Palabras

Ejemplos de oraciones con la palabra verdaderamente

Lista de frases en las cuales se puede ver cómo se usa la palabra verdaderamente en el contexto de una oración.

Término verdaderamente: Frases

Si quieres ver ejemplos de uso de la palabra "verdaderamente" aquí tienes una selección de 48 frases y oraciones donde se puede ver su aplicación en un texto.

En cada una de las frases aparece resaltada la palabra verdaderamente para que la puedas detectar fácilmente.

Para evitar saturar nuestro sistema sólo se mostrarán un máximo de 100 frases por palabra.

  • Es verdaderamente encantador.
  • Verdaderamente, aquel hombre era un santo.
  • Una de ellas era verdaderamente odiosa y cobarde.
  • Verdaderamente manifestó doña Lupe con adulación.
  • Pero verdaderamente discurrió tratando de serenarse.
  • Hablamos largo rato, y yo quedé verdaderamente asombrado.
  • Hay casos, y verdaderamente, esto es para mirarlo despacio.
  • Porque ésta le tiene a usted un cariño verdaderamente raro.
  • Verdaderamente murmuró Andrés el mundo es una cosa divertida.
  • Esta, a su vez, no tenía verdaderamente muchas ganas de teatro.
  • Lo verdaderamente gracioso de Haussonville era su apetito voraz.
  • La del secretario era de una cursilería verdaderamente venenosa.
  • Verdaderamente, esto no traspasa los límites de una frase vulgar.
  • Paro al ver que Batiste se iba verdaderamente, desapareció su seriedad.
  • Verdaderamente decía él, ¿por qué ha de ser una cosa más real que la otra?
  • Ni Fortunata lo entendía tampoco, por lo cual estaba verdaderamente anonadada.
  • Debía ser verdaderamente desagradable verle en la tienda en medio de sus ataúdes.
  • Verdaderamente dijo Malespina, nuestra unión con Francia ha sido hasta ahora desastrosa.
  • Usted me suele decir Recalde es uno de los tipos verdaderamente europeos que tenemos en Lúzaro.
  • Estaba convenido de antemano llevarla a la casa del novio, cosa verdaderamente un poco irregular.
  • ¡El hijo! Andrés no quería hablar, ni hacer la menor alusión a este punto verdaderamente delicado.
  • ¡Que este bestia tenga una mujer tan guapa y tan simpática, es verdaderamente desagradable! pensaba Andrés.
  • La ferretera, algo corrida, tenía que guardar los trebejos, después de oír comentarios verdaderamente injustos.
  • Pero el sentimiento que verdaderamente la hacía chillar era como envidia de que fuese Nicolás y no pudiera ir ella.
  • La bruma melancólica iba avanzando en mi alma, dando a mis ideas un tono de sentimentalismo verdaderamente ridículo.
  • Es que tú serás verdaderamente para mí, de aquí en adelante, como una hijita, y yo seré para ti un verdadero papaíto.
  • Y después que he leído un largo rato, cojo unos papeles blancos y voy escribiendo en ellos cosas verdaderamente tremendas.
  • Y ver a la infeliz señorita, a la verdaderamente ofendida esposa, impotente para desmentir la ridícula y horrenda calumnia.
  • Verdaderamente sería el colmo de lo cómico impedir a un hijo que se casara con una buena muchacha por tener la cabeza redonda.
  • Recordaba que años atrás había pensado en escribir novelas, en hacer una sibila verdaderamente cristiana, y una Fabiola moderna.
  • Porque, verdaderamente, ¿qué importaba confiar el secretillo a una sola persona, a una sola, que de fijo no lo había de propalar?
  • Porque verdaderamente parte el corazón ver a ese pobre hombre, en este tiempo, con unos calzones de hilo, de los que traen los soldados de Cuba.
  • Encontró a su tía en el cuarto de la comandanta en un estado verdaderamente aflictivo, ojerosa, con la cabeza pesada y un humor poco dispuesto a las bromas.
  • Y este artículo es lo más atrevido, rebelde y verdaderamente revolucionario que ha publicado la prensa española, tan tímida y parapoco, hace muchos años.
