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Ejemplos de oraciones con la palabra lecho

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra lecho en el contexto de una oración.

Término lecho: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "lecho" aquí tienes una selección de 100 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra lecho para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Abrió el lecho.
  • Ana tardó un mes en dejar el lecho.
  • Celestina lloraba a los pies del lecho.
  • Gritó don Víctor acercándose al lecho.
  • Cayó sin sentido y despertó en el lecho.
  • El lecho la sujetaba con brazos invisibles.
  • Acomodó lo mejor que pudo el lecho de espigas.
  • Cuando estaban en el lecho, la manera de dormir.
  • ¡Ana! Aquella estaba allí, en casa, en el lecho.
  • Y no había de trasladar su lecho al gabinete de lectura.
  • El Magistral encogió los hombros y se sentó en el lecho.
  • Doña Paula quedó en pie, don Fermín sentado en su lecho.
  • Anita lloraba sobre la almohada, después saltaba del lecho.
  • Cerca del lecho, arrodillada, rezó algunos minutos la Regenta.
  • El Cristo tendido en un lecho de batista, sudaba gotas de barniz.
  • Se acostó en el lecho blanco y alegre que estaba junto al de Quintanar.
  • Pero el pobre don Cayetano había caído en su lecho para no levantarse.
  • Le prometí a su madre, en su lecho de muerte, que no tendrían madrastra.
  • Acostose Jacinta en su lecho, y al poco rato observó que su esposo dormía.
  • Estaba la joven incorporada en su lecho, con chambra y pañuelo a la cabeza.
  • Sobre la alfombra, a los pies del lecho, había una piel de tigre, auténtica.
  • Jacinta se echó la bata, y corrió a sentarse al borde del lecho de su marido.
  • Aquella noche lloró en su lecho Ana como lloraba bajo el poder de doña Camila.
  • Observó Jacinta, sentándose al borde del lecho, la mirada fija, apagada la voz.
  • Te juro que le pateo el alma más pronto que lo digo (revolcándose en el lecho).
  • Inclinándose hacia el lecho parecía mirar a través del tul del pabellón blanco.
  • Llevaba en los brazos un enorme haz de flores y hojas, que esparció sobre el lecho.
  • Diciendo esto, volvió hacia ella, sentándose en el lecho y haciéndole mil ternezas.
  • Acercó la Regenta el rostro a la raya de luz y vio a don Víctor sentado en su lecho.
  • Al siguiente día llevó a los niños al lecho del padre, ya sacramentado y moribundo.
  • Allí estaba el lecho, pero no quedaba de la pobre niña ni una prenda, ni un recuerdo.
  • Vio a la niña dormida, y al ama, de bruces sobre el lecho de Nucha, roncando sordamente.
  • Maxi había dado vueltas en el lecho y dormía como los pájaros, con la cabeza bajo el ala.
  • A su lecho llegaban los ruidos lejanos de la calle apagados, como aprensión de los sentidos.
  • Trasladó su lecho de la posada en que vivía desde el año sesenta, a los bajos del caserón.
  • Para ella su lecho no estaba ya en aquel caserón de sus mayores, ni en Vetusta, ni en la tierra.
  • Al cerrar los ojos sintió que su lecho, siempre inmóvil, también se sublevaba bajando y subiendo.
  • Pero esto que me desvela ahora se decía revolviéndose en el lecho, ¿es verdad, o lo he soñado yo?
  • Salió descalza de la alcoba, cogió el devocionario que estaba sobre el tocador y corrió a su lecho.
  • Ella está picada porque yo prefiero la tranquilidad de mi hogar, la pureza de mi lecho, de mi tálamo.
  • Corrió allá Fortunata muy afligida, y le vio incorporado en el lecho, afectando tranquilidad y alegría.
  • La primer noche, al despertar en su lecho de esposa, sintió junto a sí la respiración de un magistrado.
  • Después que se vio en su lecho, mil espantosas imágenes la asaltaron entre los recuerdos confusos del baile.
  • Y hoy, cuando fui a verle me encontré al señor de Ronzal, que está presente, al lado del lecho de mi amigo.
  • Recordó que aquella piedad sólo le acudía en las enfermedades graves, en la soledad de su lecho de solterón.
  • Inclinose sobre el lecho y empezó a hacerle mimos a su marido, como podría hacérselos a un niño de tres años.
