Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra escribir

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra escribir en el contexto de una oración.

Término escribir: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "escribir" aquí tienes una selección de 88 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra escribir para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Voy a escribir al Magistral.
  • Hágame el favor de escribir.
  • Se le ocurrió también escribir.
  • Con que yo no sé leer ni escribir.
  • Lo prohibido no es escribir a usted.
  • Es una gaita esto de no saber escribir.
  • Antes de escribir dejó hablar al pensamiento.
  • Ese Primitivo no sabrá casi leer ni escribir.
  • Ignoraba lo que tenía, pero no podía escribir.
  • ¿Te parece bien ese modo de escribir al confesor?
  • Leía muy mal y a trompicones, y no sabía escribir.
  • Pero deje, deje, que me tiene que escribir una carta.
  • He de escribir muchas cosas que no tengo ganas de escribir.
  • No hay medio de escribir en el Decálogo los delitos fiscales.
  • Y no tengo más remedio, para luchar con el mal, que escribir.
  • Un animalito muy mono, una salvaje que no sabía leer ni escribir.
  • Como escribir, no escribo porque se me corre la tinta por el dedo.
  • Se puso Tristán a escribir la carta, y cuando concluyó me la dio.
  • En estas niñeces pasé algún tiempo aprendiendo a leer y escribir.
  • Ana bajó a la huerta, olvidada ya de la carta que quería escribir.
  • Antes de empezar a escribir en él repasaba algunas páginas, a saltos.
  • Pasa con esto lo que con nosotros, los que tenemos la manía de escribir.
  • ¡Pero quia! Ahora recuerdo que me han dicho que esa tarasca no sabe escribir.
  • Maxi se sentó en la mesilla en que tenía algunos libros y recado de escribir.
  • Después de escribir el papel, Martín se paseó con impaciencia por el cuarto.
  • Lo prohibido es escribir mucho, sea a quien sea, y sobre todo de asuntos serios.
  • Otra, la que más halagaba mi vanidad, escribir diciendo que acudiría a la cita.
  • Su padre podría escribir al director de la Compañía donde antes había navegado.
  • Ni para una ni para otra cosa se necesitaba en el periodismo antiguo saber escribir.
  • Escribir cartas a los periódicos de la corte con las noticias más contradictorias.
  • Esta es, querido Sarrió, la manera que tienen los hombres de escribir sus historias.
  • Yo aprendí a leer y a escribir con todas estas narraciones y aventuras de la familia.
  • Yo tenía por costumbre escribir representando recio, como si lo hiciera en el tablado.
  • Le hubiera gustado comunicar a alguien sus impresiones y pensó en escribir a Iturrioz.
  • Había querido escribir a sus tías de Vetusta y no había podido coordinar las palabras.
  • No se inventó el modo de escribir al cielo encargando y explicando bien el sexo que se desea.
  • Volvió a pasear y volvió a escribir, y a rasgar y a cada momento clavaba las uñas en la cabeza.
  • Leo, paseo un poco, vuelvo a leer, torno a escribir las cosas horribles sobre los pequeños papeles.
  • Escribir la crónica de sus hazañas, de sus venganzas, de sus manejos, fuera cuento de nunca acabar.
  • Al escribir esta carta se veía que Machín habla arrugado el papel y lo había mojado con sus lágrimas.
  • Ya no hay salvación afirmó él quitándose los lentes y frotándose los ojos, cansados de tanto escribir.
  • A pasear por la sala y a escribir, para ver si puedo apartar de mí los tristes pensamientos que me devoran.
  • ¿Si en el fondo no sería ella más que una literata vergonzante, a pesar de no escribir ya versos ni prosa?
  • Pero yo no me turbaré ante las burlas, y tendré el atrevimiento de escribir aquí mis reflexiones de entonces.
  • Lo que no hice yo para enseñarle a leer y escribir, para acostumbrarle a que se lavase esos hocicos y esas patas.
  • Después de firmar y cerrar esta carta, Ana se puso a continuar otra que había empezado a escribir por la mañana.
  • ¡Si están medio podridas! ¡Qué han de estar! Pero en fin, tarasca, tuyas son replicó Moreno volviendo a escribir.
  • La mano de Santa Teresa, al escribir, era guiada por el Espíritu Santo, y por eso enciende el corazón de quien la saborea.
