cuesta de la Agonía.
  • Basta un momento! Un deseo, un deseo que no sacias siquiera, te cuesta la salvación (y todos tus ahorros, y la paz del hogar, y la tranquilidad de toda la vida, añadía para sus adentros.) Paula compró grandes partidas de vino y lo vendía al por mayor a los taberneros de Matalerejo.
  • Por más que el jinete trataba de sofrenarlo agarrándose con todas sus fuerzas a la única rienda de cordel y susurrando palabritas calmantes y mansas, el peludo rocín seguía empeñándose en bajar la cuesta a un trote cochinero que descuadernaba los intestinos, cuando no a trancos desigualísimos de loco galope.
  • La Regenta no subía la cuesta, persistía en sus peligrosos anhelos panteísticos, que así los calificaba él, se empeñaba en que era piedad aquella ternura que sentía con motivo de espectáculos profanos, y declaraba francamente que las lecturas devotas le sugerían reflexiones probablemente heréticas, o por lo menos, poco a propósito para llegar a la profunda fe que el Magistral exigía como preparación absolutamente indispensable para dar un paso en firme.