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Ejemplos de oraciones con la palabra órdenes

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra órdenes en el contexto de una oración.

Término órdenes: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "órdenes" aquí tienes una selección de 82 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra órdenes para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Sus deseos son órdenes.
  • Doña Manuela dio sus órdenes.
  • Ya sabe que estoy a sus órdenes.
  • Y sin moverse había dado sus órdenes.
  • Petra corrió a la cocina sin esperar órdenes.
  • La chica cumplía estas órdenes al pie de la letra.
  • Nuestro capitán iba dando órdenes desde la toldilla.
  • Mi primer impulso fue ir tras ellos siguiendo las órdenes de mi amo.
  • Ya me habló de ello tu mamá, y he respondido que estoy a sus órdenes.
  • No basta disponer que se reduzca el número de las Ordenes y Congregaciones.
  • Estoy a tus órdenes, por si quieres consejos o un plan de defensa en toda regla.
  • Se cerraron las escotillas y se dieron órdenes para comenzar el arreglo de todo.
  • Parece mentira que un hombre de su edad no sepa ponerse a las órdenes de la razón.
  • Doña Lupe, que ya la conocía bien, estaba segura de que sus órdenes serían cumplidas.
  • Ahora, según las órdenes del Emperador, la escuadra combinada debía hallarse en Brest.
  • La primer pregunta que hizo el ama a Papitos fue referente a las órdenes que le había dado.
  • Desgraciadamente tenía que ir al comedor a cumplir ciertas órdenes que Barbarita le había dado.
  • La que está es tu tía, por cierto dando tantismas órdenes, que no sabe una a cuál atender primero.
  • Toda nuestra oficialidad está muy mal por verse obligada a servir a las órdenes de semejante hombre.
  • El hombre oía y, de cuando en cuando, volviéndose al ejecutor de sus órdenes, decía con voz gangosa.
  • El capitán aparecía atado al palo mayor, dando órdenes, y sobre el mar embravecido se veían tablas y cubas.
  • Por dar órdenes, hasta le dijo lo que había de mandar traer de la plaza al día siguiente, y al otro y al otro.
  • Poco después de anochecer se retiró dando las órdenes más rigurosas a los hermanos Izquierdo con respecto a visitas.
  • Su hablar era más áspero, su genio, más egoísta e impaciente, sus deseos y órdenes se expresaban en forma más dura.
  • Salía don Víctor dejando tras sí las puertas abiertas, dando órdenes caprichosas para que se cumplieran en su ausencia.
  • Pero tuvo que bajar el brazo, porque doña Petronila replicó que no estaba dispuesta a recibir órdenes de un entrometido.
  • Un oficial que mandaba en la primera batería subió a tomar órdenes, y antes de hablar cayó muerto a los pies de su jefe.
  • Pues desde ahora os advierto que me separaré del que no siga mis órdenes, sea en el camino, en el mar o en cualquier parte.
  • Sin duda, el comercio de negros atravesaba una crisis, y al capitán le ordenaron que fuera a Batavia a recibir nuevas órdenes.
  • La planicie de Chamberí, desde los Pozos y Santa Bárbara hasta más allá de Cuatro Caminos, es el sitio preferido de las órdenes nuevas.
  • Bajarlo, hijas, bajarlo dijo desde el patio la Superiora, mirando hacia arriba y ya recobrada la serenidad con que daba siempre sus órdenes.
  • Maxi había tomado el grado y estaba ya practicando en la botica de Samaniego, a las órdenes de un tal Ballester, encargado del establecimiento.
  • Pepe, el casero de los Marqueses, con la boca abierta, en pie, pasmado y triste, esperaba órdenes en la habitación contigua a la del moribundo.
  • Yo le dije que si se las había visto él, y díjome que no había hecho tal por las órdenes que tenía, pero que iban en profecía los conceptos.
  • Durante algún tiempo estuvo a sus órdenes, hasta que le hizo traición y ejecutó contra sus antiguos compañeros actos de una crueldad inaudita.
  • Y entonces, que quieras que no, me ensalzaron a tiniente de navío, y estaba mismamente a las órdenes del general Contreras, que me trataba de tú.
  • El chocolate era una de las cosas en que más actividad y celo desplegaba Plácido, porque en cuanto Barbarita le daba órdenes ya no vivía el hombre.
  • Daba sus órdenes a los corredores, se acostaba tranquilo y al día siguiente levantábase con la noticia de haber ganado mil duros sin trabajo alguno.
  • Pero en el material sí, por lo cual no pensó nunca en afiliarse a ninguna de las órdenes religiosas más o menos severas que hay en el orbe católico.
  • Pero por lo común todos eran de leva, obedecían las órdenes como de mala gana, y estoy seguro de que no tenían ni el más leve sentimiento de patriotismo.
  • Pues que si se le ofrece a usted algo no estando yo aquí, avise a Don Plácido, al cual se ha encargado que se ponga a las órdenes de usted si lo necesitara.