  • Pero lo verdaderamente singular era que Guillermina, tan dueña de su palabra normalmente, estaba también azorada aquel día, y no sabía cómo desenvolverse.
  • Los verdaderamente unidos no existían más que en su pensamiento, y tenía que encender y avivar este, como una fragua, para forjarse las alegrías verdaderas de la maternidad.
  • Entre la generalidad de los tipos vulgares, obscuros, borrosos, que iban al casino a leer los periódicos y hablar de política, había dos personajes verdaderamente pintorescos.
  • Porque el que sostenga ahora que estoy loco es el que lo está verdaderamente, y si alguien me lo dice en mi cara, ¡vive Cristo, por la santísima uña de Dios!, que me la ha de pagar.
  • La asociación benéfica a que pertenecía no se acomodaba al ánimo emprendedor de Guillermina, pues quería ella picar más alto, intentando cosas verdaderamente difíciles y tenidas por imposibles.
  • Aquel acto de energía, verdaderamente extraordinario, le hacía pensar al ex regente, mientras subían la escalera del caserón negruzco del Casino, que él, don Víctor, hubiera sido un regular dictador.
  • Hay que ir allá, como he ido yo, para hacerse cargo de las intrigas de la gentualla de sotana, que todo lo quiere para sí, y no va más que a desacreditar con calumnias y chismes a los que verdaderamente trabajan.
  • Cuando el país remite, y fortalece con su opinión la autoridad, no es que ame verdaderamente el orden y la ley, sino que se pone en cura y hace sangre para saciar después con mejor gusto el apetito de las trifulcas.
  • Mi espíritu no había conocido aún ninguna emoción fuerte y verdaderamente honda, hasta que la pérdida de mi madre me presentó a la vida humana bajo un aspecto muy distinto del que hasta entonces había tenido para mí.
  • ¡Pensar que este hombre y otros muchos como él viven en esta mentira, envenenados con los restos de una literatura, y de una palabrería amanerada es verdaderamente extraordinario! En cambio, don Blas miraba a Andrés sonriendo, y pensaba.
  • También solía equivocarse al sentar una partida, y cuando firmaba la correspondencia, daba a los rasgos de la tradicional rúbrica de la casa una amplitud de trazo verdaderamente grandiosa, terminando el rasgo final hacia arriba como una invocación de gratitud dirigida al Cielo.
  • ¡Qué sorpresa cuando aparecía, al final de un aparejo, un pulpo con sus ojos miopes, redondos y estúpidos, su pico de lechuza y sus horribles brazos llenos de ventosas! Tampoco era pequeña la emoción cuando salía enroscada una de esas anguilas grandes, que luchaban valientemente por la vida, o uno de esos sapos de mar, inflados, negros, verdaderamente repugnantes.
  • Soraberri recomendó eficazmente a su amigo Tellagorri que no hiciera nunca juicios aventurados y temerarios, y con este motivo comenzó a contar una historia, precisamente ocurrida en Oñate, pero al ir a especificar los que habían intervenido en su historia, se le olvidó la especie, y lo sintió, verdaderamente lo sintió, porque, según dijo, tenía la seguridad de que el hecho era sumamente interesante y, además, muy digno de mención.
  • Mas así lo disimuló como si no lo hubiera sentido, y luego otro día, teniendo yo rezumando mi jarro como solía, no pensando en el daño que me estaba aparejado ni que el mal ciego me sentía, sentéme como solía, estando recibiendo aquellos dulces tragos, mi cara puesta hacia el cielo, un poco cerrados los ojos por mejor gustar el sabroso licor, sintió el desesperado ciego que agora tenía tiempo de tomar de mí venganza y con toda su fuerza, alzando con dos manos aquel dulce y amargo jarro, le dejó caer sobre mi boca, ayudándose, como digo, con todo su poder, de manera que el pobre Lázaro, que de nada desto se guardaba, antes, como otras veces, estaba descuidado y gozoso, verdaderamente me pareció que el cielo, con todo lo que en él hay, me había caído encima.