Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra enjambre

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra enjambre en el contexto de una oración.

Término enjambre: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "enjambre" aquí tienes una selección de 11 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra enjambre para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Un enjambre de moscas revoloteaba en el aire.
  • El silencio era enjambre de ruidos interiores.
  • ¡Muera el Terso! Un enjambre de mueras y vivas salió tras el primero.
  • Calló el piano, guardándose su ronca y temblona voz de viejo, y el enjambre joven, atropellándose, corrió al comedor.
  • Contentábase con tomar aires de hombre profundo, que no se resuelve a soltar el enjambre de ideas que le zumban en el cerebro.
  • Concha y Amparo recibían una ovación y doña Manuela, roja de orgullo, repartía sonrisas y pesetas a todo el enjambre de diablos negros, voceadores y gesticuladores que se agolpaba bajo el balcón.
  • Jacinta miró hacia arriba y vio dos filas de corredores con antepechos de fábrica y pilastrones de madera pintada de ocre, mucha ropa tendida, mucho refajo amarillo, mucha zalea puesta a secar, y oyó un zumbido como de enjambre.
  • Los convidados de doña Manuela veían a poca distancia los famosos Silos de Burjasot, gigantesca plataforma de piedra, cuadrada meseta agujereada a trechos por la boca de los profundos depósitos y en la cual hormigueaba un enjambre alegre y ruidoso.
  • Y el alegre enjambre transpuso la verja del jardincillo, dirigiéndose a lo que llamaban la montaña, árida colina, suave hinchazón del terreno, cariada como una muela vieja, rajada y perforada por las excavaciones de las canteras y las minas de greda.
  • Sus padres habían muerto, pero ya se encargaron de recordarle la patria y todas sus miserias el enjambre de primos, hermanos y sobrinos que cayeron sobre él tan pronto como circuló por el lugar la nueva de que hacía fortuna y tenía una tienda en el Mercado.
  • Aquel acólito del culto de Mercurio, por su empaque desenfadado atraíase la mala voluntad de los pilluelos de la plaza, enjambre de diablejos que pasaban horas enteras ante la relamida figurilla llamándole ¡ churriquio ! con irritante tono de mofa, hasta que algún dependiente les amenazaba con la vara de medir.