Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra playa

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra playa en el contexto de una oración.

Término playa: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "playa" aquí tienes una selección de 55 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra playa para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Playa de las Ánimas.
  • Playa solitaria y desierta.
  • ¿No es mejor ir a la playa?
  • Avanzamos por la playa de las Animas.
  • Este señor estará ahora en la playa.
  • Esta playa es la llamada playa de las Ánimas.
  • Pasamos por delante de la playa de las Animas.
  • En invierno, la playa de las Ánimas es triste.
  • El mar bramaba en la playa y la resaca debía de ser furiosa.
  • Las grandes olas verdosas se persiguen hasta morir en la playa.
  • Aterramos en una playa desierta, próxima a un pueblecito que tenía su puerto.
  • Lúzaro tiene una salida al mar bastante estrecha y una playa de arena muy movediza.
  • La playa de las Ánimas es punto donde se desarrollan grandes temporales y galernas.
  • Me vestí, tomé el caballo de Aspillaga y, al trote, me fuí a la casa de la playa.
  • Ilustración IV LA PLAYA DE LAS ÁNIMAS El monte Izarra forma una pequeña península.
  • Mi abuela había dejado un caserío en Izarte, sobre las dunas de la playa de las Ánimas.
  • Por la tarde, después de almorzar, el capitán iba a Elguea y volvía por la playa despacio.
  • Por las mañanas, el capitán y su hija solían recorrer la playa desierta, los dos descalzos.
  • Por las mañanas bajaban a una pequeña playa, donde se reunía la pequeña colonia veraniega.
  • Solía estar nadando, y cuando se cansaba, al salir a la playa, su padre le ponía una manta blanca.
  • Ilustración VI BISUSALDE Una mañana de otoño llegué a la playa de las Ánimas antes del mediodía.
  • Este motivo me hizo sacudir la pereza e ir despacio, una mañana de noviembre, a la playa de las Ánimas.
  • Serían las cuatro y media, cuando vi al capitán y a su hija, que volvían, hacia su casa, por la playa.
  • Cuando ya bajaba el camino, se veía la playa de las Animas, entre la punta del Faro y otro promontorio lejano.
  • Ilustración VIII URBISTONDO Y SU FAMILIA Durante algún tiempo fuí casi todos los días a la casa de la playa.
  • Dimos vuelta a la punta arenosa en que nos encontrábamos, y llegamos a una playa en donde el agua estaba limpia.
  • Cuando ya estuvimos acostumbrados a andar entre los peñascos, nos pareció la playa insípida y poco entretenida.
  • Cuando mis ideas se fueron aclarando y se desvanecía el letargo de mis sentidos, me encontré tendido en la playa.
  • Efectivamente, la luna salió, iluminando la playa con una fuerza tal que se veían todos los montículos y piedras.
  • Al hacerse de noche salimos de nuestro escondrijo, y, metiéndonos en la arena hasta la cintura, avanzamos por la playa.
  • Todos los que tenían cuatro cuartos, y muchos que no los tenían, dejaron la capital y buscaron la frescura de la playa.
  • El caballo tomó un trotecillo no muy cómodo, y por la carretera, húmeda, llegamos en una hora a la playa de las Ánimas.
  • Ahogándose como ballena encallada en una playa y a quien el mar deja en seco, entró el arcipreste, morado de despecho y furor.
  • Sobre el arenal de la playa se levantaban dunas tapizadas de verde, y las casitas esparcidas de la barriada de Izarte, echando humo.
  • Salacia, la hija del mar, sacaba a sus hermanas del océano y no se sabe por qué a las bacantes a bailar en la playa una danza infernal.
  • Pero nunca la playa de las Ánimas da una impresión de serenidad, de belleza, como en otoño, después de pasar las tormentas equinocciales.
  • Y había olor a tomillo y a madreselva, y olor a la playa, y olor arisco del monte, y dominándolos a todos olor místico, de poesía inefable.
  • A un lado tiene el boquete de Lúzaro, al otro, una playa extendida algunos kilómetros entre la punta del Faro y los cantiles pizarrosos de la parte de Elguea.
