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Ejemplos de oraciones con la palabra hice

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra hice en el contexto de una oración.

Término hice: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "hice" aquí tienes una selección de 93 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra hice para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • La hice anoche.
  • Yo lo hice así.
  • Yo hice lo mismo.
  • Hice la historia.
  • El 54, ¿qué hice?
  • ¿Y por qué hice bien?
  • Ayer hice un artículo.
  • Yo le hice caer dos veces.
  • No hice más que acostarme.
  • Y ansí lo hice hasta agora.
  • ¿Qué creen ustedes que hice?
  • Yo le hice desgraciado, padre.
  • Me cegué, no supe lo que hice.
  • Agarréme a los palos, hice visajes.
  • Y me hice amigo de la tía y hablamos.
  • No lo hice porque me parecía impropio.
  • Que hice todas las diligencias posibles.
  • Lo que yo hice es de eso que no se perdona.
  • Todavía sostendrá que yo le hice el amor.
  • ¿No te parece a ti que hice bien en venir?
  • Hice mal, muy mal en tomarle tanta afición.
  • Deshacen en un mes lo que yo hice en veinte años.
  • Hice un esfuerzo y me quité el pañuelo de la boca.
  • Son pláticas de familia de las que nunca hice caso.
  • Hice un esfuerzo para volverme y mirar hacia el frente.
  • Así lo hice yo, y hasta que lo hice no tuve tranquilidad.
  • Entonces callé, y creo firmemente que hice bien en callar.
  • Dicen que por el boquete que le hice se le veía la sesada.
  • Precisamente hice construir para él una escopeta singular.
  • Aquella noche hice yo un gasto de cólera y de rabia inútil.
  • ¡Pero qué fatalidad! ¿Cree usted que por fin la hice mía?
  • No había, pues, más remedio que hacer lo que hice, y salvarme.
  • Pero por respeto a ti y a mí misma y a la familia, no hice nada.
  • Mas no lo hice tan presto por hacello más a mi salvo y provecho.
  • Para averiguar si era fundada aquella pícara idea, fui ¿y qué hice?
  • Yo hice un gesto que indicaba mi conformidad con tan heroico proyecto.
  • Pero por más esfuerzos que hice para desesperarme no lo pude conseguir.
  • Lo que hice fue ponerme en salvo como los demás por lo que pudiera tronar.
  • A los diez y seis años hice un viaje no muy feliz a Terranova, de grumete.
  • Hice de ella el objeto capital de mi vida, y ella no respondió a mis deseos.
  • Y estando hablando con él a una ventana, hice que me llamaban de la calle, y dije.
  • Yo, con todo hice un gran destrozo cargando una pieza con las llaves de la iglesia.
  • Pero cuando lo primero, cuando te dirigiste a mi hermana, yo hice lo que debí hacer.
  • Yo, porque no me cogiese en mentira, hice que me salía de enojado, votando y jurando.
  • Yo hice como que me había disgustado por el dejar de la cédula y fuime a mi aposento.
  • Y aún recuerdo con orgullo que hice esfuerzos para demostrarle estos dos sentimientos.
  • Pero, como no sabía mover los pies, hice que se rieran de mí las mujeres y los hombres.
  • De las burradas que hice, de las atrocidades que dije aquella mañana en su casa de usted.
  • Volveré dijo Maxi con gravedad suma, cuando haya cumplido la promesa que a mi mujer hice.
  • Yo la perdí, la engañé, le dije mil mentiras, le hice creer que me iba a casar con ella.
  • Y me acuerdo que hice entonces la del Justo Juez, grave y sonorosa, que provocaba a gestos.
  • Le prometí quererle como él me quiso a mí, y crea usted que hice la promesa con voluntad.
  • Eso lo tengo probado hasta la saciedad, y en el momento del combate hice constar mi opinión.
  • Por más que hice no pude asistir al acto, y me es, por tanto desconocido lo que en él pasó.
