Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "jefes" aquí tienes una selección de 15 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra jefes para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- Los jefes a diez años, los marineros a cinco.
- Todos los jefes no van más que a hacer su pella.
- Lope fué uno de los principales jefes de la partida.
- A través de sus cristales se veía a dos jefes sentados en el cuarto.
- Estos se metían entre los reyezuelos y jefes de tribu y hacían negocio.
- En los arcos, a la luz de unos faroles tristes de petróleo, paseaban algunos jefes carlistas.
- Entre los jefes había muchos extranjeros con flamantes uniformes austríacos, italianos y franceses, un tanto carnavalescos.
- Los soldados de fila, como se llamaban ellos, se apaleaban allá en las aldeas, y los jefes se entendían, eran uña y carne.
- Jefes y soldados íbamos con gran dolor de corazón a cantar nuestra canción de las habichuelas a la pequeña garita del señor cura.
- Los periódicos hablaban de asesinatos en Málaga, de incendios en Alcoy, de soldados que desobedecían a los jefes y se negaban a batirse.
- En efecto, Gravina acudió al consejo, llevando al teniente general Álava, a los jefes de escuadra Escaño y Cisneros, al brigadier Galiano y a mí.
- Y en los coches de Elizondo, por los Alduides, por San Estéban de Baigorri, por Añoa, viajaban los jefes carlistas, con sus uniformes é insignias de mando.
- Renegaron de su religión, y, convertidos al mahometismo, se casaron con moras, y eran los jefes de un aduar establecido en un pequeño oasis con unos cuantos pozos salobres, un bosquecillo de palmeras y acacias espinosas y arganes.
- El interior era maravilloso por la distribución de los diversos compartimientos, ya fuesen puentes para la artillería, sollados para la tripulación, pañoles para depósitos de víveres, cámaras para los jefes, cocinas, enfermería y demás servicios.
- Pero como hubiera tenido el honor años atrás de ser elegido presidente de un Ateneo de infantería, y vístose en la necesidad de estudiar y pronunciar un discurso, se encontró con gran sorpresa excelente orador en su opinión y la de los jefes, y de una en otra vino a parar en hombre de letras, hasta el punto de jurarse solemnemente y con la energía que tan bien sienta en los defensores de la patria, ser un erudito.