  • En una mujer hermosa es imperdonable el vicio de escribir decía el baroncito, clavando los ojos en Ana y creyendo agradarla.
  • Fue tanta la prisa que hubo en el tomar de la bula, que no bastaban dos escribanos ni los clérigos ni sacristanes a escribir.
  • Allá en la Montaña, en cuanto Fermín había aprendido a leer y escribir, le había obligado a enseñarle a ella su ciencia.
  • Recordaba que años atrás había pensado en escribir novelas, en hacer una sibila verdaderamente cristiana, y una Fabiola moderna.
  • Este hombre ha sido también autor de novelas, y de escribir tanto adulterio, no comiendo más que judías, se le reblandeció el cerebro.
  • Cuando todavía el pensamiento seguía dictando a borbotones, tuvo la mano que renunciar a seguirle, porque el lápiz ya no podía escribir.
  • Una mesa armada sobre bancos como la que usan los papelistas, y encima de ella grandes paquetes o manos de pliegos de papel fino de escribir.
  • De todo lo que el enamorado pensaba hacer para la redención de su querida, nada le parecía tan urgente como enseñarla a escribir y a leer bien.
  • Diciendo esto, cogía de la papelera un pliego timbrado y se lo ponía delante, apartando con su propia mano la carta que estaba a medio escribir.
  • Yo, en cierta época de mi existencia, he pasado por algunos momentos difíciles, y el recordarlos, sin duda, despertó en mí la gana de escribir.
  • La misma idea que impulsa a un anarquista romántico a escribir unos versos ridículos y humanitarios, es la que hace a un dinamitero poner una bomba.
  • Y, por eso, yo rehuyo cuanto puedo el escribir acerca de los libros que tengo sobre la mesa y digo que todos son admirables, aunque no los haya leído.
  • Suspiró, arrojó aquella pluma, como si tuviera la culpa de tales pensamientos, que ya se le antojaban vanos, y sacudiendo la cabeza se puso a escribir.
  • Cuando terminé de escribir, salí de la biblioteca, metí la carta en un libro, llamé a la criada y le encargué que diera aquello a la hija del capitán.
  • Ballester, que no comprende esto, ni lo comprenderá nunca, se enfadó conmigo y no me quería dar papel y tinta para escribir la fórmula y dejarla consignada.
  • Ocurriole escribir a Fortunata, encargándole que no hiciera caso alguno de lo que le dijesen las monjas acerca de la vida espiritual, la gracia y el amor místico.
  • Quería buscar dentro de sí fervor religioso, acendrada fe, que necesitaba para inspirarse y escribir un párrafo sonoro, rotundo, elocuente, con la fuerza de la convicción.
  • No tenía pulso para escribir, se manchaba de tinta los dedos y sudaba mucho, poniéndose sofocada y haciendo con los labios una graciosa trompeta en el momento de trazar el palote.
  • En cuanto pudo levantarse, uno de sus primeros cuidados fue escribir a don Fermín una carta con que había soñado ella muchas noches, que era uno de sus caprichos de convaleciente.
  • Teníanle trabajando en el escritorio o en el almacén desde las nueve de la mañana a las ocho de la noche, y había de servir para todo, lo mismo para mover un fardo que para escribir cartas.
  • La ausencia del papel sellado y del escribano aterrador era lo que más gustaba á unas gentes acostumbradas á mirar con miedo supersticioso el arte de escribir, por lo mismo que lo desconocen.
  • Cuando el muchacho encontraba acomodo, el padre se despedía de él con un par de besos y cuatro lagrimones, y en seguida iba a por el macho para volver a casa, prometiendo escribir pasados unos meses.
  • Metílos en paz diciendo que yo quería aprender virtud resueltamente y ir con mis buenos pensamientos adelante, y que para esto me pusiesen a la escuela, pues sin leer ni escribir no se podía hacer nada.
  • ¡Qué ha de ser! Más ridículo sería abstenerme de escribir (ya que es ejercicio que me agrada y no me hace daño, tomado con medida), sólo porque si lo supiera el mundo me llamaría cursilona, literata.
  • A solas en su alcoba algunas noches en que la tristeza la atormentaba, volvía a escribir versos, pero los rasgaba en seguida y arrojaba el papel por el balcón para que sus tías no tropezasen con el cuerpo del delito.