  • Yo hice lo mismo, y limpiamos dos cuerpos de corchetes de sus malditas ánimas al primer encuentro.
  • Yo ni de los mortales hice caso, y aunque usted me advertía del peligro, seguí mucho tiempo ciega.
  • Atrevíme a una comedia y porque no escapase de ser divina cosa la hice de Nuestra Señora del Rosario.
  • Hice que le decía que se quedasen todos y que me aguardasen allí (que así dije yo que lo había dicho).
  • Sin embargo, en Lágrimas hice un esfuerzo, y acudí a Dios, demandándole que no permita acabe en tal estado.
  • Vendí lo poco que tenía de secreto, para el camino, y con ayuda de unos embustes hice hasta seiscientos reales.
  • Lo que no hice yo para enseñarle a leer y escribir, para acostumbrarle a que se lavase esos hocicos y esas patas.
  • Y acostóse en la cama, poniendo por cabecera las calzas y el jubón, y mandóme echar a sus pies, lo cual yo hice.
  • Esto hecho, abro muy paso la llagada arca y, al tiento, del pan que hallé partido hice según deyuso está escrito.
  • ¡Buena soy yo para dejarme las cosas a medio hacer! Fui también a la calle del Puerto, hice hablar a la portera, y.
  • Al fin, animado con este aplauso, me desvirgué de poeta en un romancico y luego hice un entremés y no pareció mal.
  • Pero no podía conmigo ni con mi fe, y tanto hice que lo metí en un puño, y ahora, que se atreva, ¿a que no se atreve?
  • Lo que sí hice fué contar lo ocurrido a la Cashilda y advertirle que si venía algo de fuera para Mary, no se lo diese.
  • ¡Ah, padre!, más espesas he visto yo las picas sobre mí, y, ¡voto a Cristo!, que hice en el saco de Amberes lo que pude.
  • Cuando les hice observar esto, Ugarte y Allen se sacaron la chaqueta y con la punta de la lima quitaron los infamantes números.
  • Así lo hice, venciendo los halagos de Doña Flora, que trató de atarme con una cadena formada de las marchitas rosas de su amor.
  • ¡Dios, con la que yo hice!, ¡portarme como me porté con aquella familia! Tú me decías que no era nada, cuando yo me ponía triste.
  • Pero como, según he dicho, no eran ésas mis inclinaciones, no hice gestión ninguna en Madrid para que se me eligiese dispensándome de la edad.
  • Creo que me dieron fuertes ganas de rezar, y que lo hice en efecto, arrodillándome en el altar donde mi madre había puesto un ex voto por mi salvación.
  • Entonces fuí a ver a Cashilda, la mujer de Recalde, e hice un convenio con ella de pagarle un tanto por tener en su casa a Mary, siempre que la muchacha se portara bien.
  • Y otro día, en saliendo de casa, abro mi paraíso panal, y tomo entre las manos y dientes un bodigo, y en dos credos le hice invisible, no se me olvidando el arca abierta.
  • También hice oposiciones (aunque no tenía la edad reglamentaria, y sólo por complacer a la familia, pues no era ésa mi vocación) a una relatoría vacante en la Audiencia de Valencia.
  • Pero no sé cómo, sin salir de aquel estado de somnolencia, me hice cargo de que se creía todo perdido, y de que los oficiales se hallaban reunidos en la cámara para acordar la rendición.
  • Hice proyectos absurdos de provocarle, que, afortunadamente, no llegué a realizar, y a mediados del mes de julio me quedé sorprendido con la entrada en la bahía de Cádiz de la Bella Vizcaína.
  • Pero te juro que lo hice sin ilusión, con fastidio, como el que cumple un deber, pensando en mi mujer, viéndote a ti más que a la que tan cerca tenía, y deseando que aquella comedia concluyera.
  • Ya no corrimos más por el patio, ni hice más viajes a la escuela, para traerla a casa, tan orgulloso de mi comisión que la hubiera defendido contra un ejército, si éste hubiera intentado quitármela.
