Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "mantas" aquí tienes una selección de 30 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra mantas para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- El de la tienda de mantas.
- ¡Ah!, conviene no olvidar las mantas.
- Que me traigan un jergón y dos mantas.
- Y eso que me eché encima cuatro mantas.
- Lo peor era que sacaba los brazos y retiraba las mantas.
- Sacó el cortaplumas y comenzó a cortar las dos mantas de arriba abajo.
- Flamean las mantas rojas, amarillas, azules, colgadas al aire en una tienda.
- En el interior hay ropas, mantas, lanas, jamón, botellas de Chartreuse falsificado, loza fina.
- También necesito mantas, moñas de toros, y trataré de encontrar algún cacharro de carácter.
- El alcaide se fué, dejando a obscuras a Martín, y vino poco después con un jergón y las mantas pedidas.
- La idea de las mantas llevó a su mente, por encadenamiento, el recuerdo de algo que había visto aquella tarde.
- A mí se me esconde, y no veo más que la grosería, los malos modos, la pobreza, hombres que parecen salvajes, liados en mantas.
- Y cuando no, para que la cosa tenga carácter (¡vaya una palabra!), echan mano de las mantas jerezanas y arman una decoración de taberna.
- A eso de las cinco fue el misántropo a una tienda de la Plaza Mayor a ver las mantas granadinas con que quería obsequiar a sus amigos ingleses.
- Le hizo guardar los brazos bajo las mantas, le arropó, le dió un beso en la frente como se le da a un niño y un niño era entonces para ella y se fué.
- El primer día que Julián pudo ver a la enferma, no hacía muchos que se levantaba, para tenderse, envuelta en mantas y abrigos, sobre vetusto y ancho canapé.
- Ofrecía a los huertanos un variado surtido de mantas, fajas y pañuelos de seda, y a las gentes de la ciudad las indianas más baratas, las muselinas más vistosas.
- Colocada entre la calle de San Fernando y la de las Mantas, en el punto más concurrido del Mercado, participaba del carácter de estas dos vías comerciales de la ciudad.
- Y acompañados por el retintín de los cascabeles de las ligas, trotaban los grupos de zaragüelles planchados, chalecos de flores, mantas ondeantes y tiesos pañuelos de seda.
- ¿Cuál será el averiguador que se lance a poner en claro si el dueño de El Buen gusto, un tenducho de mantas de la calle de la Encomienda, es pariente indudable de los Villuendas ricos?
- En el lado opuesto, la calle de las Mantas, como un portalón de galera antigua, empavesada con telas ondeantes y multicolores que las tiendas de ropas cuelgan como muestra de los altos balcones.
- ¡Santo cielo! ¡Pensar el paño negro y fino que él había vendido a la gente de la Ribera, las mantas que despachaba, los mantones y pañuelos que se habían empaquetado sobre aquel mostrador.
- Y al verse rodeado de su mujer y de sus hijas que le echaban sobre el cuerpo cuantas mantas había en casa, el ateo empedernido sintió una dulce ternura nerviosa, un calorcillo confortante y se dijo.
- Los fardos que llevaban las mulas tenían mantas, y extendiéndolas y sujetándolas por un extremo en la choza de los carabineros y por otro en unas ramas, improvisaron un cobertizo para las caballerías.
- No estaba el hablador en la cama sino en un sillón, porque el lecho le hastiaba, y la mitad inferior de su cuerpo no se veía porque estaba liado como las momias, y envuelto en mantas y trapos diferentes.
- Del primer piso, y cubriendo el rótulo ajado de la casa, Antonio Cuadros, sucesor de García y Peña, colgaban largas cortinas formadas de mantas que parecían mosaicos, orladas con complicados borlajes y apretadas filas de madroños.
- El reloj de la torre llamada el Miguelete señalaba poco más de las diez, y los huertanos juntábanse en corrillos ó tomaban asiento en los bordes del tazón de la fuente que adorna la plaza, formando en torno al vaso una animada guirnalda de mantas azules y blancas, pañuelos rojos y amarillos ó faldas de indiana de colores claros.
- ¡Qué tiempos tan dichosos los transcurridos siendo ella dueña de la tienda de Las Tres Rosas ! Si el dinero es la felicidad, nunca había tenido tanta como en los últimos años que pasó entre mantas e indianas, sedas y percalinas, arrullada a todas horas por el estrépito del Mercado y viendo por las mañanas, al levantarse, el pardalót de San Juan.
- Levantábase á las tres, cargaba con los cestones de verduras cogidas por Tòni al cerrar la noche anterior entre reniegos y votos contra una pícara vida en la que tanto hay que trabajar, y á tientas por los senderos, guiándose en la obscuridad como buena hija de la huerta, marchaba á Valencia, mientras su marido, aquel buen mozo que tan caro le costaba, seguía roncando dentro del caliente estudi, bien arrebujado en las mantas del camón matrimonial.
- ¡Cuántos debe de haber en el mundo que huyen de otros porque no se ven a sí mesmos! Quiso nuestra fortuna que la conversación del Zaide, que así se llamaba, llegó a oídos del mayordomo, y hecha pesquisa, hallóse que la mitad por medio de la cebada, que para las bestias le daban, hurtaba, y salvados, leña, almohazas, mandiles, y las mantas y sábanas de los caballos hacía perdidas, y cuando otra cosa no tenía, las bestias desherraba, y con todo esto acudía a mi madre para criar a mi hermanico.