  • Entonces voy a pasearme por la playa de las Animas, y contemplo, como si fuera por primera vez en mi vida, las tres rayas de espuma de las olas que rompen en la arena.
  • Las olas, de un color de arcilla, llegan con meandros dislocados de espuma a dejar en la playa una curva plateada, y la resaca hace hervir la arena al contacto del mar.
  • Cuando el arroyo Sorguiñ Erreca semeja un torrente, entonces me gusta pasear por la playa y saturarme de la enorme melancolía del mar y empaparme en su gran tristeza.
  • Ilustración V Frayburu Y con la suavidad del mar en la playa, contrasta la violencia de las olas en la punta del Faro, hacia el lado del Izarra, en los arrecifes de Frayburu.
  • Sobre las dunas de la playa de las Ánimas la vegetación se hace cada día más tupida, y van llegando las praderas y las heredades de Izarte hasta el borde mismo de la cornisa.
  • Si lo primero, mil veces te lo he dicho, es mirar a la muerte como el fin de los padecimientos, como miran a la playa los infelices que luchan con las olas, agarrados a un madero.
  • El lugar más terrible de una tempestad es aquel en que las olas se revuelven contra la tierra, y parece que están cavando en ella para llevarse pedazos de playa al profundo abismo.
  • Este peñón, desde el mar, por la parte protegida del noroeste, aparece distinto a como se le ve desde tierra, pues tiene una pequeña playa y unos cuantos zarzales que crecen entre las rocas.
  • Casi siempre, antes de las tempestades, el mar arroja a la playa medusas y estrellas de mar, algas y trozos de madera arrancados del fondo del abismo por las agitaciones interiores del Océano.
  • Disparó dos cañonazos para pedir auxilio a la playa ya cercana, y como se distinguieran claramente algunas hogueras en la costa, nos alegramos, creyendo que no faltaría quien nos diera auxilio.
  • Este comedor tiene las paredes cubiertas con papeles que representan un bosque, una catarata cruzada por un puentecillo rústico, una playa de doradas arenas, en las que aparece encallada una barquichuela.
  • Salían de la bodega en grupos de treinta, con su hatillo, entraban en la ballenera y los llevábamos hasta un arenal de la playa, y cuando había una braza de fondo o algo menos, echábamos toda la chinería al agua.
  • Se siente ese silencio del mar lleno del gemido agudo del viento, del grito áspero de las gaviotas, de la voz colérica de la ola, que va en aumento hasta que revienta en la playa y se retira con el rumor de una multitud que protesta.
  • Uno o dos meses después de llegar yo a Lúzaro, en la relojería se comenzó a hablar a todas horas de las minas de hierro que se estaban explotando en Izarte, y del embarcadero que se iba a construir en un extremo de la playa de las Animas.
  • Las gaviotas juegan por encima de las olas, se meten en las concavidades abiertas entre unas y otras, descansan sobre las espumas, se acercan a la playa a mirar con sus ojos grises, en donde se refleja la luz apagada del día, y lanzan ese grito salvaje parecido al áspero chirriar de la lechuza.
  • La noticia se transmitía á grito pelado de un campo á otro campo, y un estremecimiento de alarma, de extrañeza, de indignación, corría por toda la vega, como si no hubiesen transcurrido los siglos y circulara el aviso de que en la playa acababa de aparecer una galera argelina buscando cargamento de carne blanca.
  • Rocas formidables, olas, playa con caracolitos, praderas verdes, setos, callejas llenas de arbustos, helechos y líquenes, veredas cuyo término no se sabía, caseríos rústicos que al caer de la tarde despedían de sus abollados techos humaredas azules, celajes grises, rayos de sol dorando la arena, velas de pescadores cruzando la inmensidad del mar, ya azul, ya verdoso, terso un día, otro aborregado, un vapor en el horizonte tiznando el cielo con su humo, un aguacero en la montaña y otros accidentes de aquel admirable fondo poético, favorecían a los amantes, dándoles a cada momento un ejemplo nuevo para aquella gran ley de la Naturaleza que estaban cumpliendo.