  • Y en cuanto esto pasaba, a la memoria me vino una cobardía y flojedad que hice, por que me maldecía, y fue no dejalle sin narices, pues tan buen tiempo tuve para ello que la meitad del camino estaba andado.
  • Pero el principal trabajo literario que hice en Alicante fue el romance histórico don Jaime el Conquistador, que obtuvo el primer premio, consistente en una pluma de oro y plata, en el certamen poético celebrado en Mayo de 1876.
  • Y créete que lo poco que hice tiene mérito, porque en mí es un sacrificio cualquier niñería de este género, mientras que en esa señora no lo es, por estar muy acostumbrada a revolverse entre enfermos y difuntos, como las hermanas de la caridad.
  • Mataré, gozaré después de aquel amor inefable, infinito, que no he catado nunca y que ella me ofreció en cambio del sacrificio que le hice de mi razón, y luego nos consagraremos ella y yo a hacer penitencia y a pedir a Dios perdón de nuestra culpa.
  • Yo ansí lo hice porque me cumplía, aunque, después que vi el milagro, no cabía en mí por echallo fuera, sino que el temor de mi astuto amo no me lo dejaba comunicar con nadie, ni nunca de mí salió, porque me tomó juramento que no descubriese el milagro.
  • Mi buena estrella me llevó a cierta casa, cuyos dueños se apiadaron de mí, mostrándome gran interés, sin duda por el relato que de rodillas, bañado en lágrimas y con ademán suplicante, hice de mi triste estado, de mi vida, y sobre todo de mis desgracias.
  • Yo presumí por sus últimas palabras que mi amo había perdido el seso, y viéndole rezar me hice cargo de la debilidad de su espíritu, que en vano se había esforzado por sobreponerse a la edad cansada, y no pudiendo sostener la lucha, se dirigía a Dios en busca de misericordia.
  • Mas yo de un cabo y mi señor de otro, tanto le dijimos y otorgamos que cesó su llanto, con juramento que le hice de nunca más en mi vida mentalle nada de aquello, y que yo holgaba y había por bien de que ella entrase y saliese, de noche y de día, pues estaba bien seguro de su bondad.
  • Mas el pronóstico del ciego no salió mentiroso, y después acá muchas veces me acuerdo de aquel hombre, que sin duda debía tener spíritu de profecía, y me pesa de los sinsabores que le hice, aunque bien se lo pagué, considerando lo que aquel día me dijo salirme tan verdadero como adelante V.M.
  • ¡Quién dirá lo que yo sentía, lo uno con la vergüenza, descoyuntado un dedo y a peligro de que me diesen garrote! Al fin, de miedo de que me le diesen, que ya me tenían los cordeles en los muslos, hice que había vuelto, y por presto que lo hice, como los bellacos iban con malicia, ya me habían hecho dos dedos de señal en cada pierna.
  • Y porque el otro lo llevase mejor, que ni me había convidado ni le pasaba por la imaginación, de rato en rato le pegaba yo con la mozuela, diciendo que me había preguntado por él y que le tenía en el alma y otras mentiras de este modo, con lo cual llevaba mejor el verme engullir, porque tal destrozo como yo hice en el ante no lo hiciera una bala en el de un coleto.
  • Recuerdo que al escribir esto, que me dictaba mi tía, le hice varias preguntas acerca de la vida y de las costumbres de los piratas, y, a pesar de que ella trataba de exagerar la odiosidad de los caballeros de la fortuna, a mí me parecía que aquello de ser pirata y de abordar a los barcos y quitarles sus tesoros y guardarlos en una isla desierta debía tener grandes encantos.
  • Me hice cargo de un pacto establecido entre tantos seres para ayudarse y sostenerse contra un ataque de fuera, y comprendí que por todos habían sido hechos aquellos barcos para defender la patria, es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban sus hijos, la colonia descubierta y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraban su embarcación fatigada del largo viaje.