Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra grandísima

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra grandísima en el contexto de una oración.

Término grandísima: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "grandísima" aquí tienes una selección de 16 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra grandísima para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Pasó la noche en grandísima intranquilidad.
  • Valiente turrón te ha caído, grandísima idiota.
  • Lo que esa grandísima tunanta no quiere que le respeten.
  • El Magistral despreciaba a la del Banco y la tenía por una grandísima cualquier cosa.
  • La impresión de vacío y soledad que sacó de la casa, poníala en grandísima tristeza.
  • En el crucero ya no tiene pérdida, porque se ven los Pazos, una costrución muy grandísima.
  • Tú déjate querer, grandísima tonta, y hazte cargo de que se te presenta un ancho horizonte de vida.
  • De esto tengo la culpa yo, grandísima bestia, por empeñarme en domar acémilas y en hacer de ellas personas.
  • Y si Dios hiciera justicia, ahora mismo te pondrías donde yo estoy, y yo donde tú estás, grandísima ladrona.
  • Después volvía para acá, describiendo una onda grandísima, y retumbaba ¡plam!, tan fuerte como si el sonoro metal estuviera dentro de la casa.
  • Pidiole perdón por no haberle confiado aquel secreto, y advirtió con grandísima pena que su suegra no se entusiasmaba con la idea de poseer a Juanín.
  • Cuando llegó a los pastores que estaban en vela, cuidando sus rebaños, don Cayetano recordó su grandísima afición a la égloga y se enterneció muy de veras.
  • Apenas se inclinó hacia ella, pudo a pesar de su poca experiencia y ninguna malicia convencerse de que el supuesto ataque no era sino bellaquería grandísima y sinvergüenza calificada.
  • Contemplaban ellos a las damas, mudos y con grandísima emoción, gozando íntimamente en la sorpresa y terror que sus espantables cataduras producían en aquellas señoriticas tan requetefinas.
  • Mas la otra pudo observar que su rostro estaba tan bañado en lágrimas como si le hubiesen echado por la frente un cubo de agua, y sus ojos encendidos y aquella grandísima humedad igualaban el rostro de Mauricia al de la Magdalena.
  • ¡Ah grandísima hipocritona, si me levanto, mala pécora! la que mata a su padre de hambre, la que echa cuentas de rosario y pelos en el caldo, la que me echa en las narices el polvo de la sala, la que se va a misa de alba y vuelve a la hora de comer.