Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "ponían" aquí tienes una selección de 45 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.
En cada una de las frases aparece resaltada la palabra ponían para que la puedas detectar fácilmente.
Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.
- Otros se ponían como locos.
- Se peinaban y se ponían cintas en el pelo.
- Otras, era que le ponían un chocolate muy malo para que reventara.
- La ponían en un convento para moldearla de nuevo, después la casaban.
- Estas cosas ponían a Fortunata de mal humor, y su encogimiento crecía.
- A un cadáver le ponían un cucurucho en la boca o un sombrero de papel.
- Había sido siempre tan poquita cosa, que donde le ponían allí se estaba.
- La prueba era que ya le llamaban, ya le ponían la pistola fría en la mano.
- El pobre imbécil no notaba la mala voluntad que ponían todos en sus bromas.
- Ya no eran diez o doce mil reales los que ponían a su mamá con agua al cuello.
- ¡Yo! exclamó el exaltado chico sintiendo que los cabellos se le ponían de punta.
- Los marineros dormían en las tarimas del sollado, y cuando hacia calor, ponían las hamacas en la cubierta.
- Como se expresaba muy bien, oíanle todos con gran atención, y las chicas del partido le ponían buenos ojos.
- Al buen señor se le ponían los ojos encandilados oyéndole contar aquellas cosas con tan encantadora sinceridad.
- Hombres con sartas de pañuelos de diferentes colores se ponían delante del transeúnte como si fueran a capearlo.
- El tresillo le aburría y los conciliábulos de canónigos y obispos de levita, como él decía siempre, le ponían triste.
- Había observado Nucha que en aquella casa de bendición las gallinas no ponían jamás, o si ponían no se veía la postura.
- Sólo ella, fundándose en datos negativos, podía destruir la aureola que el público y la familia ponían al glorioso Delfín.
- Hallábanse amuebladas con lo que iba sobrando de los aposentos que se ponían de nuevo, y su aspecto era por demás heterogéneo.
- Tenía sobre la imprenta ideas muy extrañas, creyendo que los autores mismos ponían en las páginas aquellas letras tan iguales.
- En el principal había una embajada, y cuando en ella se celebraba sarao, decoraban la escalera con tiestos y le ponían alfombra.
- Y moviendo su herramienta de un lado á otro, buscaba sitio para herir, evitando las manos flacas y desesperadas que se le ponían delante.
- Pero eran luego los ojos tenaces de Gertrudis los que sujetaban a los ojos que se habían fijado en ellos y los que a la par les ponían raya.
- Más despacio, señores, más despacio interrumpió Foja que no quería desperdiciar el arma que le ponían en las manos para atacar al Magistral.
- El Jabonero no quiso aceptar en la mesa a Praschcu, porque dijo que si a aquel bárbaro le ponían a comer al principio, no dejaba nada a los demás.
- Por el contrario, Santa Cruz y Villalonga se ponían siempre en la grada más alta, envueltos en sus capas y más parecidos a conspiradores que a estudiantes.
- En caso de rebeldía se les mandaba azotar, se les ponían cadenas o se les llevaba al calabozo, el black hole (agujero negro), en donde se les tenía a pan y agua.
- Ponían las maestras especial cuidado en desbastar aquellas naturalezas enviciadas o fogosas, mortificando las carnes y ennobleciendo los espíritus con el cansancio.
- Casi no se le veían más que los ojos, y como estos eran tan bonitos, muchos se le ponían al lado y le pedían permiso para acompañarla, diciéndole mil cuchufletas.
- Otras, tomando de la cintura el huso y el copo de lino, hilaban después de haberse calentado las manos, o sacando del bolsillo castañas, las ponían a asar entre el rescoldo.
- Todas las puertas se le franqueaban, y en todas partes le ponían buena cara por su honradez, sus buenas maneras y principalmente por aquella bendita labia que Dios le había dado.
- La diabla, al oír esto, se reía más, diciendo que su marido era un santo, un verdadero santo, y que si le canonizaban y le ponían en los altares, ella le rezaría y le escupiría.