  • Ana que descansaba, vestida, sobre su pobre lecho, saltó de él a las primeras palabras de aquella conversación.
  • Su madre echada a los pies del lecho, como un perro, gruñía en cuanto olfateaba la presencia de algún importuno.
  • Glocester al lado de aquel lecho de muerte se moría de envidia y estaba verde de ira, aunque sonreía como siempre.
  • Una vez en mangas de camisa ante su lecho, consideró que era un contratiempo serio la enfermedad de su queridísima Ana.
  • Fue acogida con mal disimulado júbilo la proposición tímida, y el matrimonio mejor avenido del mundo dividió el lecho.
  • Esto no le disgustaba a Maxi, porque sentía cierto alborozo infantil de verse en aquel lecho tan grandón y rodar por él.
  • Mucho valía la castidad del lecho nupcial, o ex nupcial mejor dicho, pero ¿no valía más la castidad de la esposa misma?
  • La doncella había de tener su lecho cerca del señorito, por si llamaba, para avisar a la madre, que bajaba inmediatamente.
  • Y Ana, con irresistible ímpetu de fe ostensible, viva, material, fortísima, se puso de rodillas sobre el lecho, toda blanca.
  • Al mediodía estaba solo en ella, y el cuerpo de Fortunata, ya vestido con su hábito negro de los Dolores, yacía en el lecho.
  • A fin de no aletargarse del todo en la comodidad del lecho, tendióse en el banco del comedor, poniendo por almohada una cesta.
  • XXI Ana leyó en su lecho, a escondidas de don Víctor, los cuarenta capítulos de la Vida de Santa Teresa escrita por ella misma.
  • Y como aquello también era ridículo, arrojó lejos de sí las prosaicas disciplinas, entró de un brinco de bacante en su lecho.
  • Rubín estiró el codo sobre el lecho, apoyándose en él con actitud perezosa, semejante a la que tomaba en la botica cuando leía.
  • Visita dejó la mantilla sobre el lecho de su amiga y se preparó a meterse en todo, sin hacer caso del gesto impertinente de Petra.
  • Y a poco cerraba los ojos, metido en su lecho, por no ver la claridad acusadora que entraba por las rendijas de los balcones cerrados.
  • Los lagostinos, con casaquillas de escarlata y la puntiaguda caperuza, doblándose como clowns rojos sobre un lecho de excitante salsa.
  • El viejo habíase sentado en una silla baja, apoyando su espalda en el lecho, y con la cabeza inclinada parecía sumido en dolorosa reflexión.
  • Ballester se había sentado en una silla junto al lecho, y no quitaba los ojos de aquella mujer, que le parecía entonces más hermosa que nunca.
  • Cantaba alegre como un pájaro, mientras iba sacando la ropa del arca y la colocaba sobre su lecho, aún caliente y con las huellas de su cuerpo.
  • La rabia surgió terrible en su alma, y sin reparar en lo que hacía, incorporose en el lecho, alargando las manos a la percha para coger su ropa.
  • Ana sentía el día en el melancólico regalo que su mismo lecho, tantas veces aborrecido, le prestaba en aquellas horas de la mañana de primavera.
  • Incorporándose en el lecho, veía detrás de los cristales las copas de algunos árboles que brillaban con la hoja nueva, rumorosa, tersa y fresca.
  • Romper, romper para siempre toda clase de relaciones con esa calamidad es lo que importa manifestó la Delfina inquietísima, dando vueltas en el lecho.
  • ¡Aurora, Aurora es! exclamó la joven dando un salto en su lecho, y mirando a su marido como miran las personas de honor que han recibido una bofetada.
  • Iba la Regenta al cuarto de su marido con ánimo de conversar, si estaba despierto, de hablarle de la misa del gallo, sentada a su lado, sobre el lecho.
  • Decía esto sentado al borde del lecho, la vela en la mano, mirando a su mujer, que continuaba fingiéndose dormida, con la esperanza de que se aplacara.
  • Hoy mismo, ahora mismo (agitándose en el lecho, cogiendo a su hijo, volviéndolo a dejar, descubriéndose el pecho, tapándoselo y sin saber qué hacer).
  • Cristo tendido en su lecho, bajo cristales, su Madre de negro, atravesada por siete espadas, que venía detrás, no merecían la atención del pueblo devoto.
  • Y solamente las Paulinas fueron osadas a acercarse al lecho del vejete para ofrecerle los auxilios materiales de la sociedad y los espirituales de la Iglesia.