  • Cuando subía a la toldilla, seguido de Old Sam, el contramaestre, que refrendaba las órdenes con los silbidos del pito, se veía a un hombre sabiendo mandar.
  • Puso el Cristo en su sitio, regocijándose mucho con la admiración que producía el bronce en los circunstantes, y después salió a dar órdenes a Estupiñá.
  • Cerciorose de que a Maximiliano se le había servido conforme a sus órdenes, y después de cambiar de ropa, dispuso su propia comida, que era de lo más frugal.
  • Atormentado por horribles dolores, no dejó de dictar órdenes, enterándose de los movimientos de ambas escuadras, y cuando se le hizo saber el triunfo de la suya, exclamó.
  • Petra, temblando de frío, con los brazos cruzados, unos blanquísimos brazos bien torneados, se retiró discretamente, pero se quedó en la sala contigua esperando órdenes.
  • Los Pazos eran un jubileo, un ir y venir de adictos y correveidiles, un entrar y salir de mensajes, de órdenes y contraórdenes, que le daban semejanza con un cuartel general.
  • Vino doña Lupe muy temprano, y enterada que Maxi estaba bien, empezó a dar órdenes y más órdenes, y a incomodarse porque ciertas cosas no se habían hecho como ella mandara.
  • Vendió el carruaje y los caballos, y doña Manuela, que tan exigente se mostraba en materia de ostentación con su primer esposo, acató servil y gustosa las órdenes del segundo.
  • Platón, comprendiendo por instinto antes que por criterio, que las órdenes de Estupiñá eran más prácticas que las de la placera, salió y fue presuroso a la calle del Ave María.
  • Y con un instinto de ser superior nacido para el mando y que sabe imponer la obediencia, comenzó á dar órdenes á todas las mujeres, que rivalizaban por servir á la familia antes odiada.
  • Desde que avistamos su gran vela mayor vimos segura nuestra salvación, y el comandante del Rayo dio las órdenes para que el trasbordo se verificara sin atropello en tan peligrosos momentos.
  • Como su carácter era algo arrebatado y su genio vivo, daba las órdenes gritando y con tanto coraje, que si no las obedeciéramos porque era nuestro deber, las hubiéramos obedecido por miedo.
  • Y por último, simpática amiga mía, ya sabe que estoy a sus órdenes, que tiene en mí el más rendido de los servidores para cuanto se le ocurra, amigo diligente, reservadísimo, buena persona.
  • Don Matías solía estar en su despacho con su gorro y su bata, cuando no andaba por el almacén, por entre hileras de sacos y de cajas, dando órdenes o paseando con las manos cruzadas en la espalda.
  • Llenóse la casa de ruido, de tilinteo de cascabeles, de cadencia de uñas de perros sobre los pisos de madera, de voces sonoras y de órdenes para tener en punto al amanecer todos los arreos de caza.
  • Otros con uniforme de Maestranzas y Órdenes de caballería, vestimentas extrañas, con el sombrero apuntado y la casaca de vistosos colorines, que daban a sus poseedores el aspecto de pájaros exóticos.
  • ¡Y era pariente suya, lejana, por los Morenos! El amor propio y el orgullo inflaban a doña Lupe cuando se consideraba mangoneando en cosas de beneficencia elegante a las órdenes de la ilustre fundadora.
  • Se dieron órdenes a Estupiñá para que fuesen conducidas también al domicilio de la santa las tres mujeronas entre las cuales sería elegida, a toda conciencia, la que había de criar al mono del Cielo.
  • Hizo el otro un gesto tranquilizador y cuando el Tartera puso el servicio, si servicio puede llamarse un par de cuchillos con mango de cuerno, servilleta sucia y salero, y pidió órdenes acerca del vino, le dijo, dice.
  • También era muy de su gusto que la pusieran en la cocina a las órdenes de la hermana cocinera, y era de ver cómo fregaba ella sola todo el material de cobre y loza, mejor y más pronto que dos o tres de las más diligentes.
  • Y es preciso reconocer que el señor gobernador ni más ni menos que los gobernadores de ahora en otros órdenes hallará trazas para que los maravedís ejecutados lleguen siempre, caiga el que caiga, a los cinco mil codiciados.
  • Ballester, atento a serle agradable, mandó a Encarnación por la leche, y Guillermina se despidió para retirarse en el momento en que entraba Plácido, que había subido presuroso y lleno de oficiosidad a ponerse a sus órdenes.
  • Figúrese usted refirió el médico que Barbacana tiene a sus órdenes otro facineroso, un paisano de Castrodorna, conocido por el Tuerto, que va y viene a Portugal a salto de mata, porque una noche cosió a puñaladas a su mujer y al amante.
  • Ozores dio órdenes para que se vendiese como se pudiera en la provincia de Vetusta la poca hacienda que no había malbaratado antes, y la mitad del producto de tan loca enajenación la dedicó a la compra de aquella quinta de su amigo Iriarte.
