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Ejemplos de oraciones con la palabra enterarse

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra enterarse en el contexto de una oración.

Término enterarse: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "enterarse" aquí tienes una selección de 40 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra enterarse para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Pero Nones no pudo enterarse.
  • Apenas había tiempo de enterarse bien.
  • Es que cuando uno va a hacer vida nueva, le gusta enterarse.
  • Al enterarse de tales cosas, el arcipreste se amorataba de furor.
  • Maximiliano miró diferentes veces su reloj sin enterarse de la hora.
  • Murmuró Fortunata sin enterarse del verdadero sentido de las palabras.
  • Pero quería saber, sí señor, quería enterarse de ciertas aventurillas.
  • Si la señora no me cree se limitó a decir, puede enterarse en la vecindad.
  • Leyó primero La Ciencia del Conocimiento, de Fichte, y no pudo enterarse de nada.
  • Ponle todas las tajadas, y se las embaulará sin enterarse de si está buena o mala.
  • Andrés quiso enterarse de quién era sor María, de si vivía en el hospital o dónde estaba.
  • Al enterarse de que habían bajado los cofres de Zaldumbide, dijo que lo mejor era tirarlos al mar.
  • Barbarita no tenía sosiego hasta no enterarse del por qué de aquel tumulto que en el salón había.
  • Cuando Juan Pablo venga a Madrid irá a Molina de Aragón a enterarse del testamento y recoger lo que es vuestro.
  • Contestó Don Alonso a sus finuras con gravedad, y después quiso enterarse por él de los pormenores del combate.
  • Martín llegó a convencerse de que la buena señora tenía una imposibilidad irreductible para enterarse de la cosas.
  • Pero por no mostrarse débil, permaneció alejado, aunque sin dejar por esto de enterarse de la marcha de sus negocios.
  • Sin enterarse bien de lo que oía, había entendido que achacaban a culpas de su madre los pecados que la atribuían a ella.
  • Jacinta pasó al salón, más que por enterarse de las noticias, por ver a su marido que aquel día no había comido en casa.
  • IV Un curso de filosofía práctica i Dos o tres veces fue Don Evaristo al siguiente día a enterarse de la salud de Fortunata.
  • Mucho se incomodó el regente al enterarse de esto, y con desusada seriedad y calor hubo de negar lo que su amigo contara de la Samaniega.
  • A la mañana siguiente, determinó la esposa ir a enterarse de la noche toledana que habría pasado doña Lupe, y Maximiliano no se opuso a ello.
  • ¡Cómo gritó de angustia la madre al verla entrar y cómo protestó luego al enterarse de lo ocurrido! Aquellas gentes eran peores que judíos.
  • A pesar de su fanática adoración, el muchacho experimentó cierto sobresalto al enterarse de que se le pedía una firma por valor de tres mil pesetas.
  • Acercábase Fortunata para enterarse de esto, cuando vio entrar inesperadamente a una persona cuya presencia le hizo el efecto de una descarga eléctrica.
  • Que la muerte providencial de la modista no era motivo suficiente para hacer las paces con el infame don Carlos ni para enterarse de la suerte de su hija.
  • Ana estudiaba el modo de oír a Visita sin enterarse de lo que decía, pensando en otra cosa, única manera de hacer soportable el tormento de su palique.
  • Que el Ministro quiere enterarse de los trabajos hechos para el establecimiento del Registro fiscal, que es el gran medio para descubrir la riqueza oculta.
  • Quedose él como aletargado en el sofá de la alcoba, más propiamente en éxtasis, porque tenía los ojos abiertos, y no parecía enterarse de nada de lo que a su alrededor pasaba.
  • Lo que yo te decía, chica, lo mismo fue enterarse de que estabas en las Micaelas haciéndote la católica, que se le encendió el celo, y todas las tardes pasaba por allí en su featón.
  • De lo que había pasado en la excursión del día de San Francisco de Asís y en otras sucesivas procuró De Pas enterarse en las conversaciones que tuvo con su amiga fuera de la Iglesia.
  • Maximiliano no oyó bien por estar su tía de espaldas, y aquello le interesaba tanto que se levantó, puso un codo sobre la cómoda y allí se hizo repetir el concepto para enterarse bien.
  • Después, Teresa, mujer hacendosa, preguntó á su marido por el resultado del viaje, quiso ver el caballo, y hasta la triste Roseta olvidó sus pesares amorosos para enterarse de la adquisición.
  • Tomábase el trabajo de ir a los establos, a las cuadras, de enterarse de los cultivos, de visitar la granera, el horno, los hórreos, las eras, las bodegas, los alpendres, cada dependencia y cada rincón.
  • Vi En la noche de aquel memorable día, y cuando la jaqueca se le calmó, pudo enterarse Maxi de que su hermano había ido a la calle de Pelayo, y de que sus impresiones no habían sido malas según declaración del propio cura.
  • Era, sin duda, una mujer inteligente, cerebral, como la mayoría de las muchachas que viven trabajando en las grandes ciudades, con una aspiración mayor por ver, por enterarse, por distinguirse, que por sentir placeres sensuales.
  • Pero había pertenecido a la familia, y la persona más importante de esta no podía menos de echar una mirada a la descarriada joven para enterarse de sus pasos, y tratar de impedir que arrojase sobre el claro apellido de Rubín ignominias mayores.
  • Volvieron a la casa a las diez y media, porque Barbarita quería enterarse de cómo había pasado su hijo la noche, y entonces fue cuando Jacinta reveló lo del Pituso a su mamá política, quedándose esta tan sorprendida como poco entusiasmada, según antes se ha dicho.
  • Después de esto ¡al agua! Saturno entra en el salón, saludando a diestro y siniestro, y aunque parece que su propósito es enterarse de quién está allí, en el fuero interno bien sabe él que lo que busca es un rincón de un diván o una silla, que le sirva de puerto en aquella arriesgada navegación por los mares del gran mundo.
  • La botica, los jaropes que él aborrecía, el miedo a equivocar las dosis, el pavor que le inspiraban las medicinas verdosas, creyendo que podían ser veneno (para don Víctor el veneno, a pesar de sus estudios físico químicos, siempre era verde o amarillo), las equivocaciones y torpezas de las criadas, las horas de hastío y silencio al pie del lecho de la enferma, las inquietudes naturales, el estar pendiente de las palabras de Somoza, el hablar con todos los que quisieran enterarse de la misma cosa, de los grados de la enfermedad.