  • Ver a su Anita alegre, expansiva, y allí, cerca del propio lecho, a los amigos jóvenes en cuya compañía se sentía él joven también, ¿qué mayor dicha?
  • Volvió a arrodillarse, divisando allá en la sombra de la cabecera del lecho el antiguo Cristo de ébano y marfil, a quien el cortinaje formaba severo dosel.
  • El deseo final del señor de Santa Cruz es que ambos se mueran juntos, el mismo día y a la misma hora, en el mismo lecho nupcial en que han dormido toda su vida.
  • El disparate que se le había ocurrido, porque disparate era y de los gordos, fue que debía echarse del lecho muy callandito, buscar a tientas su ropa, vestirse.
  • ¡Qué mal genio tiene! dijo la santa sentándose junto al lecho, mientras Fortunata agasajaba a su hijo, y metiéndole el pecho en la boca, trataba de aplacarle.
  • La pereza y la debilidad le retenían en el lecho por las mañanas más tiempo del regular, y la pobre doña Lupe pasaba la pena negra para sacarle de las sábanas.
  • Alrededor del lecho estaban los dos médicos, Frígilis que tenía lágrimas heladas en los ojos, Ronzal, estupefacto, y el coronel Fulgosio lleno de remordimientos.
  • Era grande la habitación destinada a Julián, y la luz del velón apenas disipaba las tinieblas, de entre las cuales no se destacaba más que la blancura del lecho.
  • El mismo enfermo lo pidió, dejando oír una voz quejumbrosa que salía de entre las sábanas, y que por su tenuidad no parecía corresponder a la magnitud del lecho.
  • Venció con gran trabajo la pereza, bostezó muchas veces, y al decidirse a saltar del lecho no lo hizo sin que el cuerpo encogido protestara del madrugón importuno.
  • Yo soy mi alma, dijo entre dientes, y soltando las sábanas que sus manos oprimían, resbaló en el lecho, y quedó supina mientras el muro de almohadas se desmoronaba.
  • Seguía luego la alcoba del matrimonio joven, la cual se distinguía principalmente de la paterna en que en esta había lecho común y los jóvenes los tenían separados.
  • Pero en cambio, veía siempre, con una tenacidad desesperante, la blanca chaqueta arrugada brutalmente como la sábana del lecho después de una noche de placer, y luego.
  • Y al acostarse, al dejar en una percha una prenda de abrigo interior, de franela, murmuró a media voz don Álvaro, como hablando con el lecho, a cuyo embozo echaba mano.
  • Cuando despertó se sintió anegada en sudor frío y tuvo asco de su propio cuerpo y aprensión de que su lecho olía como el fétido humor de los hisopos de la pesadilla.
  • Esta voluptuosidad ideal del bien obrar, mezclándose a la sensación agradable del calorcillo del suave y blando lecho, convertía poco a poco a don Saturno en otro hombre.
  • El viejo continuaba hablando junto al lecho del enfermo, excitado por la indignación, con voz sorda unas veces y gritando otras, de modo que cubría aquel estertor angustioso.
  • Si, como temía, don Víctor no le había cerrado la salida del parque de los Ozores, si nada había ocurrido, en el lecho estaba don Álvaro tranquilo, descansando del placer.
  • Allí no había árboles donde guarecerse, pero sí unos montes de piedra machacada para el lecho de la carretera, y en uno de ellos se tendió Martín y en el otro el extranjero.
  • La Virgen está conmigo pensaba Ana en el lecho, allá en Loreto, y acababa por llorar, por rezar fervorosamente y sentir sobre su cabeza las caricias de la mano invisible de Dios.
  • Arriméme a la pared por darles lugar, y desque el cuerpo pasó, venían luego a par del lecho una que debía ser mujer del difunto, cargada de luto, y con ella otras muchas mujeres.
  • III El primer día del año, a las ocho de la mañana, Concha y Amparo ya habían abandonado el lecho, extraña diligencia en ellas, que por lo común no se levantaban hasta las diez.
  • Pero les falta esa simplicidad, esa visión humilde de las cosas, esa compenetración con la realidad que Alonso Quijano encontró sólo en su lecho de muerte, ya curado de sus fantasías.
  • Los apios, cabelleras vegetales, guardando en sus frescas bucles el viento de los campos, y los rábanos, encendidos, destacándose como gotas de sangre sobre el mullido lecho de hortalizas.