  • Esto de los bailes solía acontecer en las tertulias a donde el setentón acudía sin falta, porque desde que los médicos le habían prohibido escribir y hasta leer de noche, no podía pasar sin la sociedad más animada y galante.
  • Y al llegar aquí era cuando furioso contra sí mismo, rasgaba aquellos papeles el Magistral, airado porque no sabía escribir de modo que insultara, que matara, que despedazara, sin insultar, sin matar, sin despedazar con las palabras.
  • Estaba haciendo averiguaciones sobre todos los que en España existen más o menos ruinosos, para escribir una gran obra heráldica, arqueológica y de castrametación sentimental, que aunque estuviese bien hecha no había de servir para nada.
  • Cuando comencé a escribir, a mi tía Úrsula se le ocurrió dictarme párrafos del gran libro de la familia, y todavía conservo, por casualidad, un pliego en papel de barba, escrito por mi inhábil mano, con letras desiguales, que dice así.
  • Una tarde de otoño, después de admitir una copa de cumín que su padre quiso que bebiera detrás del café, Anita salió sola, con el proyecto de empezar a escribir un libro, allá arriba, en la hondonada de los pinos que ella conocía bien.
  • ¿Cómo divulgar que la señorita Manolita hacía novenas a San Antonio para que don Víctor de la Formoseda se determinase a pedirla, llegando al extremo de escribir a don Víctor cartas anónimas indisponiéndole con otras señoritas cuya casa frecuentaba?
  • Ya había completado la hija de Arnaiz su educación (que era harto sencilla en aquellos tiempos y consistía en leer sin acento, escribir sin ortografía, contar haciendo trompetitas con la boca, y bordar con punto de marca el dechado), cuando perdió a su padre.
  • Escribí a mi casa que yo no había menester más ir a la escuela porque, aunque no sabía bien escribir, para mi intento de ser caballero lo que se requería era escribir mal, y que así, desde luego renunciaba la escuela por no darles gasto y su casa para ahorrarlos de pesadumbre.
  • Pero, a no ser en uno de sus momentos de arrechucho puramente nervioso, no podía, no sabía, no acertaba a dar un paso, a adoptar una medida aunque ésta fuese tan fácil y hacedera como escribir cuatro renglones a don Manuel Pardo de la Lage, informándole de lo que ocurría a su hija.
  • No se recataba ya para estudiar, y hacía público alarde, con la mayor desvergüenza, de su decidida inclinación a tomar el grado aquel mismo año, llegando hasta la audacia de escribir un trabajo muy bueno sobre la dextrina, e ilusionándose con la idea de hacer oposición a una cátedra.
  • Oración ha de ser el comer y el beber y el pasearse y el jugar y el leer y el escribir y el conversar y hasta el dormir, y rezo todo, y nuestra vida un continuo y mudo ¡hágase tu voluntad! y un incesante ¡venga a nos el tu reino! no ya pronunciados, mas ni aun pensados siquiera, sino vividos.
  • Nos ha prometido escribir la biografía de su excelsa pariente cuando se muera, y entretanto no tiene reparo en dar cuantos datos se le pidan, ni en rectificar a ciencia cierta las versiones que el criterio vulgar ha hecho correr sobre las causas que determinaron en Guillermina, hace veinticinco años, la pasión de la beneficencia.
  • Después acercaba el vaso, poniendo a la derecha, a la discreta distancia a que se pone el tintero para escribir, el platillo del azúcar, y luego atendía a la operación de verter en el vaso la leche y el café, poniendo mucho cuidado en que las proporciones de ambos líquidos fueran convenientes y en que el vaso se llenara sin rebosar.
  • Recuerdo que al escribir esto, que me dictaba mi tía, le hice varias preguntas acerca de la vida y de las costumbres de los piratas, y, a pesar de que ella trataba de exagerar la odiosidad de los caballeros de la fortuna, a mí me parecía que aquello de ser pirata y de abordar a los barcos y quitarles sus tesoros y guardarlos en una isla desierta debía tener grandes encantos.
  • Federico Ruiz, que tuvo años ha la manía de escribir artículos sobre los Oscuros pero indudables vestigios de la raza israelita en la moderna España (con los cuales artículos le hicieron un folletito los editores de la Revista que los publicó gratis), sostenía que el apellido de Rubín era judío y fue usado por algunos conversos que permanecieron aquí después de la expulsión.