Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "jefe" aquí tienes una selección de 87 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra jefe para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- Y el jefe.
- El General en Jefe.
- Es la mujer del jefe.
- Junta en el despacho del jefe.
- Bueno, bueno murmuró el jefe.
- He ido a ver al general en jefe.
- ¿De manera que me nombráis el jefe?
- ¡A qué general! Al general en jefe.
- Gravina era un buen jefe de división.
- Parecía el jefe y le llamaban Luschía.
- Al general en jefe del ejército carlista.
- El jefe actual de la banca no vivía allí.
- Si no, ahí tienes al jefe de toda la escuadra, Mr.
- Tenía siempre un favorito que era el jefe verdadero.
- El jefe económico había dicho que allá el gobernador.
- Pasó el jefe de la estación que parecía un pordiosero.
- Este paisano, que trae unas cartas para el general en jefe.
- Esta respondió a la voz de su jefe con un supremo esfuerzo.
- Me creí jefe de una secta que había de transformar el mundo.
- ¿Y las partidas de dominó con el Ingeniero jefe en el Casino?
- Todas las ofícialas corrieron espantadas al auxilio de su jefe.
- (Ya sea sargento, ya sea jefe, a costa de la reina, toma su café).
- Preséntese usted al general en jefe y le entrega usted las cartas.
- Pero contra la afirmación del jefe de Fomento protestaban los hechos.
- El sistema judicial del jefe de cabila sentenciando á la entrada de su tienda.
- Una vez entregado el jefe de la escuadra, ¿qué esperanza quedaba a los buques?
- Era el jefe de un partido, el brazo derecho, y la cabeza acaso, de los Vegallana.
- Pero, ¡ay! Nadie puede usurpar el puesto del amo de casa, del jefe de la familia.
- Era poco ser jefe de un partido, que nunca era poder, en una capital de segundo orden.
- Luschía, el jefe, era uno de los tenientes del Cura y además capitaneaba su guardia negra.
- ¿Sabía Somoza que era él y nadie más el cura oculto, el jefe espiritual de aquella casa?
- El otro desafío había sido entre un jefe económico y un cajero por cuestiones de la caja.
- El jefe de nuestra escuadra, Don José Bustamante, anduvo poco listo, que si hubiera sido yo.
- Barbarita es, pues, pariente del jefe de aquella casa, aunque su parentesco resulta algo lejano.
- En el servicio de Petra había algo de la responsabilidad de un jefe de estación de ferrocarril.
- Indudablemente, el jefe de la estación de Bargas puso una fecha atrasada al troquelarles sus billetes.
- VIII El marqués de Vegallana era en Vetusta el jefe del partido más reaccionario entre los dinásticos.
- El jefe era un estudiante madrileño que se divertía en volver locos a unos cuantos zapateros y sastres.
- El comandante Iriartea y el jefe de escuadra, Cisneros se embarcaron en los botes de la oficialidad inglesa.
- El viejo jefe de la patrulla abrió la portezuela del coche y echó la luz del farol al rostro de las viajeras.
- ¡Monaguillo en jefe! Y yo encendería las velas, yo quitaría el polvo a las imágenes y las pondría tan guapas.
- ¡El tío jefe dice una de ellas nos vido montar en el tren el lunes! Sí corrobora la otra, el tío jefe nos vido.
- Corrí allá, y cuando el jefe del personal de catedrales me dijo que eran ciertos los toros, creí que me daba un desmayo.
- El jefe de los portugueses era un mestizo de indio, lacrimoso y sucio, que hacía de intérprete, y se llamaba Silva Coelho.
- Un oficial que mandaba en la primera batería subió a tomar órdenes, y antes de hablar cayó muerto a los pies de su jefe.
- Cubriose la cara con las manos y lloró, con toda la expresiva franqueza del verdadero dolor, al jefe, al protector y al amigo.
- ¡Cuánto mejor hubiese sido que se hubiera vuelto loco! exclamó el marqués de Vegallana, jefe del partido conservador de Vetusta.
- Lástima es dije yo, que estos hombres no hayan tenido un jefe digno de su valor, ya que no se les encargó del mando de la escuadra.
- Importaba mucho al jefe del partido liberal dinástico de Vetusta que Paquito le creyera enamorado de aquella manera sutil y alambicada.