  • Guillermina recorría toda la carrera, desde la puerta del cuarto de Severiana hasta la de la calle, dando órdenes, inspeccionando el público y mandando que se pusieran en última fila las individualidades de uno y otro sexo que no tenían buen ver.
  • La impaciencia pudo más que las órdenes del médico, y antes de dejar el lecho, cuando empezaron a permitirle otra vez incorporarse entre almohadones, algo más fuerte ya, Ana hizo nuevo ensayo y entonces encontró las letras firmes, quietas, compactas.
  • ¡Qué mujeres! ¡Qué mujeres se encuentran por el mundo! Desde el funesto lance tuvo Julián que barrerse el cuarto y subirse el agua, porque ni Cristobo ni las criadas hicieron caso de sus órdenes, y a Sabel no quería verle ni la sombra en la puerta.
  • Precedido de don Pedro, echó a andar látigo en mano y resonándole las espuelas, de modo que la imagen bélica que acababa de emplear parecía exacta, y cualquiera le tomaría por el general que acude a decidir con su presencia y sus órdenes la victoria.
  • Bueno, pues, cátate que nuestro Alvarito, en vez de tomar el tren que subía, el de Madrid, toma el que baja, da órdenes a su criado, para que recoja corriendo el equipaje y se meta en el reservado que traía la ministra, un coche salón con cama y demás.
  • Todo era abajo ruido, movimiento, órdenes confusas, broma, vacilaciones, unos que se quedaban y de repente preferían emprender el viaje, otros que se preparaban a ocupar un asiento en un coche y volvían a la casa prefiriendo dormir en el suelo aunque fuera.
  • El silencio que en las tres piezas reinaba sólo se interrumpía con tal cual palabra estropajosa pronunciada por Maxi, y con el paso gatuno de la sirviente que atravesaba la sala para ir a recibir órdenes de la única persona que aquella noche mandara en la casa.
  • Mucho agradeció esto doña Fuensanta, y poniéndose su toquilla encarnada, quedándose con la bata de tartán y las gruesas zapatillas de orillo, cogió el cesto y el portamonedas y fue a pedir órdenes a Severiana, que estaba en la sala, dentro de una nube de polvo.
  • Cumplidas las sabias órdenes que había dado la directora de la casa, Fortunata salió con Papitos, y después de encaminarla a la compra, indicándole algunas cosas que debía tomar, separose de ella en la plazuela de Lavapiés para dirigirse a la calle Mira el Río.
  • Así como en las mujeres de su edad se anuncian por asomos de contornos turgentes las elegantes líneas del sexo, en el acólito sin órdenes se podía adivinar futura y próxima perversión de instintos naturales provocada ya por aberraciones de una educación torcida.
  • Los hay para monjas reclusas, y para las religiosas que viven en comunicación con el mundo y en batalla ruda con la miseria humana, en estas órdenes modernas derivadas de la de San Vicente de Paúl, cuya mortificación consiste en recoger ancianos, asistir enfermos o educar niños.
  • Lo primero que hizo, conforme a su gran carácter, fue sobreponerse a los sucesos, no amilanarse por la vista de la sangre y dictar atinadas órdenes preliminares, como acostar a Maximiliano, traer provisión de árnica, reconocerle bien las contusiones que tenía y llamar un médico.
  • En tales ocasiones, el secretario, calculando que hombre prevenido vale por dos, ni olvidaba las pistolas, ni omitía hacerse escoltar por sus seides más resueltos, pues no ignoraba que Barbacana tenía a sus órdenes mozos de pelo en pecho, verbigracia el temible Tuerto de Castrodorna.
  • Don Álvaro estaba pasmado, y si no supiera ya por experiencia que aquella fortaleza tenía muchos órdenes de murallas, y que al día siguiente podría encontrarse con que era lo más inexpugnable lo que ahora se le antojaba brecha, hubiese creído llegada la ocasión de dar el ataque personal, como llamaba al más brutal y ejecutivo.
  • Los papanatas asombrábanse ante las casacas blancas y las cruces rojas de los caballeros de las órdenes militares, honrados y pacíficos señores, panzudos los más de ellos, que hacían pensar en el aprieto en que se verían si por un misterioso retroceso de los tiempos tuvieran que montar a caballo para combatir a la morisma infiel.
  • Todo se realizó tal como lo dispuso doña Manuela, y ésta, a los pocos días, recordaba como un sueño la estancia de seis años en la tienda del Mercado, y se consideraba feliz pudiendo pasear en berlina por la Alameda y teniendo un lacayo a sus órdenes para enviar recaditos a las nuevas amigas, esposas de magistrados y militares, señoras a las cuales, por ser rica, trataba con aire protector.
  • Pero sin duda, el señor, no queriendo levantarse á tal hora, había dejado perder su turno, y á las cinco, cuando el agua era ya de otros, había alzado la compuerta sin permiso de nadie (primer delito), había robado el riego á los demás vecinos (segundo delito) é intentado regar sus campos, queriendo oponerse á viva fuerza á las órdenes del atandador, lo que constituía el tercero y último delito.