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Ejemplos de oraciones con la palabra vendía

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra vendía en el contexto de una oración.

Término vendía: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "vendía" aquí tienes una selección de 29 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra vendía para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • No vendía aras.
  • En la tienda no se vendía.
  • Esta vieja vendía huevos y verduras, y decía.
  • Ganaba el 2 por 100 de comisión por lo que vendía.
  • Pasábamos por las plazas do se vendía pan y otras provisiones.
  • Hacía abortar, suprimía chicos, secuestraba muchachas y las vendía.
  • La portera me dijo que hace dos años vendía géneros de punto aquí, en el Mercado.
  • Urbistondo pescaba desde el faro con un aparejo que le habían regalado, y vendía su pesca.
  • Y sé quién es la que nos le entretiene, una culebra, una hipocritona, que me vendía amistad.
  • En aquella caverna habitaba y hacía el café que vendía por la mañana a la gente del mercado.
  • En otros tiempos se vendía bien el vino, tenían dinero los del arroz, y el comercio daba gusto.
  • Las fincas todas hipotecadas, y si las vendía, no llegaría su importe a la mitad de las deudas.
  • De preguntar para qué servía esto y aquello y lo de más allá, y cuánto costaba y a cómo se vendía.
  • Hasta con la jorobadita que vendía en la puerta fósforos y periódicos tenía cierto parentesco espiritual.
  • Te juro que si es verdad, esa mujer, esa hipócrita, esa sinvergüenza que me vendía amistad, no se ha de reír de mí.
  • El otro, un riojano que vendía tartratos para los vinos, y el último, un andaluz que vivía en Madrid y corría aparatos eléctricos.
  • Un agujero negro, socavado en la muralla, donde vendía alquitrán, sebo, barricas, clavos, maderas embreadas, redes y anzuelos de todas clases.
  • Yo pensaba y aun deseaba que allí me quería cargar de lo que se vendía, porque ésta era propria hora cuando se suele proveer de lo necesario.
  • En el primer peldaño de la escalera estaba sentada una mujer que vendía higos pasados en una sereta, y por poco no la planta el zapato de orillo en mitad de la cara.
  • Sin embargo, Tellagorri dió con la vereda para escalar aquel rincón y, en este sitio recóndito y soleado, puso una verdadera plantación de tabaco, cuyas hojas secas vendía al tabernero Arcale.
  • Desde los administradores de la Diputación provincial hasta una sociedad de internos que vendía la quinina del hospital en las boticas de la calle de Atocha, había seguramente todas las formas de la filtración.
  • Esto y los tambores, y los gritos de la vieja que vendía higos, y el clamor de toda aquella vecindad alborotada, y la risa de los chicos, y el ladrar de los perros pusiéronle a Jacinta la cabeza como una grillera.
  • Para concertar los chambos y solemnizar las ventas buscábase el amparo de un sombrajo, bajo el cual una mujerona vendía bollos adornados por las moscas ó llenaba pegajosas copas con el contenido de media docena de botellas alineadas sobre una mesa de cinc.
  • Sentía deseos de pedir a Dios que hiciese un milagro, que le convirtiese en uno de aquellos niños, destinados a ser bestias de carga para el bienestar de sus semejantes, pero que al menos tenían una madre que los amaba sin distinguirlos y no se vendía a pesar de su miseria.
  • Y él, puesto ya en el camino de la suerte, aseguraba a su dependiente que antes de un año tendría millones, sí señor, millones no nominales ni de mentirijillas como los que compraba y vendía en la Bolsa, sino reales y efectivos, prontos a convertirse en fincas o en acciones.
  • Basta un momento! Un deseo, un deseo que no sacias siquiera, te cuesta la salvación (y todos tus ahorros, y la paz del hogar, y la tranquilidad de toda la vida, añadía para sus adentros.) Paula compró grandes partidas de vino y lo vendía al por mayor a los taberneros de Matalerejo.
  • Dejaba a las hijas que se arrojasen en el peligro, arrastradas por la desesperada audacia de cazar un novio, y al final se entregaba como una perdida en brazos de un amigo de su esposo, se vendía infamemente cuando estaba próxima a la vejez, manchando todo su pasado, por una necesidad del orgullo.
  • Aconsejaron los médicos aires del campo y del mar para la niña y el aya escribió a don Carlos que un su amigo, Iriarte, el que le había recomendado a doña Camila, vendía en una provincia del Norte, limítrofe de Vetusta, una casa de campo en un pueblecillo pintoresco, puerto de mar y saludable a todos los vientos.
  • Estupiñá se encargaba de traer estos peligrosos artículos de la casa de un truchimán que los vendía de ocultis, y cuando atravesaba las calles de Madrid con las cajas debajo de su capa verde, el corazón le palpitaba de gozo, considerando la trastada que le jugaba a la Hacienda pública y recordando sus hermosos tiempos juveniles.