Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra quisieran

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra quisieran en el contexto de una oración.

Término quisieran: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "quisieran" aquí tienes una selección de 27 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra quisieran para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Ya quisieran todos.
  • Cierto que ya quisieran muchos.
  • Podían hacer lo que quisieran.
  • Decir a cuantos quisieran oírme.
  • En ese espejo quisieran verse otras.
  • Podían decir lo que quisieran ciertas gentes.
  • El otro turrón sería todo lo sabroso y dulce que quisieran.
  • Podían venir ahora los del tribunal y hacer lo que quisieran.
  • Parecía imposible que las gentes quisieran vivir en semejante pudridero.
  • Pues de cuerpo, ya quisieran parecérsele la mayor parte de los muchachos de hoy.
  • Pero no era, en rigor, más que una pasta para que otros hiciesen de él lo que quisieran.
  • Hay otros a quienes no les ha alcanzado ni una chispita en el reparto y quisieran tenerla.
  • Era su fidelidad tan grande como su humildad, pues ya le podían reñir y decirle cuantas perrerías quisieran, sin que se incomodase.
  • ¿No cabía en lo posible que la Regenta, aquella santa, y el don Alvarito, se entendieran y quisieran coger en una trampa al pobre Fermo?
  • ¡Vaya con los caballeros estos! Ya les dije otra vez a los señores ojalateros, que cuando quisieran disputar por alto se fueran a hacerlo a la calle.
  • Ya quisieran muchos niños, cuyos papás gastan levita y cuyas mamás se zarandean por ahí, estar tan lucidos y bien apañados como están los de Guillermina.
  • Cree que si me quisieran yo me quedaría aquí, yo sería bueno, y por darte gusto a ti y a tus amigas, me haría muy religioso, muy amigo de Dios y de la Virgen.
  • Tenía un carácter inflexible y un tesoro de dotes de mando y de facultades de organización que ya quisieran para sí algunos de los hombres que dirigen los destinos del mundo.
  • Nuestra escuadra formaba una larguísima línea, y según las apariencias, las dos columnas de, dispuestas en forma de cuña, avanzaban como si quisieran cortar nuestra línea por el centro y retaguardia.
  • A pesar de la delicadeza de don Víctor, quedó decretado que su mujer y él y los criados que quisieran llevar, irían a pasar aquellos meses que pedía Benítez en el Vivero, donde serían dueños absolutos.
  • Una de las cosas que más cautivaban a Jacinta era aquella costumbre de los patios amueblados y ajardinados, en los cuales se ve que las ramas de una azalea bajan hasta acariciar las teclas del piano, como si quisieran tocar.
  • Si no había teatro, y esto era muy frecuente en Vetusta, se quedaba en su gabinete donde recibía a los amigos y amigas que quisieran hablar de sus cosas, mientras ella leía periódicos satíricos con caricaturas, revistas y novelas.
  • Don Saturnino estaba muy ocupado todo el día, pero de tres a cuatro y media siempre le tenían a su disposición cuantas personas decentes, como él decía, quisieran poner a prueba sus conocimientos arqueológicos y su inveterada amabilidad.
  • Los gitanos, secos, bronceados, de zancas largas y arqueadas, zamarra con remiendos y gorra de pelo, bajo la cual brillaban sus ojos con resplandor de fiebre, hablaban sin cesar, echando su aliento á la cara del comprador como si quisieran hipnotizarle.
  • ¡Lo que quisieran! Andresito vio cómo se alejaban los dos viejos, mostrando una nueva cara por el revés chamuscado de su pantalón, riendo su postrera hazaña, dándose besos y abrazos para afirmar la fraternidad del cafetín y hablando a gritos para que quedase bien sentado que la casa grande era una cueva de ladrones, y ellos, desengañados, se retiraban a la vida privada.
  • Y el sol de oro, mostrándose en medio de tal aparato, enloquecía a la muchedumbre levantina, pronta siempre a entusiasmarse por todo lo que deslumbra, e inconscientemente, lanzando un rugido de asombro, empujábanse unos a otros, como si quisieran coger con sus manos el áureo y sagrado astro, y los soldados que guardaban el palio tenían que empujar rudamente con sus culatas para conservar libre el paso.
  • La botica, los jaropes que él aborrecía, el miedo a equivocar las dosis, el pavor que le inspiraban las medicinas verdosas, creyendo que podían ser veneno (para don Víctor el veneno, a pesar de sus estudios físico químicos, siempre era verde o amarillo), las equivocaciones y torpezas de las criadas, las horas de hastío y silencio al pie del lecho de la enferma, las inquietudes naturales, el estar pendiente de las palabras de Somoza, el hablar con todos los que quisieran enterarse de la misma cosa, de los grados de la enfermedad.