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Ejemplos de oraciones con la palabra ofrecía

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra ofrecía en el contexto de una oración.

Término ofrecía: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "ofrecía" aquí tienes una selección de 56 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra ofrecía para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • La Pascua florida ofrecía la mejor ocasión.
  • Ofrecía verdaderos refinamientos para la época.
  • El espectáculo que ofrecía la plaza era precioso.
  • Ofrecía el hermoso caserón un aspecto lamentable.
  • Se comía el huevo, y te ofrecía y tú participaste.
  • Sin buscar él la ocasión, se la ofrecía aquella noche.
  • Y ofrecía un cuadrado de papel azul con el cierre intacto.
  • A la vista, después de vestida, ofrecía gallardo conjunto.
  • Y estrechó, con calor, la mano que don Álvaro le ofrecía.
  • Algunos días el Delfín ofrecía regalos y dinero a su amante.
  • Esto se decía pronto, pero hacerlo ofrecía serias dificultades.
  • Regalos de pobre, pero que ofrecía con la mejor voluntad del mundo.
  • Don Fermín aceptaba la lucha, si se ofrecía, pero prefería la paz.
  • Pronto vio que todo lo que ofrecía Juárez el negro era conversación.
  • El espectáculo que ofrecía el domador de fieras era realmente repulsivo.
  • En fin, que por todos lados se ofrecía a la joven pareja horizontes sonrosados.
  • ¡Ironías de la suerte! El fruto que se ofrecía, que le caía en la boca, allí.
  • La conversación ofrecía pocos lances, pues siempre versaba sobre el mismo proyecto.
  • El espectáculo que ofrecía el interior del Santísima Trinidad era el de un infierno.
  • Un marino era un ser para quien la moral ofrecía otros aspectos que para los demás mortales.
  • Era ya viudo con dos chiquillos, y su parentela ofrecía variedad chocante en orden de riqueza.
  • Según lo convenido, subió a Naya la víspera, rehusando la montura que le ofrecía don Pedro.
  • En cuanto vio llegar a su marido, fue a ver qué se le ofrecía, pues algo desusado debía de ser.
  • Para Ana el cuarto acto no ofrecía punto de comparación con los acontecimientos de su propia vida.
  • La vida se les ofrecía más al desnudo en aquellos campos, en el bosque, en los repliegues de la montaña.
  • En el comedorcito, la mesa ofrecía a los concurrentes bandejas con dulces y pastas y botellas de vino blanco.
  • Y en prueba de ello, encendió el puro que le ofrecía Rafael, a pesar de que el fumar aumentaba su los crónica.
  • El domador no ofrecía ese aire, entre petulante y grotesco, tan común a los acróbatas de barracas y gentes de feria.
  • Eran tormentos de la conciencia los que les ofrecía para el caso probable de no salvarse, a pesar de tantos disgustos.
  • ¿Qué mejor descanso podía apetecer que lo que le ofrecía aquella tía, que debía de ser sobrina de la Virgen Santísima?
  • Se veía claramente que buscaba simpatía, cordialidad, y que se ofrecía como un hombre de corazón sano, sin pliegues ni repliegues.
  • Grande fue su pena al notar que Paco Vegallana ofrecía a Olvido Páez que entraba al mismo tiempo, no el brazo derecho, sino el izquierdo.
  • No cabía en sí de inquietud, pensando en lo grande del perdón que tenía que dar en pago de lo enorme de la sinceridad que se le ofrecía.
  • Veinticinco personas había en la mesa, siendo de notar que el conjunto de los convidados ofrecía perfecto muestrario de todas las clases sociales.
  • El numismático le dijo que si quería vivir en su casa se la ofrecía con mucho gusto, y Andrés se quedó allí en compañía de una criada vieja.
  • A ella también la fascinaba como a la doncella de doña Ana de Pantoja, y a la Trotaconventos que ofrecía el amor de Sor Inés como una mercancía.
  • Esta vez aún fué más viva y gesticulante su protesta al ver que el labrador no se ablandaba con la rebaja y á duras penas le ofrecía dos duros más.
  • Ofrecía a los huertanos un variado surtido de mantas, fajas y pañuelos de seda, y a las gentes de la ciudad las indianas más baratas, las muselinas más vistosas.
  • Conservaba el miedo al infierno Quintanar, pero no quería prescindir por completo de las ventajas positivas que le ofrecía su breve existencia sobre el haz de la tierra.
  • Además, siempre que se le ofrecía, aprovechaba la ocasión de estrechar su amistad con el simpático aragonés que había de ser su víctima, andando el tiempo, o poco había de poder él.