- Hoy mi madre, para divertirse ya sabes lo que a la pobre le gustan estas cosas quería ver a Obdulia y a don Saturno juntos, en casa, a ver qué cara ponían, aludiendo mamá a lo de ayer.
- Y el tío, cada vez más encarnado y alegróte, engullía cuanto le ponían en el plato, y como le llenaban el vaso así como lo dejaba vacío, el resultado era que empinaba continuamente el codo.
- Para ir a la iglesia, salían de su departamento procesionalmente, de dos en dos, con su pañuelo negro a la cabeza, y se ponían a los lados del presbiterio capitaneadas por las dos monjas maestras.
- Arrellanado en su sitial del coro alto, manoseando los relieves lúbricos de los brazos de su silla, De Pas, mientras los colegiales ponían el grito en el cielo, comentaba, como si rumiara, las revelaciones de la Regenta.
- Si era un individuo de la Junta se levantaban de su silla cosa de medio palmo, si era Ronzal se levantaban un palmo entero y si pasaba don Álvaro Mesía, presidente de la sociedad, se ponían de pie y se cuadraban como reclutas.
- Era forzoso hacer el artículo, y aquella gran mujer, negociante en hijas, no tenía más remedio que vestirse y concurrir con su género a tal o cual tertulia de amigas, porque si no lo hacía, ponían las nenas unos morros que no se las podía aguantar.
- Porque Nicolás Rubín no podía dormir si no le ponían delante a punto de las once una ensalada de lechuga o escarola, según el tiempo, bien aliñada, bien meneada, con el indispensable ajito frotado en la ensaladera, y la golosina del apio en su tiempo.
- Los dueños de la casa llamada del portal de la Virgen, celebraban aquel día una simpática fiesta y ponían allí, junto al mismo taller de cucharas y molinillos que todavía existe, un altar con la cruz enramada, muchas velas y algunas figuras de nacimiento.
- Aquella tristeza ambiente que no tenía grandeza, que no se refería a la suerte incierta de los muertos, sino al aburrimiento seguro de los vivos, se le ponían a la Regenta sobre el corazón, y hasta creía sentir la atmósfera cargada de hastío, de un hastío sin remedio, eterno.
- Voy por el tintero y no tardó cinco minutos en volver, y al entrar de nuevo en la alcoba, vio que Fortunata se había incorporado en su cama con el chiquillo en brazos, y que después, entre ella y Encarnación, le ponían bien abrigadito en su cuna de mimbres, la cual venía a ser como un canasto.
- No sabían hacerlo sino los que de antiguo tenían la costumbre de manejar aquel artículo, por lo cual muchas damas, que en algún baile de máscaras se ponían el chal, lo mandaban al día siguiente, con la caja, a la tienda de Gumersindo Arnaiz, para que este lo doblase según arte tradicional, es decir, dejando oculta la rejilla de a tercia y el fleco de a cuarta, y visible en el cuartel superior el dibujo central.
- Me hice cargo de un pacto establecido entre tantos seres para ayudarse y sostenerse contra un ataque de fuera, y comprendí que por todos habían sido hechos aquellos barcos para defender la patria, es decir, el terreno en que ponían sus plantas, el surco regado con su sudor, la casa donde vivían sus ancianos padres, el huerto donde jugaban sus hijos, la colonia descubierta y conquistada por sus ascendientes, el puerto donde amarraban su embarcación fatigada del largo viaje.
- Allí permaneció toda la noche, confundido con la demagogia lírica, sin entender una palabra, fastidiándose horriblemente, diciendo en su interior que aquella música era como la de las iglesias, pero sin valor para estornudar ni mover pie ni mano, por miedo a aquellos señores que oían con la boca entreabierta, los ojos puestos en el techo, inertes y extasiados como fakires en el nirvana, y que, al menor ruido, ponían el mismo gesto que si un ratero les hurtase el bolsillo.