- Unos meses después, Ibarra le escribía desde Bélgica, diciendo que le habían hecho jefe de un taller y que sus empresas iban adelante.
- No tenían cocinero de estos de gorro blanco, sino una cocinera antigua muy bien amañada, que podía medir sus talentos con cualquier jefe.
- Mandábalo, como he dicho, el teniente general Álava, jefe de la vanguardia, que, trocado el orden de batalla, vino a quedar a retaguardia.
- Y digo esto, menoscabando quizás la aureola que el pueblo puso en las sienes del jefe de la escuadra española en aquella memorable ocasión.
- Pero a pesar de estas y otras murmuraciones, conserva en el medallón a Balmes y no da explicaciones el jefe del partido conservador de Vetusta.
- El cajero había recibido un arañazo en el cuello, porque el jefe económico daba sablazos horizontales con el propósito de degollar al contrario.
- ¡Qué cuña, si no es para esto, qué cuña, ya no aguanto más! En cuanto salga del despacho del jefe, me levanto la tapa de los sesos, como hay Dios.
- Él había opinado contra la salida, porque conocía la inferioridad de nuestras fuerzas, y además confiaba poco en la inteligencia del jefe Villeneuve.
- Ronzal era reaccionario dentro de la dinastía y Mesía, dinástico también, figuraba como jefe del partido liberal de Vetusta que acataba las Instituciones.
- En la cámara, mi amo hablaba acaloradamente con el comandante del buque, Don Francisco Javier de Uriarte, y con el jefe de escuadra, Don Baltasar Hidalgo de Cisneros.
- Había estado, mientras pasaba hojas y hojas, pensando, sin saber cómo, en don Álvaro Mesía, presidente del casino de Vetusta y jefe del partido liberal dinástico.
- Pero si los resultados son desastrosos, quedará consignada para descargo nuestro la oposición que hemos hecho al insensato proyecto del jefe de la escuadra combinada.
- Y habiendo tenido Manolita la buena ocurrencia de cegar momentáneamente a su primo arrojándole a la cabeza un chal, pudo evadirse también Rita, jefe nato del motín.
- A la mañana siguiente, Martín y Bautista dejaron a Amezqueta y por un sendero llegaron a Ataun, lugar en donde Dorronsoro, el jefe civil carlista, había sido escribano.
- El grande espíritu de nuestro heroico jefe parecía haberse comunicado a soldados y marineros, y las maniobras, así como los disparos, se hacían con una prontitud pasmosa.
- Izquierdo había sido chalán, tratante en trigos, revolucionario, jefe de partidas, industrial, fabricante de velas, punto figurado en una casa de juego y dueño de una chirlata.
- El favorito actual era (¡oh escándalo del juego natural de las instituciones y del turno pacífico!) ni más ni menos, don Álvaro Mesía, el jefe del partido liberal dinástico.
- El Chato iba y venía, espiaba en todas partes, y dos o tres veces al día entraba en casa del Provisor a dar parte de las murmuraciones a su jefe, a doña Paula, que le pagaba bien.
- Al menos el distrito de Cebre enviará al congreso una persona decente, hijo del país, jefe de una casa respetable y antigua, que nos conoce mejor que esos pillastres venidos de fuera.
- Pero esta opinión también se la calló el jefe del partido liberal dinástico de Vetusta, y unió sus ruegos a los de don Víctor para obligar a doña Ana a ir al teatro aquella noche.
- Mientras fue Don Baldomero jefe de la casa, esta no se desvió en lo esencial de los ejes diamantinos sobre que la tenía montada el padre, a quien se podría llamar Don Baldomero el Grande.
- Los más se volvieron a él, pero el jefe se contentó con poner una mano delante de la cara como rechazando a todos los importunos y se fue a una mesa a preguntar por un expediente de mansos.
- Nosotros, con gente en gran parte menos diestra, con armamento imperfecto y mandados por un jefe que descontenta a todos, podríamos, sin embargo, hacer la guerra a la defensiva dentro de la bahía.
- Los deseos de aprender que Fortunata manifestaba le agradaron mucho, y sintió que se agitaban en su alma, con pruritos de ejercitarse, sus dotes de maestra, de consejera, de protectora y jefe de familia.