  • Después de las nueve, cuando entró en la alcoba a ver si a su marido se le ofrecía alguna cosa, este se estaba vistiendo, y en una disposición de ánimo muy distinta de la que tuviera la noche anterior.
  • La calle con su bullicio y la diversidad de cosas que en ella se ven, ofrecía gran incentivo a aquella imaginación, que al desarrollarse tarde, solía desplegar los bríos de que dan muestras algunos enfermos graves.
  • Todas sus coyunturas funcionaban con trabajo, cual si estuvieran mohosas, y el pelo se le había hecho tan ralo, que su cabeza ofrecía una de esas calvas sin dignidad que suelen verse en jóvenes de poca y mala sangre.
  • Lo mismo hacía Fortunata, cuando le tocaba a ella ser narradora, incitada por su protector a mostrar algún capítulo de la historia de su vida, que en corto tiempo ofrecía lances dignos de ser contados y aun escritos.
  • Al llegar a un punto en que un tronco tendido en tierra, junto al sendero, ofrecía, a modo de banco rústico, asiento, sentábanse en él ellos dos, cara al mar, mientras los niños jugaban allí cerca, lo más cerca posible.
  • Manolita ofrecía otro tipo distinto, admirándose en ella lozanas carnes y suma gracia, unida a un defecto que para muchos es aumento singular de perfección en la mujer, y a otros, verbigracia a don Pedro, les inspira repulsión.
  • Yo les ofrecía en prendas los cien escudos, y dijéronme su casa, y con intento de estafarme en más se fiaron de mí y preguntáronme mi posada, diciendo que no podía entrar paje en la suya a todas horas, por ser gente principal.
  • Más por coquetería de virtud que por abnegación, aceptó aquel bonito papel que se le ofrecía, ¡y vaya si era bonito! Como no le costaba trabajo desempeñarlo por no estar enamorada ni mucho menos, respondió en tono dulce y grave.
  • VIII OTROS TIPOS DE LA CASA UNA de las cosas características de Lulú era que tenía reconcentrada su atención en la vecindad y en el barrio de tal modo, que lo ocurrido en otros puntos de Madrid para ella no ofrecía el menor interés.
  • Sin perjuicio de continuar en el templo la buena tarea comenzada, para dar a Dios lo que era de Dios, Ana aceptaba aquella amistad piadosa que se ofrecía a oír sus confidencias, a dar consejos, a consolarla en la aridez de alma que la atormentaba a menudo.
  • Pocas horas después, en el Casino, donde le recibieron con muestras de simpatía y de júbilo, ofrecía solemnemente volver a las andadas, acudir a los gaudeamus mensuales en que se daría cuenta de los trabajos de la sociedad innominada que había fundado inter pocula.
  • Adornaban la elevada campana de la chimenea ristras de chorizos y morcillas, con algún jamón de añadidura, y a un lado y a otro sendos bancos brindaban asiento cómodo para calentarse oyendo hervir el negro pote, que, pendiente de los llares, ofrecía a los ósculos de la llama su insensible vientre de hierro.
  • Nucha le ofrecía de vez en cuando golosinas y calderilla, y el rapaz, como suele suceder a las fieras domesticadas, contrajo excesiva familiaridad y apego, y costaba trabajo echarle de allí, encontrándosele por todas partes, donde menos se pensaba, a manera de gatito pequeño viciado en el mimo y la compañía.
  • Ligeritas de ropa a pesar de la estación, revoloteaban alegremente por su cuarto, que ofrecía el desorden del despertar, en torno de las dos camitas de inmaculada blancura, que en sus arrugadas sábanas guardaban el calor de los cuerpos jóvenes y ese perfume de salud y de vida que exhalan las carnes sanas y virginales.
  • El muelle era una escuela ateniense para despabilarse en pocos años, y yo no fui de los alumnos menos aprovechados en aquel vasto ramo del saber humano, así como tampoco dejé de sobresalir en el merodeo de la fruta, para lo cual ofrecía ancho campo a nuestra iniciativa y altas especulaciones la plaza de San Juan de Dios.
  • Mozas que hilaban, otras que mondaban patatas, oyendo las chuscadas y chocarrerías del tío Pepe de Naya, vejete que era un puro costal de malicias, y que, viniendo a moler un saco de trigo al molino de Ulloa, donde pensaba pasar la noche, no encontraba malo refocilarse en los Pazos con el cuenco de caldo de unto y tajadas de cerdo que la hospitalaria Sabel le ofrecía.