Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra excusas

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra excusas en el contexto de una oración.

Término excusas: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "excusas" aquí tienes una selección de 12 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra excusas para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Me daban mil excusas inverosímiles.
  • Jacinta daba sus excusas risueña y sosegada.
  • Pero conteste claro, ¿por qué no le dio excusas?
  • Ella tuvo que encargarse de dar toda clase de excusas y explicaciones a la poderosa familia.
  • Pero la mayor parte se quedaban fríos, mascullando excusas y buscando pretextos para no darme un céntimo.
  • El holandés no sólo no se incomodó, sino que dió excusas al marinero, que, a su vez, pidió mil perdones por su torpeza.
  • Pero transcurridos breves minutos, apareció en el zaguán el juez en persona, deshaciéndose en excusas por la torpeza de la muchacha.
  • Son tan brutos como sus señores padres, que ladran, les sobra dinero para ir á la taberna, é inventan mil excusas para no darme el sábado los dos cuartos que me pertenecen.
  • Él, sintiéndose tan frío de bolsa cuanto estaba caliente del estómago, tomóle tal calofrío que le robó la color del gesto, y comenzó a turbarse en la plática y a poner excusas no validas.
  • El dueño del establecimiento avanzó a recibir a la señora, con su mandil de cuero ennegrecido, la cara sudorosa y tiznada, y quitándose la porra, le dio sus excusas por no haber entregado los clavos bellotes.
  • Los hombres se escondían para evitar penosas excusas y las mujeres salían á la puerta de la barraca con la vista en el suelo y la mentira á punto para rogar á don Salvador que tuviese paciencia, contestando con lágrimas á sus bufidos y amenazas.
  • Pero había que repetir la frase sacramental, las excusas de rúbrica, y mientras todos aseguraban que no tenían sed y preguntaban con enfado a los dueños de la casa por qué se molestaban, la lengua, seca por el calor, parecía pegarse al paladar, y los ojos se iban tras las tazas de filete dorado que contenían el humeante chocolate, las anchas copas azules, sobre las cuales erguían los sorbetes sus torcidas monteras rojas o amarillas, y las maqueadas bandejas cubiertas de dulces.