- Además, quería que su interés por doña Ana ocupase en su alma el lugar privilegiado de aquellos otros anhelos de volar más alto, de ser obispo, jefe de la iglesia española, vicario de Cristo tal vez.
- En efecto, aunque el jefe de Fomento aseguraba que todos los vetustenses eran unos chambones, no era esto más que un pretexto para subir al cuarto del crimen en busca de más pingües y rápidas ganancias.
- Trabó inmediatamente conversación con el jefe de la caravana, y después de varias preguntas y respuestas y de decir el hombre que era francés y domador de fieras, Tellagorri se lo llevó a la taberna de Arcale.
- Después de lo del Estrecho, me embarqué en la Fama para Montevideo, y ya hacía mucho tiempo que estábamos allí, cuando el jefe de la escuadra recibió orden de traer a España los caudales de Lima y Buenos Aires.
- Y siguiendo un sistema lingüístico enteramente opuesto, designaba a Villeneuve, jefe de la escuadra combinada, con el apodo de Monsieur Corneta, nombre tomado de un sainete a cuya representación asistió Marcial en Cádiz.
- Pero será preciso obedecer, conforme a la ciega sumisión de la Corte de Madrid, y poner barcos y marinos a merced de los planes de Bonaparte, que no nos ha dado en cambio de esta esclavitud un jefe digno de tantos sacrificios.
- ¡Y quién me había de decir a mí que le haría ascos a la comida, yo que jamás le he preguntado a ningún plato por sus intenciones! El estómago se me quiere jubilar antes que lo demás del cuerpo, y ya debes suponer que faltando el jefe de la oficina.
- Se figuró que el jefe del partido liberal dinástico la entendía, que no era como aquellos vetustenses de cal y canto que hasta se sonreían con lástima al oír tantos versos bonitos, sonorosos, pero sin miga, según aseguró don Frutos en el palco de la marquesa.
- Trabuco, o sea Pepe Ronzal, de la comisión provincial, creía con la mayoría de los presentes, el jefe económico inclusive, que la razón de Estado aconsejaba preferir la pretensión del alcalde, aunque este, según malas lenguas, quería el estanco para una su ex concubina.
- Cuando llegó a mi noticia que me acusaban de haber ido al Cuartel General de Moriones a llevar recados de mi jefe, me volé, y aquella misma tarde, habiéndome encontrado a la camarilla en el atrio de la iglesia de San Miguel, me lié la manta a la cabeza, y por poco se arma allí un Dos de Mayo.
- Por fin, después de prometer de nuevo disimular, ocultar su dolor, su ira, lo que fuera, pero sólo por aquella noche, llamó el digno regente jubilado con el mismo aldabonazo enérgico y conciso con que hacía retumbar el patio, cuando la casa era honrada y el jefe de familia respetado y tal vez querido.
- Y después venían las horas de inquietud por la ausencia de su marido, unas tardes interminables, de angustia, esperando al hombre que nunca regresaba, saliendo á la puerta de la barraca para explorar el camino, estremeciéndose cada vez que sonaba á lo lejos algún disparo de los cazadores de golondrinas, creyéndolo el principio de una tragedia, el tiro que destrozaba la cabeza del jefe de la familia ó que le abría las puertas del presidio.
- Esta fornida guisandera, un tanto bigotuda, alta de pecho y de ademán brioso, había vuelto la casa de arriba abajo en pocas horas, barriéndola desde la víspera a grandes y furibundos escobazos, retirando al desván los trastos viejos, empezando a poner en marcha el formidable ejército de guisos, echando a remojo los lacones y garbanzos, y revistando, con rápida ojeada de general en jefe, la hidrópica despensa, atestada de dádivas de feligreses.
- A pesar de Don Frutos y sus altercados de crítica dramática, la bolsa de Don Álvaro, que así se llamaba en todas partes, era la más distinguida, la que más atraía las miradas de las mamás y de las niñas y también las de los pollos vetustenses que no podían aspirar a la honra de ser abonados en aquel rincón aristocrático, elegante, donde se reunían los hombres de mundo (en Vetusta el mundo se andaba pronto) presididos por el jefe del partido liberal dinástico.