Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra parada

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra parada en el contexto de una oración.

Término parada: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "parada" aquí tienes una selección de 15 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra parada para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • ¡qué pálida! ¡qué parada ! parece de escayola.
  • Y doña Lupe tan parada, que no sabía qué decirle.
  • Parada en el umbral, la Parca fiera ni ceja ni adelanta en su porfía.
  • Mamá dice que hay que hacer algo, para no estar en sociedad parada como una tonta.
  • Los principales puntos de parada eran Singapur, Batavia, Macasar, Hong Kong y Manila.
  • Quedose parada la niña en medio del gabinete aun después de los últimos besos de la despedida.
  • Que el estómago era una máquina parada, y el cerebro un horno en que ardía todo lo que ella era por dentro.
  • Quedose parada, el oído atento a un rumor que al parecer venía del suelo, de entre las mismas piedras de la calle.
  • No han hecho caso de la tarjeta que llevé, y tengo que volver esta tarde, y los sillares allí muertos de risa y la obra parada.
  • Estos enormes disparates, nacidos del trastorno que en su cerebro reinara, persistieron cuando estaba parada y atónita delante del portal de los de Santa Cruz.
  • El gobierno dispone de mucha fuerza, ¡qué diantre!, y cuando ve la cosa mal parada recurre a la coacción, haciendo las elecciones por medio de la Guardia Civil.
  • Abocose a ella la comandanta, como un edecán de parada, para decirle que en la calle, frente al mismo portal, se había puesto un condenado pianito, tocando jotas, polkas, y la canción de la Lola.
  • Recibía tan sólo la imagen borrosa de los objetivos diversos que iban pasando, y lo digo así, porque era como si ella estuviese parada y la pintoresca vía se corriese delante de ella como un telón.
  • Además, y esto Andrés no podía achacárselo a nadie más que a sí mismo, muchas veces, con Aracil y con Montaner, iba, dejando la clase, a la parada de Palacio o al Retiro, y después, por la noche, en vez de estudiar, se dedicaba a leer novelas.
  • ¡Yo te enseñaré, yo te enseñaré a pasarte las horas en las romerías sacudiéndote, perra! Con los ojos fijos en el suelo, sin quejarse ya, Sabel permanecía parada, y su mano derecha tentaba suavemente su hombro izquierdo, en el cual debía tener alguna dolorosa contusión.